Educaci¨®n descubre que el cine es un negocio
La racionalidad financiera (capitalista), que suscribir¨ªan desde Weber a Keynes, ha estado ausente del cine espa?ol pr¨¢cticamente desde Segundo de Chom¨®n
Ya que falta o se escatima el dinero, que no falte la grandilocuencia. El departamento de Educaci¨®n, Cultura y Deporte present¨® ayer un real decreto ley que modifica el sistema de concesi¨®n de ayudas a la producci¨®n cinematogr¨¢fica con el sello para la posteridad de ¡°cambio de modelo de financiaci¨®n del cine¡±. Pero no es para tanto. El real decreto de marras hace lo que ven¨ªan reclamando los agentes cinematogr¨¢ficos durante a?os: que las ayudas p¨²blicas se paguen de acuerdo con las fases de desarrollo del proyecto de pel¨ªcula. Es lo que se conoce como financiaci¨®n progresiva y forma parte de cualquier estrategia empresarial dotada de racionalidad. Puesto en castellano antiguo, que se desembolse una parte de la ayuda en el momento de la presentaci¨®n y aprobaci¨®n del proyecto, otra parte cuando se inicia el rodaje, otra a mitad de la producci¨®n y otra, hasta completar el total, cuando se obtiene la calificaci¨®n y se estrena.
Esta racionalidad financiera (capitalista), que suscribir¨ªan desde Weber a Keynes, ha estado ausente del cine espa?ol pr¨¢cticamente desde Segundo de Chom¨®n. Y la raz¨®n es bien sencilla: el cine no se consideraba (y hay fundadas sospechas de que sigue sin considerarse) como un negocio, una fuente de plusval¨ªas y un factor de mejora del bienestar general. Como cualquier infraestructura o servicio. Las ayudas p¨²blicas se gestionaban en ventanilla no como un negocio en potencia (que requiere un flujo continuado y org¨¢nico de inversi¨®n), sino como una concesi¨®n graciosa a unos presuntos artistas menesterosos cuyas necesidades siempre pod¨ªan aplazarse para el d¨ªa, mes o a?o siguiente. As¨ª, las llamadas ayudas a la amortizaci¨®n se convocan dos a?os despu¨¦s del estreno y se pagan cuando la solvencia de las arcas p¨²blicas lo permite.
El resultado de una ayuda a posteriori es el aumento de los costes de producci¨®n (los c¨¢lculos m¨¢s favorables oscilan entre el 17% y el 20%), que es justamente la cuant¨ªa en que se encarece el dinero invertido entre el momento de desembolsarlo para pagar a los actores, guionistas, atrezzo y dem¨¢s obligaciones y el instante en que se percibe la ayuda prometida. La derivada l¨®gica de un m¨¦todo de financiaci¨®n diferido que el encarecimiento de los costes financieros desincentiva la inversi¨®n.
Sustituyendo la financiaci¨®n final por la continua se abaratan los costes. Pero, que conste, este no es un cambio de modelo; s¨®lo es una mejora en el mecanismo de las ayudas. Para aspirar al escal¨®n superior de cambio de modelo habr¨ªa que modificar otros par¨¢metros, sobre los que alguna vez habr¨¢ que pronunciarse. Podr¨¢ hablarse de cambio de modelo cuando las ayudas p¨²blicas no sean el soporte principal (el recurso teleol¨®gico en el que los productores piensan cuando ponen en marcha un proyecto) de la producci¨®n, sino que exista un acceso continuo y mutuamente beneficioso del negocio del cine a los recursos financieros que proceden del mercado bancario, la Bolsa, los fondos de pensiones. (Producci¨®n y conexos: ?por qu¨¦ no puede financiar un banco la escritura de un buen guion?)
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