Disparar a un fantasma
Esperanza Aguirre est¨¢ haciendo campa?a con la libertad, la vida, la ley y Espa?a
En el Ritz, hace unos meses, Pablo Iglesias dijo al llegar: ¡°Algunos solo me imaginan entrando aqu¨ª con un grupo de militares para nacionalizarlo, quitar los visones a las se?oras y los relojes a los hombres¡±. Esperanza Aguirre le dio vagamente la raz¨®n esta semana: ¡°Si Podemos gana ser¨¢ la ¨²ltima vez que votemos libremente¡±. Uno de los pocos m¨¦ritos que Podemos se puede apuntar en los ¨²ltimos tiempos es el de ironizar sobre s¨ª mismo para que despu¨¦s el PP lo confirme con tono f¨²nebre, perdiendo cualquier posibilidad de que alguien lo tome en serio.
Aguirre est¨¢ haciendo campa?a con la libertad, la vida, la ley y Espa?a. Incluso a ratos, cuando tiene las defensas bajas, con el Partido Popular. El lunes se present¨® en un desayuno en el Palace, apoy¨® el brazo en el atril como si fuese a pedir un bourbon (c¨®mo hubiera sido la historia de Espa?a si los atriles se hubiesen utilizado para beber y no para hablar) y repiti¨® sus ideas ante una audiencia comprensiva. Al fin y al cabo, Aguirre hace con la libertad lo que Podemos con el pueblo: si ellos encarnan lo que dicen, al resto no le queda m¨¢s remedio que estar a favor de la esclavitud y los amos.
Ese tr¨¢nsito de deslumbrantes exageraciones que Podemos propag¨® para ahora recogerse en una socialdemocracia leninista termina donde nadie pod¨ªa sospechar, en Aguirre. ¡°Le llaman democracia y no lo es¡±, cantaban los indignados en 2011; ¡°le van a llamar democracia y no lo va a ser¡±, canta ella en los salones de t¨¦ mirando hacia fuera como si presagiase la llegada de los desharrapados de Five Points.
Hay varios defectos de f¨¢brica en la teor¨ªa de Aguirre, uno de ellos b¨¢sico. Podemos no solo compite como Podemos contra ella y ni siquiera su adversaria milita en el partido. Si a Iglesias se le rasca en el pasado se le encuentra en La tuerka d¨¢ndole combustible a Aguirre para que la candidata hable de suspensi¨®n de libertades y ¨¦l mismo asuma que haya quien lo imagine arrancando el vis¨®n a las se?oras. El problema del discurso de Aguirre es que si a Manuela Carmena se le rasca en su historia personal se la encuentra defendiendo a obreros y detenidos en la dictadura, trabajando en el despacho de Atocha tiroteado, premiada por defender los derechos humanos y aplicando como juez las leyes que ahora supuestamente quiere abolir.
Ni siquiera Esperanza Aguirre puede fingir naturalidad cuando acusa a Carmena de venir a derrumbar las libertades que Carmena, no Aguirre, trajo a Espa?a.
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