Espa?a, ese pa¨ªs de infieles
Los nuevos tiempos han empujado a los ciudadanos a cambiar de pareja, de partido pol¨ªtico o de supermercado. Muchas veces, incluso, practicamos la promiscuidad
Las crisis propician las infidelidades. Tambi¨¦n en la vida privada. Seg¨²n un estudio del portal de contactos especializado en aventuras extramatrimoniales, Ashley Madison, Espa?a es el pa¨ªs m¨¢s infiel de Europa. El ¨¦xito de este portal est¨¢ planteando a sus responsables su salida a bolsa. Pero los espa?oles tambi¨¦n somos infieles en los asuntos p¨²blicos. Las infidelidades cometidas hacia el partido de toda la vida, cambiado ahora por uno m¨¢s joven; hacia la marca de cacao de siempre; la compa?¨ªa telef¨®nica con la que se ten¨ªa una relaci¨®n de a?os, o el banco donde se guard¨® el regalo de la primera comuni¨®n. La dureza de los ¨²ltimos a?os ha puesto a prueba las lealtades, y muchas no han resistido.
Ya llevamos unos a?os ejerciendo la promiscuidad en el d¨ªa a d¨ªa. Por ejemplo, cuando nos enfrentamos al supermercado. Vamos practicando la infidelidad dependiendo de las ofertas. ?La leche est¨¢ m¨¢s barata aqu¨ª? La compro. Sin embargo, prefiero recorrer unos metros para aprovechar que en otro establecimiento el pescado ha bajado el precio. ?Se ahorra? S¨ª. ?Se pierde calidad? No mucha. Todos contentos, pues.
La m¨¢s evidente infidelidad, y en campa?a electoral, es la del voto. La crisis econ¨®mica, transformada en estallido pol¨ªtico, hizo hablar de p¨¦rdida de confianza, desafecci¨®n, desenga?o. La relaci¨®n ciudadanos-representantes, mantenida con sus m¨¢s y sus menos a lo largo de la democracia, hab¨ªa entrado en barrena. ¡°Cuando las cosas van bien, la gente es fiel¡±, explica a grandes trazos Ferm¨ªn Bouza, catedr¨¢tico en Sociolog¨ªa y especialista en Opini¨®n P¨²blica por la Universidad Complutense de Madrid. La fidelidad de voto de PP y PSOE se sit¨²an en un 49% y un 41% respectivamente, seg¨²n el bar¨®metro de abril de Metroscopia. Es decir, de los votantes que les apoyaron en 2011, menos de la mitad lo har¨ªa en las pr¨®ximas elecciones. Un dato alarmante per se que se agrava si se tiene en cuenta que tradicionalmente ese porcentaje ha rondado el 80% para los dos grandes partidos. En 2011, antes de entrar al Gobierno, el PP rozaba el 90% de votantes leales.
Vamos practicando la infidelidad dependiendo de las ofertas. ?La leche est¨¢ m¨¢s barata aqu¨ª? La compro. Sin embargo, prefiero recorrer unos metros para aprovechar que en otro establecimiento el pescado ha bajado el precio
El cambio no est¨¢ motivado por el despecho. O al menos, no exclusivamente. ¡°Si fuera un voto de rabia, se habr¨ªa movido antes¡±, asegura Bouza. En su opini¨®n, la masa de votantes que ha cambiado de opci¨®n pol¨ªtica o est¨¢ indecisa (una media del 35% para las pr¨®ximas elecciones municipales y auton¨®micas), lo est¨¢ debido a un an¨¢lisis racional de la situaci¨®n. Sin embargo, la mayor ca¨ªda en la lealtad de los votantes del PP se produjo pocos meses despu¨¦s de su llegada al Ejecutivo: en agosto de 2012, la fidelidad cay¨® al 50%. Por eso, Jos¨¦ Fern¨¢ndez Albertos, doctor en Ciencias Pol¨ªticas por la Universidad de Harvard, le lleva la contraria. ¡°Es cierto que, en la visi¨®n id¨ªlica y poco real del votante que se informa y eval¨²a el programa, que la gente sea infiel es bueno. Significa que hay una masa cr¨ªtica. Pero las cosas son un poco m¨¢s complicadas: los votantes m¨¢s fieles son los m¨¢s informados sobre pol¨ªtica, a veces incluso los m¨¢s educados¡±. El infiel, seg¨²n Fern¨¢ndez Albertos, no tiene por qu¨¦ haber reflexionado profundamente sobre su ideolog¨ªa. Por eso est¨¢ m¨¢s dispuesto a cambiarla.
