El nuevo ¨¦xodo jud¨ªo
M¨¢s de 7.000 franceses se trasladaron al Estado hebreo en 2014. El doble que el a?o anterior. Encabezan por primera vez la inmigraci¨®n a tierra israel¨ª Los atentados islamistas de Toulouse y Par¨ªs y el temor al antisemitismo han espoleado el ¨¦xodo. Muchos de ellos son j¨®venes

"Bijouterie¡±, ¡°Synagogue Francophone¡±, ¡°Bureau Immobilier¡±, ¡°Change¡±. Rodeado de carteles, bajo la cristalera de la oficina de cambio de moneda, Claude, nacido en Par¨ªs en 1953, tambi¨¦n vende revistas locales en franc¨¦s. La campa?a electoral israel¨ª toca a su fin entre la indiferencia de los paseantes. A primera vista parece un balneario de la costa provenzal, pero esto es Netanya, una peque?a Francia enclavada al norte de Tel Aviv. ¡°Moi o lui¡±, reza la portada del semanario Aujourd¡¯hui, con las fotograf¨ªas enfrentadas del primer ministro conservador, Benjam¨ªn Netanyahu, y del l¨ªder laborista, Isaac Herzog.
Despu¨¦s de las ¨²ltimas oleadas de fugitivos del antiguo espacio sovi¨¦tico, as¨ª como del ¨¦xodo anterior de jud¨ªos orientales o sefard¨ªes y de europeos del Este o askenaz¨ªes, la comunidad israel¨ª francesa empieza a situarse como una minor¨ªa emergente en Israel. En 2014 encabez¨®, por primera vez, la inmigraci¨®n al Estado hebreo.
Las revistas est¨¢n jalonadas de propaganda de partidos religiosos y nacionalistas que concentran su inter¨¦s en un colectivo aparentemente conservador, pero tambi¨¦n de publicidad de salones de belleza y tiendas de vinos, y sobre todo, de bancos, abogados y promotores inmobiliarios que ofrecen sus servicios a los franceses afincados en Netanya y Ashdod. Esos son los principales puntos de concentraci¨®n de esta comunidad jud¨ªa al sur de la costa mediterr¨¢nea.
¡°Mire, soy un currante y no valgo para otra cosa que para trabajar¡±, se justifica Claude en su argot parisiense, mientras entrega shekels a cambio de euros a unos reci¨¦n llegados. ¡°Me qued¨¦ hace seis a?os sin empleo y, como mis padres ya se hab¨ªan instalado en Netanya despu¨¦s de jubilarse, me vine aqu¨ª para probar suerte. Mis hijos siguen en Francia, pero s¨¦ que alg¨²n d¨ªa se reunir¨¢n conmigo¡±.
Desde la sala de control de todo este movimiento demogr¨¢fico, el diplom¨¢tico Yigal Palmor, director de relaciones externas de la Agencia Jud¨ªa, intenta anticiparse a los cambios. Es responsable del organismo que asiste a los inmigrantes jud¨ªos que se instalan en Israel. ¡°Han llegado casi 7.000 franceses en 2014, el doble que en 2013, y este a?o esperamos unos 10.000. Han superado incluso a los cerca de 6.000 que huyen del conflicto de Ucrania¡±, constata Palmor.
