Por un pu?ado de votos
En campa?a electoral, en la que parece que est¨¢ permitido todo, los candidatos llegan a creerse que la sociedad est¨¢ pendiente de ellos
Deber¨ªa estar prohibido por ley que los pol¨ªticos hicieran el rid¨ªculo en las campa?as electorales haciendo todo aquello que no hacen normalmente, esto es, visitar los mercados, andar en bicicleta, acariciar a los ni?os que se encuentran por la calle, recorrer las ferias de libros haciendo como que les interesan mucho, participar en verbenas y fiestas populares y saludar a todo aquel que se cruzan, lo conozcan o no. Que una persona que jam¨¢s se baja del coche entre campa?a y campa?a electoral se dedique a abrazar a todo el mundo con esa efusi¨®n que dan el aire libre y el contacto con la tierra firme produce en los que lo observan m¨¢s verg¨¹enza que otra cosa, salvo, claro est¨¢, entre sus seguidores m¨¢s entregados. Que, ¨¦stos s¨ª, les perdonan todo, como los aficionados del f¨²tbol a las estrellas de sus equipos, hagan lo que hagan y digan lo que digan. Incluso cuando no hacen ni dicen nada, que es pocas veces. Y es que en campa?a electoral, en la que parece que est¨¢ permitido todo, los candidatos llegan a creerse que la sociedad est¨¢ pendiente de ellos y por eso hablan y hablan sin cesar, diciendo muchas veces lo primero que les viene a la cabeza, causa de grandes dolores de ¨¦sta despu¨¦s, cuando los medios de comunicaci¨®n reproducen sus palabras, que, como todos sabemos, no las lleva el viento a pesar de lo que diga el refr¨¢n. Hay otro, ese que afirma que "el que mucho habla mucho yerra", que s¨ª contin¨²a vigente para desgracia de los candidatos y preocupaci¨®n de sus jefes de prensa.
Por otra parte, deber¨ªa estar tambi¨¦n prohibido a los candidatos, esto con mayor pena si cabe, vestirse fuera de su costumbre, esto es, de manera diferente a como visten normalmente, pues se les nota mucho la impostaci¨®n, sobre todo a los que ya ejercen de gobernantes en ese momento. Ver a personas que habitualmente visten de traje y corbata descamisados y ataviados de modo informal produce una sensaci¨®n mezcla de patetismo y de verg¨¹enza ajena parecida a la que provocan esas personas que, al separarse despu¨¦s de a?os de matrimonio, cambian de atuendo y hasta de color de pelo intentando aparentar lo que ya no son. Aunque es mucho m¨¢s pat¨¦tico, es verdad, ver a esos candidatos que, sin renunciar a su adusto terno o a su traje chaqueta y sus tacones, se suben a una bicicleta o saludan en el mercado a los carniceros y a las floristas aparentando la mayor naturalidad del mundo. Por principio, hay que desconfiar de la gente que no tiene sentido del rid¨ªculo o que, teni¨¦ndolo, traga con ¨¦l tanto si lo hace por intentar triunfar nuevamente en el mercado de los corazones rotos o por un pu?ado de votos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.