Apuestas

Al parecer estamos muy preocupados con la incidencia de la ludopat¨ªa entre los j¨®venes de nuestro pa¨ªs, o sea, de Espa?a. Los ni?os y adolescentes cada vez juegan m¨¢s a hacer apuestas en las redes sociales, sea Internet o sean programas en directo por la televisi¨®n. Es una preocupaci¨®n muy sensata, pero a m¨ª me preocupan tambi¨¦n y mucho los adultos. No s¨¦ qu¨¦ hacer conmigo.

Hasta ahora estaba solo inquieto porque la narraci¨®n de los partidos de f¨²tbol transmitidos por mi canal de pago se ve¨ªa s¨²bitamente afectada por la informaci¨®n que me daban los narradores sobre c¨®mo se pagaban las apuestas en funci¨®n de la marcha del marcador. Mi disgusto era l¨ªcito, porque uno decide a qui¨¦n le va a dar la exclusiva dom¨¦stica de la transmisi¨®n, pero uno se encuentra con que el se?or que cuenta las cosas est¨¢ a sueldo de alguien m¨¢s que la empresa que ha contratado para que le explique lo que sucede en el campo.

Para m¨ª la credibilidad de los medios no est¨¢ solo en c¨®mo abordan la informaci¨®n pol¨ªtica o econ¨®mica. El f¨²tbol tambi¨¦n me importa. Y me gusta saber si quien me cuenta un partido est¨¢ pagado por una casa de apuestas o por la empresa que he contratado. Si en una cadena pago para no ver las cosas trufadas de publicidad, al fraude se suma el fraude. No me puedo fiar del que me lo cuenta ni de d¨®nde me lo cuenta.

Las telef¨®nicas que te preguntan si quieres recibir SMS publicitarios saben de qu¨¦ hablo. Yo quiero ver el partido de f¨²tbol pensando que me lo cuenta gente solvente, y estar seguro de que nada en el resultado har¨¢ que el presentador cobre m¨¢s o menos. Y si me meten publicidad quiero mi parte.