¡°En mi barrio, en Marsella, hab¨ªa que quitarse la kip¨¢ a la salida del colegio para atravesar vecindarios musulmanes¡±, explica un joven franc¨¦s en Jerusal¨¦n
En el centro de absorci¨®n de inmigrantes j¨®venes de Ramat Aviv, al norte de la aglomeraci¨®n urbana de Tel Aviv, hace cinco meses que Marc se somete a un ulpan, un programa intensivo de inmersi¨®n en el hebreo. De 25 a?os, dej¨® atr¨¢s su casa de la periferia de Par¨ªs y su trabajo como agente comercial en el sector textil. Inequ¨ªvocamente mediterr¨¢neo y sefard¨ª, Marc viste de negro, pero no lleva la kip¨¢ como otros alumnos del centro, procedentes de 27 pa¨ªses distintos, y a¨²n mantiene una educada cortes¨ªa europea frente a la ?chutzpah (pron¨²nciese ¡°jutsp¨¢¡±), la habitual insolencia o audacia israel¨ª. ¡°Decid¨ª mudarme a finales de 2014. He pasado toda la vida viendo polic¨ªas a las puertas del colegio o de la sinagoga. Me considero una persona liberal, pero respeto mis tradiciones¡±. No es un jud¨ªo del hist¨®rico Marais parisiense, miembro de una familia de joyeros o galeristas. Viene desde Vincennes, al otro lado de los bulevares de circunvalaci¨®n de la capital francesa. Tampoco se considera un exilado, sino un ser humano que quiere empezar de nuevo en Israel. ¡°A mi edad, conf¨ªo en quedar eximido de cumplir el servicio militar¡±, asegura. Vino con su mejor amigo. Ambos se sintieron impresionados por la magnitud de las manifestaciones de musulmanes en Par¨ªs contra la guerra de Gaza el pasado verano.
Marc ya se encontraba en Israel cuando, como cada viernes, su padre hizo las compras para el sabbat al mediod¨ªa del pasado 9 de enero en el Hyper Cacher de la Puerta de Vincennes. Una hora despu¨¦s, Amedy Coulibaly, nacido en Francia en el seno de una familia de inmigrantes de Mal¨ª, irrumpi¨® en el supermercado jud¨ªo en nombre del Estado Isl¨¢mico y mat¨® a tres clientes y a un empleado, antes de ser abatido por la polic¨ªa. Marc prefiere no hablar del asunto.
La mayor¨ªa de los jud¨ªos franceses que llegan a Israel son familias, parejas con hijos peque?os y j¨®venes estudiantes. Todos necesitan ayuda para iniciar una nueva vida, y tropiezan con problemas como la homologaci¨®n de sus t¨ªtulos universitarios y diplomas profesionales. El primer gran escollo es el idioma, la adquisici¨®n de una m¨ªnima destreza con el moderno hebreo hablado ¨Calejado de la antigua lengua que estudiaron en las sinagogas francesas¨C para poder abrirse camino en la sociedad israel¨ª. ¡°El perfil del franc¨¦s que emigra a Israel es el de una persona menor de 35 a?os, de clase media y profesional liberal¡±, puntualiza Yigal Palmor.

¡°Pronto chocan con la contradicci¨®n entre el sistema de protecci¨®n social que dejan atr¨¢s en el Estado de bienestar en Francia, con m¨²ltiples ayudas p¨²blicas, y el modelo liberal de Israel, que no cuenta con un sistema de subvenciones establecidas. Nuestra tarea consiste en apoyarles para que encuentren pronto un empleo y puedan llegar a ser autosuficientes¡±.
¡°Muchos jud¨ªos franceses se plantean establecerse en Norteam¨¦rica para buscar un futuro mejor, pero la mayor¨ªa prefieren venir a Israel, seguramente para seguir estando m¨¢s cerca de Francia¡±, sostiene el responsable de la Agencia Jud¨ªa. Cree que los m¨¢s j¨®venes valoran la proximidad, en lo que la prensa israel¨ª ha bautizado ya como ¡°Sionismo de EasyJet¡±. ¡°Pero la identidad jud¨ªa sigue siendo el factor clave frente a otros pa¨ªses de destino¡±, advierte Palmor.