Pero, para que la infidelidad pase del pensamiento al hecho, es necesario otro elemento: un nuevo objeto de deseo, otra relaci¨®n posible. Y ah¨ª entran en escena las nuevas formaciones, Podemos y Ciudadanos, que vienen a funcionar como amantes del PSOE y del PP respectivamente, analizando exclusivamente la fidelidad del voto. El 19,5% de los ciudadanos que confiaron en el PP en 2011, dicen que ahora lo har¨¢n en Ciudadanos; el 21,8% de los que votaron al PSOE se inclina ahora por Podemos (aunque en el caso de los antiguos votantes de IU este porcentaje sube hasta el 44%). Pero, cuidado. Las relaciones reci¨¦n nacidas no pueden confiarse. Fern¨¢ndez Albertos advierte de que gran parte de los que cambian ahora su voto ya hab¨ªan tenido alg¨²n escarceo fuera de su partido primario. Y no es absurdo pensar que los infieles puedan ser reincidentes.
"Entre PP y Ciudadanos, es como si una se?ora va al supermercado a comprar un yogur y tiene que elegir entre el de la marca oficial o el de la marca blanca". La comparaci¨®n sali¨® de la boca de Irene Montero, secretaria de Coordinaci¨®n de Podemos, en un mitin el pasado abril. Desde entonces, se han sucedido las acusaciones hacia el partido naranja de no ser m¨¢s que una versi¨®n barata de derechas, cosa que Albert Rivera y sus seguidores se han empe?ado en negar. Pero, teniendo en cuenta el ¨¦xito de las marcas blancas, que alcanzan un 43% del gasto en el carro de la compra seg¨²n la consultora Nielsen, quiz¨¢s ser un Hacendado de la pol¨ªtica no sea tan mala idea.
Los votantes m¨¢s fieles son los m¨¢s informados sobre pol¨ªtica, a veces incluso los m¨¢s educados¡± Jos¨¦ Fern¨¢ndez Albertos, doctor en Ciencias Pol¨ªticas por la Universidad de Harvard
Si miramos los bolsillos, vemos de nuevo que la tendencia a buscar fuera de la pareja habitual se ha incrementado con la crisis. Antes de 2008, Espa?a era uno de los pa¨ªses europeos que menos productos sin marca consum¨ªa. Ahora, es de los que m¨¢s. El consumidor se ha vuelto m¨¢s exigente: buscando el precio m¨¢s barato, se alarga el tiempo que se dedica a la compra y se reduce el presupuesto. Adem¨¢s, pese a que los productos de las distribuidoras (Hacendado, Dia, varias en Lidl) cayeron en 2014, la analista Kantar Worldpanel prev¨¦ que volver¨¢n a crecer en 2015.
Se repiten datos similares a la fidelidad de voto: solo el 46% de los consumidores compra las mismas marcas que antes de la crisis, seg¨²n el informe La fidelidad de los consumidores a la marca, realizado por el Consejo Superior de C¨¢maras de Comercio en 2013. El resto, adquiere productos m¨¢s econ¨®micos, de marcas blancas o imitaciones. Si comparamos la costumbre del consumidor con la del votante (al fin y al cabo, las dos identidades principales del ciudadanos en un sistema capitalista y democr¨¢tico), hay diferencias curiosas. La fidelidad crece con la edad, y los j¨®venes est¨¢n m¨¢s dispuestos a cambiar de marca. A mayor educaci¨®n, menos lealtad. Las clases medias son las m¨¢s vol¨¢tiles. Aunque hay grandes diferencias entre sectores: la fidelidad en los servicios el¨¦ctricos alcanza un 90% y en los juguetes, al otro extremo de la tabla, solo un 32%.
Hay un ¨²ltimo dato esclarecedor. Pese a los devaneos, la media de fidelidad del consumidor es del 61%. Pese a todo, solemos inclinarnos por la marca habitual. Si como los ciudadanos act¨²an como votantes de la misma manera que como compradores, quiz¨¢s en las pr¨®ximas elecciones acabe eligiendo el detergente de siempre.
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