Campesinos en pie de guerra en El Salvador contra las multinacionales
M¨¢s de 49 organizaciones se unen en la regi¨®n cafetera de Usulut¨¢n y crean el primer Observatorio Ciudadano para la preservaci¨®n del medio ambiente por parte de las empresas
M¨¢s de 49 organizaciones campesinas de la regi¨®n cafetalera de Usulut¨¢n en El Salvador se han unido para poner en marcha el primero Observatorio Ciudadano del pa¨ªs para la defensa del Medio Ambiente ante la impunidad con la que operan las empresas y multinacionales. En tan solo cuatro a?os, han conseguido paralizar la actividad de tres empresas, impulsar la creaci¨®n de una unidad de medio ambiente en sus alcald¨ªas y, sobre todo, generar un fuerte v¨ªnculo entre todos ellos. ¡°Hemos pasado de ser solo v¨ªctimas de nuestra pobreza a ser protagonistas de nuestro cambio¡±, se?ala Germ¨¢n Mel¨¦ndez, l¨ªder campesino y miembro del Observatorio.
El cambio de mentalidad ha llegado tras a?os de capacitaciones, reuniones y puestas en com¨²n. La ONGD Solidaridad Internacional ¨C Nazioarteko Elkartasuna les ha acompa?ado en este proceso junto con la Fundaci¨®n local Redes con el objetivo de fortalecer las asociaciones y crear nuevos cauces de participaci¨®n en las municipalidades de Berl¨ªn y Alegr¨ªa. En total, representan a m¨¢s de 30.000 personas asentadas en la zona y que han pasado de ser campesinos a aut¨¦nticos l¨ªderes pol¨ªticos.
¡°Antes nos dec¨ªan que el invierno hab¨ªa sido malo porque Dios lo hab¨ªa querido y agach¨¢bamos todos la cabeza. Ahora ya no: son las malas pr¨¢cticas de las multinacionales las que est¨¢n acabando con nuestras vidas¡±. Germ¨¢n Mel¨¦ndez lo tiene claro a sus 34 a?os. En una ocasi¨®n ha intentado viajar de forma ilegal hasta los Estados Unidos para salir de la pobreza. Tras 12 d¨ªas de viaje, fue deportado en la frontera.
¡°La ¨²nica alternativa a la pobreza no puede ser huir como ilegal a Estados Unidos. Para destruir el sue?o americano necesitamos construir el sue?o salvadore?o¡±. Un sue?o por el que trabaja ahora como l¨ªder del Observatorio, a la vez que espera la llamada para acudir a trabajar por cinco d¨®lares diarios en las tierras de los terratenientes del caf¨¦. En esta zona m¨¢s del 75% de la tierra est¨¢ en manos de los cafetaleros.
La ¨²nica alternativa a la pobreza no puede ser huir como ilegal a Estados Unidos Germ¨¢n Mel¨¦nde, campesino salvadore?o de 34 a?os
La Empresa Alubia se top¨® con este sue?o. Se hab¨ªa asentado junto al ¨²nico manantial del que viven 97 familias del Cant¨®n Talpetate del Municipio de Berl¨ªn. Los campesinos acudieron a la alcald¨ªa y a la unidad de Medio Ambiente para denunciar a la compa?¨ªa ante el descenso del caudal del r¨ªo. ¡°Al final, descubrimos que estaban embotellando agua del manantial para venderla en la capital y que ten¨ªan contactos directos con miembros del Gobierno para conseguir las licencias de explotaci¨®n. En esta zona, sin agua estamos muertos¡±, se?ala Gregorio Flores, l¨ªder tambi¨¦n del Observatorio y representante de la comunidad campesina del asentamiento r¨ªo Los Bueyes.
Dos a?os tardaron en conseguir que la empresa parara su actividad. No bastaron las denuncias ante la Municipalidad, ni el Ministerio de Medio Ambiente. ¡°Conseguimos que se marcharan no tanto porque se lo impidiera las leyes, sino porque perforaron tanto el pozo de agua que se les hundi¨® toda la maquinaria¡±. En esos dos a?os, la comunidad de Flores recibi¨® ¡°amenazas de muerte, provocaciones por parte de la empresa de seguridad que vigilaba la finca e incluso denuncias falsas por da?os contra su maquinaria¡±, seg¨²n relatan sus vecinos.
¡°Todos hemos vivido una guerra en este pa¨ªs. Este asentamiento pertenece a un frente de la guerrilla. Ahora no se trata de usar la violencia, sino de hacer cumplir las leyes¡±, aseguran impotentes de la impunidad con la que operan las empresas.