No todo es econom¨ªa y religi¨®n. Tambi¨¦n el clima de tensi¨®n en el que vive la comunidad israel¨ª en Francia ¨Ccerca de 600.000 jud¨ªos en un pa¨ªs con seis millones de musulmanes¨C desde la Segunda Intifada, al comienzo de la pasada d¨¦cada, est¨¢ detr¨¢s de la inmigraci¨®n. Una inquietud que se acrecent¨® con los atentados antisemitas cometidos por Mohamed Merah en la regi¨®n de Toulouse en 2012 ¨Csiete asesinados, entre ellos tres ni?os de corta edad¨C, y que se ha agudizado tras los ataques contra el semanario Charlie Hebdo y el supermercado jud¨ªo Hyper Cacher de Par¨ªs a comienzos de este a?o. ¡°Muchos han llegado a pensar en una p¨¦rdida de los valores de la Rep¨²blica Francesa¡±, reflexiona el diplom¨¢tico israel¨ª. ¡°Hay una sensaci¨®n de que el Estado no sabe proteger a parte de sus ciudadanos¡±.
De los 132 estudiantes del centro para inmigrantes j¨®venes de Ramat Aviv, 26 son franceses. ¡°Para el pr¨®ximo ciclo esperamos 40, hemos tenido que establecer un cupo y abrir una lista de espera¡±, reconoce Dina Turebsky, la directora de origen ucranio que hace 20 a?os sigui¨® un curso de inmersi¨®n para reci¨¦n llegados en un establecimiento similar. La clave es la educaci¨®n, el aprendizaje r¨¢pido del hebreo y la llamada ¡°cesta de integraci¨®n¡±: alojamiento y comida, y el equivalente a 500 euros mensuales. ¡°Muchos de los que vienen est¨¢n marcados tambi¨¦n por el temor a la amenaza del antisemitismo¡±, afirma. ¡°Por eso a?adimos apoyo psicol¨®gico para algunos de ellos¡±.
¡°Muchos franceses prefieren venir a Israel antes que ir a Norteam¨¦rica, seguramente para estar m¨¢s cerca de su pa¨ªs¡±, afirma un alto cargo de la Agencia Jud¨ªa
A los 18 a?os reci¨¦n cumplidos, Ethan e Isabelle alegan que ese no es su caso. ?l lleva la kip¨¢, aunque viste unas alegres bermudas ¨C¡°Har¨¦ la mili despu¨¦s de acabar la carrera de Ingenier¨ªa¡±, se plantea con una sonrisa¨C, mientras ella conf¨ªa en poder participar en el llamado Servicio Nacional (prestaci¨®n social) como psic¨®loga titulada. Los j¨®venes jud¨ªos franceses se topan con la dura realidad de un servicio militar obligatorio de hasta tres a?os de duraci¨®n, en un pa¨ªs con enemigos declarados en varias de sus fronteras y marcado por el conflicto palestino. A la salida de clase, Ethan reconoce que sigue los pasos de su hermano mayor, que hace seis a?os emigr¨® a Israel, donde vive ahora con su mujer y sus dos hijos. ¡°No hemos venido por miedo, hac¨ªa tiempo que pens¨¢bamos en ello. Yo tambi¨¦n tengo v¨ªnculos familiares en Israel¡±, apunta Isabelle. ¡°La sociedad es diferente de la francesa, pero siento que esta es mi casa¡±.
En el Teatro de Jerusal¨¦n, en el elegante barrio de Rechavya, m¨¢s de un millar de estudiantes franceses se han dado cita en un acto organizado por la Agencia Jud¨ªa. Una bulliciosa feria juvenil con diferentes puestos distribuidos a lo largo de los vest¨ªbulos del centro cultural, a cuyo cargo se encuentra Ariel Kandel, un parisiense de 40 a?os tocado con la kip¨¢. ¡°Despu¨¦s del ¨¦xodo que sigui¨® al desmantelamiento de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica en 1991, los franceses representan ahora un flujo esencial de inmigraci¨®n. Los miles de jud¨ªos que viajan hoy a Israel desde Francia cierran un ciclo que se inici¨® en los a?os cincuenta y sesenta en los pa¨ªses del norte de ?frica reci¨¦n descolonizados, cuyos sefard¨ªes se trasladaron a la metr¨®poli tras los procesos de independencia, y ahora lo culminan con la aliyah (inmigraci¨®n a Israel)¡±, explica. ¡°El 80% de los que acuden a estas reuniones informativas acaban qued¨¢ndose con nosotros¡±.
