Tercera V¨ªa, segundo acto
El laborismo derrotado busca f¨®rmulas para volver a conectar con la sociedad
El duelo no dur¨® ni 24 horas. Con el cad¨¢ver pol¨ªtico de Ed Miliband a¨²n caliente, la vieja guardia del Nuevo Laborismo salt¨® en masa a reclamar la vuelta del partido a los postulados que le procuraron los ¨²nicos 13 a?os en el Gobierno desde 1978. El quiosco del fin de semana era un clamor. No hab¨ªa peri¨®dico que no recogiera el testimonio de un gerifalte de la Tercera V¨ªa que, tras el breve elogio de rigor del l¨ªder ca¨ªdo, aportara la misma soluci¨®n: en palabras de Blair, en el art¨ªculo que firm¨® el domingo, que ¡°el camino a la cumbre discurre por el centro".
Nadie osar¨ªa rebatirlo con los nefastos resultados en la mano. Las derrotas incontestables tienen la extra?a virtud de convertir en obvios argumentos antes vetados. Porque el Nuevo Laborismo, hace nada, era casi innombrable en este pa¨ªs.
La derrota ha vuelto a abrir el debate cong¨¦nito que Miliband renunci¨® a cerrar. Ed El Rojo transit¨®, en realidad, por tierra de nadie. Carg¨® contra una sociedad injusta pero no ofreci¨® otra. No convenci¨® ni a keynesianos ni a liberales. Cualquier partido podr¨ªa haber firmado las seis promesas que, a lo Mois¨¦s, grab¨® (literalmente) en una piedra por la que ahora ofrecen recompensas (tambi¨¦n literalmente) los tabloides, que ni derrotado parecen dispuestos a dejarlo en paz.
La demograf¨ªa del fracaso ofrece argumentos para todos. Los esca?os escoceses se fueron porque all¨ª el laborismo es establishment; los ingleses se perdieron porque Miliband era un radical. Tambi¨¦n hay quien defiende, como Zoe Williams en The Guardian, que el problema del centro es el mismo que el de la izquierda: que no existen. O solo existen como contraposici¨®n a lo que hagan los otros.
Algunos de los que aspiran a liderar el partido no han conocido un laborismo en el poder sin el adjetivo de nuevo. Pero a lo que se enfrenta ahora el Partido Laborista no es a un carrera de liderazgo. Tampoco se trata de dar con la etiqueta ganadora. Se enfrenta a una b¨²squeda de alma. A definir la sociedad que quiere. Y las conclusiones del proceso afectar¨¢n a toda la izquierda europea.
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