Una sociedad que se aleja del ideal de tolerancia
El derecho de los refugiados a la acogida divide y enfrenta a los holandeses
Puede decirse que la p¨¦rdida de la inocencia de Holanda se ha producido en tres fases, y la primera se remonta al a?o 2002. El entonces Gobierno de centro izquierda admiti¨® su responsabilidad moral por el genocidio de 1995, y dimiti¨® en pleno. Aunque efectivo, fue un gesto simb¨®lico: hab¨ªa pasado m¨¢s de una d¨¦cada desde que sus cascos azules no intentaron evitar la muerte de cerca de 8.000 varones musulmanes a manos de tropas serbo-bosnias. La segunda etapa abarc¨® hasta 2004. Fue con los asesinatos del l¨ªder populista de derecha, Pim Fortuyn (tiroteado por un ecologista radical) y del cineasta Theo van Gogh (abatido por un holand¨¦s de origen marroqu¨ª).
El tercer paso tiene un lema que puede acabar con el mito nacional de la tolerancia. Escrito en ingl¨¦s para ampliar su eco, es sencillo y al estilo del famoso Je suis Charlie. Lo pronuncian los refugiados que han visto denegada su petici¨®n de asilo en el pa¨ªs, y dice I am here. Esta vez, los derechos humanos, y en particular el de acogida, enfrentan y confunden a la sociedad, y sus pol¨ªticos han optado por las decisiones dr¨¢sticas. La m¨¢s reciente consiste en asistir, solo durante dos semanas, a los refugiados legalmente rechazados y que accedan a marcharse. Si colaboran, se les facilitar¨¢ la vuelta a su tierra de origen, por lo general en guerra. De negarse, acabar¨¢n en la calle.
Pactada por el Ejecutivo, casualmente tambi¨¦n de centro izquierda, la medida requiere el visto bueno del Consejo de Estado. El alto organismo aconseja, pero su peso moral es ineludible. El problema no es que el pa¨ªs haya reparado en que su preciada tolerancia inclu¨ªa una dosis de indiferencia envuelta en cierto paternalismo. El drama de los inmigrantes es global y las soluciones muy complejas. Lo holand¨¦s, por as¨ª llamarlo, es que ahora ¡°la discusi¨®n pol¨ªtica oculta la discusi¨®n sobre los derechos de los refugiados¡±, como dice el centro nacional que los analiza. Y que las autoridades prefieren recibir cr¨ªticas, ya sea de los poderes locales, el Consejo de Europa, o bien Amnist¨ªa Internacional, a seguir siendo sus abanderados.
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