El puesto de la Universidad Hebrea parece ser el m¨¢s concurrido en la feria para estudiantes jud¨ªos franceses en el Teatro de Jerusal¨¦n, solo por detr¨¢s del de las Fuerzas de Defensa de Israel. Portavoces militares uniformados intentan resolver las dudas sobre el servicio militar que expresan los j¨®venes, todos con el bachillerato terminado o a punto de acabar, como el marsell¨¦s Galith Azoulay. ¡°Tengo miedo, estoy preocupado por mi futuro¡±, admite este aspirante a ingeniero inform¨¢tico. ¡°En mi barrio hab¨ªa que quitarse la kip¨¢ a la salida del colegio o de la sinagoga para atravesar zonas con vecindario musulm¨¢n¡±. Su familia tiene ra¨ªces en Oujda y Fez (Marruecos) y en Or¨¢n (Argelia), donde se asentaron hace m¨¢s de cinco siglos jud¨ªos expulsados de Espa?a.

El futuro de los Ben Aimar est¨¢ ahora en las manos de Jer?me, de 38 a?os, que amasa y hornea brioches, baguetes y merengues en la pasteler¨ªa JB de Netanya. Tras una vidriera recorrida por la imagen de la Torre Eiffel, el 80% de su clientela est¨¢ integrada por inmigrantes asentados en esa peque?a Francia israel¨ª. Originario de Lorient, en Breta?a, apenas ha sentido el peso del antisemitismo. ¡°Hay muy pocos jud¨ªos en esa regi¨®n¡±, reconoce Jer?me. ¡°Parte de mi familia se estableci¨® aqu¨ª hace m¨¢s de 40 a?os, y ahora me he reunido con ellos, junto con mi madre y mi hermano, para sacar adelante este negocio¡±, explica mientras muestra con orgullo su acreditaci¨®n de artesano tradicional expedida en Francia.
Meir Meyer y Vivian Krief podr¨ªan estar ahora contemplando el final de su existencia en las playas de Cannes, pero han elegido Netanya para vivir una alegre jubilaci¨®n rodeados de camaradas de su generaci¨®n. Bigote recortado, pelo atusado y ojos brillantes bajo una gorra de marino, ¨¦l sonr¨ªe confiado. ¡°Es como Clark Gable¡±, se ufana Vivian, de 74 a?os, tras sus gafas de sol, mientras Meir lo celebra a sus 80 a?os con una de sus mejores poses. Como otros jud¨ªos franceses, ¨¦l combati¨® en la llamada guerra del Canal de Suez de 1956, pero luego regres¨® a Francia. ¡°Nos conocimos en el hotel Ritz de Par¨ªs, donde ambos trabaj¨¢bamos¡±, se jactan Meir y Vivian en un ¨²ltimo derroche de glamur, instalados en una soleada terraza del bulevar que lleva a las playas de Netanya.
Cerca de la pareja de jubilados jud¨ªos franceses, Max, de 74 a?os, sonr¨ªe mientras fuma a las puertas de su restaurante. Recomienda las ¡°gambas con licencia rab¨ªnica¡±, un remedo de marisco elaborado con pescado para sortear la prohibici¨®n religiosa. Sali¨® de Casablanca (Marruecos) en 1956 y combati¨® como paracaidista en la guerra de los Seis D¨ªas (1967). Luego abri¨® un restaurante en Par¨ªs que hoy regentan sus hijos. ¡°Aqu¨ª todo es casher porque nos lo exige nuestra clientela, pero tambi¨¦n tenemos vino franc¨¦s y hasta pastis debidamente aprobados¡±, desvela.
