Primera vez ante las urnas
A algunos nos correspondi¨® el primer voto a final de los ochenta, cuando ya la brisa euf¨®rica de la Transici¨®n soplaba desbravada
Nunca se olvida la primera vez. Has superado los 18 a?os y seguramente a¨²n resides en casa de tus padres y la cita es en un colegio cercano del barrio. Tienes m¨¢s dudas que certezas y aunque te crees adulto nadie te trata como tal, ni tan siquiera t¨² mismo. Pero est¨¢s invitado a votar. No tiene la trascendencia ni dejar¨¢ un recuerdo tan imborrable como las otras primeras veces en aspectos m¨¢s ¨ªntimos de tu vida, pero es una invitaci¨®n a formar parte de la sociedad. Es muy posible que la mayor¨ªa ya hayan marchado antes en alguna protesta o se hayan manifestado con cierta indignaci¨®n por asuntos que afectaron a su ¨¢nimo durante la ¨¦poca escolar. A ellos el votar les llega como un derecho conquistado al fin.
A los chicos que llegan a votar por primera vez en las elecciones del domingo les pill¨® el nacimiento bajo el primer Gobierno de Aznar y miran los telediarios con una distancia sideral. Tienen suerte de encontrar un momento agitado. A algunos nos correspondi¨® el primer voto a final de los a?os ochenta, cuando ya la brisa euf¨®rica de la Transici¨®n soplaba desbravada y nos alcanzaba a la nariz un tufo a ca?er¨ªa obstruida y basura sin recoger. Era triste que te invitaran a votar en una atm¨®sfera de desencanto y muchos el domingo electoral ten¨ªamos otros planes. Eran abuelos, padres o hermanos mayores quienes, padecida la dictadura, segu¨ªan ejerciendo el derecho con un ah¨ªnco entusiasta. En especial las mujeres, ese grupo rotundo que muchos despreciaban con un paternal t¨ªtulo de amas de casa, hab¨ªan logrado sacudirse al marido que les eleg¨ªa la papeleta y entonces y ahora alimentaban la democracia con su instinto, que pod¨ªa ser caprichoso y prudente, pero casi siempre era m¨¢s acertado que el de los expertos.
La campa?a electoral tiene mucho de intoxicada informaci¨®n. Llegan mensajes brav¨ªos a la hora de la conexi¨®n del noticiario y titulares y fotos posadas sin demasiada profundidad. La estrategia est¨¢ en buscar alguien que conozca a los candidatos, que los haya tratado de cerca en sus anteriores labores, que te digan c¨®mo han funcionado en el despacho o en el cargo o en el aula o en esa fundaci¨®n modesta. Hay que preguntar porque la honestidad se entrena. Tambi¨¦n la humildad, la coherencia y el empe?o. No emanan por arte de magia de la urna en el d¨ªa de la votaci¨®n.
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