Pa¨ªs imprevisible
Nunca la imagen de Per¨² ha sido tan positiva en el resto del mundo. Su estabilidad institucional y su apertura econ¨®mica lo han hecho especialmente atractivo para la inversi¨®n extranjera
Hace algunas semanas estuve en Estados Unidos en una conferencia econ¨®mica que organiz¨® el Citibank dedicada a Am¨¦rica Latina. Hab¨ªa unos trescientos empresarios, banqueros y analistas que pasaron revista a lo largo de un par de d¨ªas al estado de la regi¨®n. No creo exagerar si digo que la impresi¨®n general de los asistentes sobre la situaci¨®n del Per¨² no pod¨ªa ser m¨¢s positiva. Sin excepciones, reconoc¨ªan que, desde la ca¨ªda de la dictadura de Fujimori, el a?o 2000, la democracia hab¨ªa funcionado y que, durante los Gobiernos de Valent¨ªn Paniagua, Alan Garc¨ªa, Alejandro Toledo y el actual de Ollanta Humala, las instituciones operaban sin mayores trabas, la econom¨ªa hab¨ªa crecido por encima del promedio latinoamericano, la reducci¨®n de la extrema pobreza era notable, as¨ª como el crecimiento de las clases medias. Y que, dada su estabilidad institucional y su apertura econ¨®mica, el Per¨² era uno de los pa¨ªses m¨¢s atractivos para la inversi¨®n extranjera. No es ¨¦sta la ¨²nica ocasi¨®n en que oigo cosas parecidas. La verdad es que nunca, desde que tengo memoria, la imagen de mi pa¨ªs ha sido tan positiva en el resto del mundo.
Y, sin embargo, quien vive en el Per¨², donde acabo de pasar una temporada, puede tener una impresi¨®n muy diferente: la de un pa¨ªs exasperado, al borde de la cat¨¢strofe por la ferocidad fratricida de las luchas pol¨ªticas, y al que las huelgas antimineras, en Cajamarca y Arequipa sobre todo, la corrupci¨®n que se encarniza en las regiones por culpa de las mafias locales y el narcotr¨¢fico y la agitaci¨®n social est¨¢n haciendo retroceder y acercarse de nuevo al abismo, es decir, a la barbarie del subdesarrollo e, incluso, del quiebre constitucional.
Otros art¨ªculos del autor
?C¨®mo explicar semejante incongruencia entre la imagen externa y la interna del pa¨ªs? Por la falta de perspectiva, la concentraci¨®n fan¨¢tica en la rama nubla la visi¨®n del bosque. Es, probablemente, el defecto mayor de la prensa en el Per¨² ¡ªescrita, radial y televisiva¡ª, controlada en un 80% por un solo grupo econ¨®mico, que, como est¨¢ en su inmensa mayor¨ªa en la oposici¨®n al Gobierno, propaga una visi¨®n apocal¨ªptica de una problem¨¢tica social y pol¨ªtica que, hechas las sumas y las restas, es bastante menos grave que la de la mayor¨ªa de los pa¨ªses del resto del continente. Y, por otra parte, olvida y trata incluso de quebrantar la m¨¢s alta conquista que ha alcanzado el Per¨² actual en toda su historia: un amplio consenso nacional a favor de la democracia pol¨ªtica y la econom¨ªa de mercado. Sin este acuerdo nacional, del que, con la excepci¨®n de grup¨²sculos insignificantes, participan tanto la derecha como la izquierda, jam¨¢s hubiera progresado el Per¨² tanto como lo ha hecho en los ¨²ltimos 15 a?os.
A fines del mes de marzo la situaci¨®n se agrav¨® de tal manera que cualquier cat¨¢strofe hubiera podido ocurrir. El Parlamento censur¨® a la primera ministra, Ana Jara, en una sesi¨®n que segu¨ª en parte en la televisi¨®n, abrumado por los niveles de ignorancia y demagogia a que pod¨ªan llegar algunos de nuestros legisladores. El presidente Humala nombr¨® el 2 de abril un nuevo gabinete presidido por Pedro Cateriano, que hab¨ªa sido, por dos a?os y ocho meses, su antiguo ministro de Defensa. Casi todo el mundo vio en este nombramiento una provocaci¨®n del mandatario, a fin de producir una nueva censura, lo que le permitir¨ªa constitucionalmente cerrar el Congreso y convocar nuevas elecciones parlamentarias. Cateriano ha sido, a lo largo de toda su gesti¨®n ministerial, un cr¨ªtico implacable del fujimorismo y del aprismo, las dos fuerzas m¨¢s hostiles al Gobierno y cuyos dirigentes ¡ªKeiko Fujimori y Alan Garc¨ªa¡ª son seguros candidatos presidenciales en las elecciones del pr¨®ximo a?o.