"La vida no es f¨¢cil en Israel¡±, advierte un veterano inmigrante
A la cabeza de un cortejo de l¨ªderes internacionales, el primer ministro israel¨ª se permiti¨® el pasado enero en Par¨ªs hacer un llamamiento a los jud¨ªos franceses para que emigraran en masa a Israel, su verdadero ¡°hogar¡±. El gesto de Netanyahu suscit¨® el inmediato rechazo del presidente de la Rep¨²blica, Fran?ois Hollande, y de su primer ministro, Manuel Valls. En un acto celebrado poco despu¨¦s en Toulouse en recuerdo de las v¨ªctimas de los ataques de Mohamed Merah, el expresidente conservador Nicolas Sarkozy le replicaba: ¡°Francia no ser¨ªa la misma sin la presencia del juda¨ªsmo, que pertenece a su historia¡±.
La Revoluci¨®n tras la toma de la Bastilla reconoci¨® derechos ciudadanos a los jud¨ªos a finales del siglo XVIII, pero Francia tambi¨¦n ha marcado hitos en el antisemitismo, como el caso de Alfred Dreyfus, un oficial jud¨ªo acusado falsamente de traici¨®n, y cuyo honor fue restituido a comienzos del siglo XX tras la intervenci¨®n del escritor ?mile Zola con el c¨¦lebre alegato Yo acuso. Las p¨¢ginas m¨¢s negras en Francia se vivieron bajo el r¨¦gimen colaboracionista de Vichy durante la II Guerra Mundial, con episodios tr¨¢gicos como la redada del Vel¨®dromo de Invierno de Par¨ªs, en 1942, que supuso la deportaci¨®n de m¨¢s de 12.000 jud¨ªos hacia los campos de exterminio.
En 2014, el Consejo Representativo de Instituciones Jud¨ªas recopil¨® 851 actos antisemitas en Francia, frente a los 423 contabilizados en 2013. Pese a todo, solo un 1% de los jud¨ªos franceses emigraron a Israel el a?o pasado. ¡°Aparentemente, la posibilidad de morir v¨ªctima de la violencia en el Estado de Israel a¨²n sigue siendo m¨¢s alta que de ser asesinado en un ataque terrorista yihadista en Europa¡±, sostiene el periodista de Haaretz Anshel Pfeffer en la conclusi¨®n de una serie de reportajes sobre el antisemitismo en el Viejo Continente.
Richard, el t¨ªo del maestro pastelero Jer?me ben Aimar, es hoy un sesent¨®n reflexivo. Pero confiesa que antes fue un enardecido sionista que se embarc¨® para luchar en la guerra del Yom Kipur, en 1973, junto a 700 jud¨ªos franceses. ¡°Ten¨ªa 21 a?os. Vine porque creo en el derecho de los jud¨ªos a vivir en esta tierra¡±.
Cubierto por la kip¨¢, la barba cana y larga, vestido a la manera tradicional, pero sin alardes ultraortodoxos, este traductor profesional del franc¨¦s al hebreo recuerda haber visto ya otras oleadas de jud¨ªos franceses. ¡°No s¨¦ cu¨¢nto durar¨¢ esta vez, pero de lo que no cabe duda es que los ¨²ltimos acontecimientos han acelerado la decisi¨®n de aquellos que estaban plante¨¢ndose emigrar a Israel¡±, argumenta. ¡°Ahora vienen jubilados que se sienten inseguros en Francia y j¨®venes preocupados por el desempleo. La amenaza del yihadismo en Europa puede que haya empujado a algunos a venir, pero la vida no es f¨¢cil en Israel¡±, advierte este veterano inmigrante. ¡°Veremos qu¨¦ ocurre dentro de dos o tres a?os¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma

Archivado En
- Antisemitismo
- Atentado Charlie Hebdo
- Emigrantes
- Charlie Hebdo
- Libertad prensa
- Emigraci¨®n
- Israel
- Jud¨ªos
- Par¨ªs
- Francia
- Terrorismo islamista
- Atentados terroristas
- Yihadismo
- Europa occidental
- Oriente pr¨®ximo
- Grupos sociales
- Migraci¨®n
- Delitos odio
- Asia
- Demograf¨ªa
- Delitos
- Prejuicios
- Europa
- Medios comunicaci¨®n
- Problemas sociales