Tras la marcha de Alubia, ha llegado Alba Alimentos, de capital venezolano. ¡°Compartimos el ideario de esta cooperativa de un gobierno de izquierdas, pero no sus formas¡±. A los pocos meses de llegar, detectaron ¡°talas indiscriminadas en sus campos y obras para cambiar el curso del r¨ªo para que ba?ara tambi¨¦n sus terrenos¡±, dicen. Han puesto una denuncia ante la embajada de Venezuela y pronto llegar¨¢n nuevas movilizaciones.
¡°Somos 97 familias a varias horas del centro urbano m¨¢s cercano, pero a trav¨¦s del Observatorio nos sentimos fuertes y arropados¡±, asegura uno de sus miembros. Saben que bastar¨¢ una llamada de tel¨¦fono para que se desplacen hasta su asentamientos cientos de campesinos para paralizar una tala, pedir explicaciones a los empresarios o acompa?arles ante las amenazas.
El reto de Juan ?ngel V¨¢zquez es m¨¢s complicado. El pasado 7 de enero, un nuevo escape de gases de la empresa geot¨¦rmica La Geo provoc¨® que 65 personas de su comunidad recibieran atenci¨®n m¨¦dica. Incluso su hija y su mujer tuvieron que pasar la noche en el centro de salud m¨¢s cercano por mareos, v¨®mitos y fiebres altas. ¡°No hace falta ser cient¨ªfico para saber que la actividad de esta empresa contamina¡±. Sin embargo, las denuncias no causan ning¨²n efecto. El 15% del territorio pertenece a esta empresa con 33 pozos activos y presente en la regi¨®n desde los a?os 90.
V¨¢zquez coordina los trabajos para detallar todos los focos contaminantes, tanto en tierras comunales como en las de la propia. ¡°No pararemos hasta conseguir que nos atiendan, cumplan los compromisos sociales y tomen todas las medidas de seguridad necesarias para que podamos vivir en nuestras casas sin miedo a morir contaminados¡±, asegura.
El primer ¨¦xito de esta lucha ha llegado en Berl¨ªn. La alcald¨ªa ha firmado un acuerdo para no permitir la creaci¨®n de ning¨²n pozo nuevo. V¨¢zquez sabe que en el municipio de Alegr¨ªa har¨¢ falta realizar m¨¢s movilizaciones para impedir que sigan empobreciendo sus tierras. ¡°No queremos proyectos que conlleven nuestra muerte¡±. El reto de construir ¡°el sue?o salvadore?o¡± contin¨²a en manos de la poblaci¨®n campesina.
Lideresas contra la violencia
¡°Mi marido decidi¨® abandonarme cuando segu¨ª con mi formaci¨®n como lideresa¡±. Ena G. representa a 33 familias de su comunidad. Durante los ¨²ltimos cuatro a?os ha participado en el primer Observatorio ciudadano del pa¨ªs para coordinar de forma directa sus demandas en la regi¨®n de Usulut¨¢n. Y las alcald¨ªas se coordinan ahora con ella para dar vida a la Unidad de G¨¦nero para explicar las leyes contra la violencia a todas las mujeres de su asentamiento.
A medida que Ena G. conoc¨ªa mejor las leyes, peor era su matrimonio. "Mi marido me abandon¨® porque no quer¨ªa que le denunciara m¨¢s. Las agresiones continuaban y las denuncias tambi¨¦n". Ahora acuden a ella otras mujeres que desean reencauzar sus vidas.
Desde la Municipalidad de Berl¨ªn, el ¨¢rea de G¨¦nero, trabaja de forma directa con las lideresas campesinas. La responsable, Magal¨ª Berm¨²dez, hace suyas las demandas. Acaba de pedir el cierre de 15 cantinas a menos de 100 metros de escuelas e Iglesias en contra de lo que marca la ley. Y a la vez, trabaja con los diferentes agentes sociales, polic¨ªa, personal m¨¦dico y funcionarios para que cumplan con las leyes. ¡°La polic¨ªa se empe?a en mediar ante los casos de violencia machista cuando lo que tiene que hacer es detener al agresor¡±.
Berm¨²dez remarca siempre la palabra ley porque es su gran frustraci¨®n. ¡°Contamos con las leyes pero falta que las mujeres las conozcan y que las instituciones las cumplan¡±. Por eso, ve necesario cada vez m¨¢s la involucraci¨®n de las mujeres en las organizaciones campesinas para que rompan la impunidad. ¡°En el instituto hay m¨¢s de 10 menores embarazadas. Y cada vez son m¨¢s, las que se acercan a la oficina para denunciar violaciones en el marco familiar. Necesitamos m¨¢s mujeres lideresas que hagan ver que es posible salir de los c¨ªrculos de violencia en el que viven muchas mujeres¡±.
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