La tercera edad de un icono del pop franc¨¦s
Fran?oise Hardy relata en un libro sus problemas de salud y la ¡°devastaci¨®n¡± insoportable del envejecimiento¡±. Defiende la eutanasia, es ecologista y de derechas. Sigue escribiendo canciones pero prefiere que otros les pongan m¨²sica
En el elegante distrito XVI de Par¨ªs vive una solitaria mujer de 71 a?os que apenas sale de casa. Tiene el pelo corto y blanco y es de una extrema delgadez. Se llama Fran?oise Hardy, una compositora, cantante y escritora que no ha parado de trabajar desde que en 1962, con solo 18 a?os, se hizo mundialmente conocida con una sencilla melod¨ªa que expresaba el romanticismo y la melancol¨ªa de la generaci¨®n de los a?os sesenta: Tous les gar?ons et les filles.
La tristeza de la Fran?oise Hardy de hoy es bien distinta a la de entonces. Castigada por la enfermedad y la debilidad f¨ªsica, el escaso ¨¦xito de su ¨²ltimo ¨¢lbum, seg¨²n confiesa, le empuj¨® a escribir Opiniones no autorizadas, el libro que acaba de publicar. El texto es el testimonio de una personalidad dif¨ªcilmente clasificable que deplora la ¡°devastaci¨®n insoportable¡± del envejecimiento. Una nueva fractura ¨®sea, esta vez en el hombro, le ha impedido conceder m¨¢s entrevistas en plena promoci¨®n editorial. Sus textos hablan por ella. Son de una sinceridad sorprendente. Resumen con crudeza y ¨¢gil prosa su extraordinaria vida y sus lib¨¦rrimas ideas.
Defiende la eutanasia (su madre recurri¨® a ella para evitar la agon¨ªa que le esperaba) y el aborto (deplora el intento del Gobierno espa?ol de abolir tal derecho) y es ecologista (le alarma el uso de los pesticidas), pero se considera de derechas. En Opiniones no autorizadas (Editorial ?quateurs) dedica un cap¨ªtulo a la pol¨ªtica francesa. ¡°La gente de izquierdas parece tener la convicci¨®n no solo de poseer la verdad, sino de ser altruista y progresista, lo que le lleva a considerar a los de derechas como retrasados mentales ego¨ªstas y reaccionarios¡±, afirma.
Tal consideraci¨®n no le impide admirar a pol¨ªticos socialistas. Confiesa su estima por Michel Rocard (ex primer ministro) y Hubert V¨¦drine (exministro de Exteriores). Vapulea, sin embargo, al presidente de la Rep¨²blica, Fran?ois Hollande, al que considera, en lo personal, rid¨ªculo y carente de seducci¨®n y carisma.
Apoy¨® a Nicolas Sarkozy. Estableci¨® una buena relaci¨®n con su esposa Carla Bruni y el propio exjefe del Estado la llam¨® un d¨ªa para charlar e intercambiar opiniones. Hoy, sin embargo, es el ex primer ministro Alain Jupp¨¦, que aspira a ser el candidato de la derecha para la jefatura del Estado, ¡°el ¨²nico capaz de atraer tanto a los electores de derecha como a los de centro e incluso a los decepcionados por el socialismo¡±, escribe Hardy, que a?ade: ¡°Sarkozy no es consciente del odio que inspira a la mitad de los franceses¡±.
Habitualmente alejada de los focos, a pesar de su constante actividad art¨ªstica, su vida es un libro abierto. Las estrellas del pop de su generaci¨®n, como Silvye Vartan o Jane Birkin, han sido mucho m¨¢s recatadas. En 2008 rompi¨® el fuego con una autobiograf¨ªa descarnada: La desesperanza del mono y otras bagatelas.
LA ¡®CHANSON¡¯ DE HARDY
- Grab¨® su primer disco, Tous les gar?ons et les filles, con m¨²sica y letras propias, en 1962. En pocos meses vendi¨® dos millones de copias. Un a?o despu¨¦s, particip¨® en Eurovisi¨®n y actu¨® por vez primera en una pel¨ªcula, de Roger Vadim. Es en 1965 cuando triunfa en Reino Unido con All over the world, hace famosa la minifalda de Mary Quant y conoce a los Rolling Stones, los Beatles y al fot¨®grafo David Bailey.
- Seis a?os despu¨¦s de darse a conocer, en 1968 vive un nuevo ¨¦xito con Comment te dire adieu y posa para Paco Rabanne.
- Condecorada con la Gran Medalla de la canci¨®n francesa en 2006, ese mismo a?o publica el ¨¢lbum Parenth¨¨ses de d¨²os con Julio Iglesias o Alain Delon.
- Su biograf¨ªa, La desesperanza del mono y otras bagatelas (2008), se convierte en otro ¨¦xito en Francia. En 2012 sale su ¨²ltimo ¨¢lbum, el n¨²mero 29?, L'amour fou, al tiempo que sale su primera novela del mismo t¨ªtulo.
Encandil¨® a Mick Jagger, Bob Dylan o Eric Clapton. Sus fotos con minifaldas y modelos futuristas de Paco Rabanne dieron la vuelta al mundo, pero ella otorga poca importancia al ¨¦xito frente a cuestiones m¨¢s ¨ªntimas. Cay¨® en los brazos de un guapo cantante franc¨¦s, Jacques Dutronc. Ahora viven separados, pero el hijo de ambos, el cantante Thomas Dutronc, cree que siguen viviendo ¡°una historia de amor muy particular¡±. Hoy, Hardy bromea: ¡°Los dos estamos condenados a ser viejos y feos¡±.
En sus libros habla de la modestia del hogar de su infancia, de la homosexualidad de su padre, casado con otra mujer, y de la esquizofrenia de su hermana. Se retrata como una adolescente acomplejada. ¡°Brigitte Bardot, toda ella con gracia, curvas y sexapil, encarnaba entonces el canon de la belleza femenina de la que yo estaba desesperadamente alejada con mi aspecto andr¨®gino¡±, afirma. Am¨® tanto como sufri¨® de amores y, por supuesto, relata los estragos de su mala salud, agravada con un c¨¢ncer, un linfoma de MALT, que le produce problemas digestivos. No ahorra detalles sobre colonoscopias, lavativas y tratamientos, a menudo degradantes, impropios, crey¨® uno de sus amigos, de un icono como ella.
Dos elementos act¨²an como b¨¢lsamo en su vida: la literatura y la m¨²sica. Devoradora de libros, es amiga de Michel Houellebecq y Patrick Modiano y se lamenta de la brevedad de la vida para seguir leyendo a los escritores que admira. Nunca ha dejado de hacer canciones, pero prefiere que sean otros los que pongan m¨²sica a sus poes¨ªas. Finalmente, una confesi¨®n poco sorprendente: ¡°Tengo un gusto inmoderado por lo bello¡±.
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