Una ins¨®lita paz parece haberse instalado en un pa¨ªs que parec¨ªa al borde de un golpe de Estado
Pero nada ocurri¨® como estaba previsto. En vez de ser el pugnaz provocador que se esperaba, Pedro Cateriano mostr¨® desde el primer momento una sorprendente voluntad de coexistencia y de di¨¢logo. Y explic¨®: ¡°Voy a tener que cambiar. Como presidente del Consejo de Ministros, mis opiniones pol¨ªticas personales tendr¨¢n que ser, en muchos casos, reemplazadas por el criterio del Gobierno¡±. Visit¨® a todos los l¨ªderes pol¨ªticos, sobre todo a los de la oposici¨®n, les explic¨® sus planes, escuch¨® sus cr¨ªticas y hasta se fotografi¨® dando la mano a sus archirrivales Keiko Fujimori y Alan Garc¨ªa. El resultado es que, despu¨¦s de casi 10 horas de debate, el nuevo gabinete presidido por Cateriano fue aprobado por 73 congresistas, con la abstenci¨®n de 39 y el rechazo de 10. Y, lo m¨¢s notable, una ins¨®lita paz y clima de convivencia parece haberse instalado de pronto en un pa¨ªs que hace muy poco parec¨ªa al borde de un golpe de Estado o una guerra civil.
En buena hora, desde luego, y ojal¨¢ que esta civilizada tregua dure, pueda el Gobierno gobernar en paz en su ¨²ltimo a?o y haya una campa?a electoral y unas elecciones libres y genuinas que no destruyan sino consoliden este proceso que desde hace 15 a?os ha tra¨ªdo un progreso sin precedentes en nuestra historia.
Hay que felicitar al presidente Humala por su audaz apuesta de haber elegido a Pedro Cateriano como su nuevo primer ministro, pese a su fama de pele¨®n y arrebatado. Supo ver en ¨¦l, por debajo de las apariencias pendencieras, a un pol¨ªtico fuera de serie en la escena peruana. Yo lo conozco bien, desde hace muchos a?os. Pero es completamente falso, como se ha dicho, que yo hubiera intervenido para nada en sus nombramientos. Jam¨¢s le he pedido ¡ªni le pedir¨¦¡ª favor alguno al presidente Humala, a quien, pese al apoyo que le he brindado, tambi¨¦n he criticado cuando lo he cre¨ªdo justo. (Por ejemplo, por no haber recibido ni apoyado p¨²blicamente a la oposici¨®n democr¨¢tica venezolana que resiste heroicamente los zarpazos dictatoriales del inefable y despreciable Maduro). Y tampoco se los pedir¨¦, claro a est¨¢, al nuevo primer ministro, precisamente porque es un viejo amigo.
Hay que felicitar a Humala por elegir a Pedro Cateriano como su nuevo primer ministro
La primera vez que lo vi, durante la campa?a electoral en la que fui candidato, Cateriano arengaba al vac¨ªo en la Plaza de Tacna, donde hab¨ªamos convocado un mitin al que asistieron apenas cuatro gatos. Lo hac¨ªa con una convicci¨®n ins¨®lita y sin importarle para nada el rid¨ªculo. Expresaba ideas en vez de lugares comunes o improperios y era un hombre culto y decente, y honrado hasta el tu¨¦tano de sus huesos. No s¨®lo incapaz de perpetrar uno de esos tr¨¢ficos o acomodos de sinverg¨¹enzas que son tan frecuentes entre las gentes de poder, sino, tambi¨¦n, de tolerarlos a su alrededor. No tengo la m¨¢s m¨ªnima duda de que, con ¨¦l al frente del Consejo de Ministros, la lucha contra la corrupci¨®n ¡ªuna de las plagas que asola toda Latinoam¨¦rica¡ª tomar¨¢ nuevos br¨ªos.
A lo largo de casi toda mi vida he sido bastante pesimista sobre el futuro del Per¨². Quiz¨¢s contribuy¨® a ello el haber pasado mi ni?ez y mi juventud en un pa¨ªs envilecido por una dictadura militar, la de Odr¨ªa, que prostituy¨® todas las instituciones ¡ªentre ellas la universidad donde estudi¨¦¡ª y, luego, haber visto c¨®mo se frustraban entre nosotros todos los intentos democr¨¢ticos, destruidos por unos partidos pol¨ªticos ineptos que prefer¨ªan destrozarse entre s¨ª a hacer funcionar la democracia, aunque ello acarreara una y otra vez el siniestro retorno de la dictadura. Desde el a?o 2000, con la ca¨ªda de Fujimori y Montesinos ¡ªladronzuelos y asesinos que batieron todos los r¨¦cords de criminalidad establecidos por los dictadores peruanos¡ª, de pronto, empezaron a pasar cosas en mi pa¨ªs que me inyectaron la esperanza. Desde hace tres lustros, con algunos tropezones e interrupciones, ella se ha mantenido. En estos d¨ªas, aletea de nuevo, viva todav¨ªa, pero como un candil en el viento, y siempre con el sobresalto de que surja un golpe de viento que la apague.
Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PA?S, SL, 2015.
? Mario Vargas Llosa, 2015
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.