Con el parche de tuerto
Como siempre, votamos a tientas, si es que no a ciegas. Desconocemos las capacidades o m¨¦ritos de los candidatos
Hoy es d¨ªa de elecciones auton¨®micas y municipales en la mayor parte de Espa?a, y, por primera vez en muchos a?os, las encuestas nos anuncian que no tendremos que optar por uno de dos partidos con verdaderas posibilidades de triunfo. Llev¨¢bamos demasiado tiempo con la sensaci¨®n de que los votos a terceros, cuartos o quintos eran casi desperdiciados y poco iban a influir en el resultado final. Por fortuna, esto ha cambiado. Quienes depositen la papeleta de Ciudadanos o Podemos ¨C¨¦ste con sus diversas caras en cada lugar¨C, adem¨¢s de las cl¨¢sicas de PNV, CiU y dem¨¢s partidos locales, podr¨¢n creer con motivo que no malgasten su oportunidad; que los esca?os que obtengan estas formaciones tal vez sean determinantes para que gobierne o no gobierne una comunidad aut¨®noma o una alcald¨ªa una de las dos con mayor tradici¨®n; o bien, en alg¨²n caso, para que sean los representantes de estos reci¨¦n llegados quienes rijan tal pueblo o tal ciudad, en vez de los habituales. Esto ya es algo para acudir a las urnas con m¨¢s curiosidad, e incluso ilusi¨®n.
Sin embargo, como siempre, votamos a tientas, si es que no a ciegas. No solemos saber por qu¨¦ tal o cual individuo ha sido designado para aspirar a presidir una Comunidad o un Ayuntamiento. Cu¨¢les son sus capacidades o m¨¦ritos para la labor. En la pol¨ªtica se da, como lo m¨¢s normal, una circunstancia inimaginable en cualquier otra tarea. Si no me equivoco, hasta para ser bedel de Universidad o barrendero hay que presentarse a unas oposiciones o que superar unos ex¨¢menes espec¨ªficos para el puesto; no digamos para ser gerente de un banco o director de una empresa: hay que haber hecho carrera, demostrado facultades y eficacia, en la teor¨ªa al menos. En pol¨ªtica, en cambio, se pretende manejar cantidades ingentes de dinero p¨²blico y tomar decisiones que afectan a millares o millones de personas sin que los electores hayan visto siquiera un m¨ªsero curriculum vitae.
Llev¨¢bamos demasiado tiempo con la sensaci¨®n de que los votos a terceros, cuartos o quintos eran casi desperdiciados y poco iban a influir en el resultado final
Quiz¨¢ lo m¨¢s sorprendente ¨Cla fuerza de la costumbre, supongo, como si estuvi¨¦ramos resignados a tan extra?o proceder¨C es que a los electores nos trae bastante sin cuidado esta imperdonable falta de informaci¨®n y de justificaci¨®n respecto a los motivos para la designaci¨®n de un candidato. Si me atengo al lugar en que voto ¨CMadrid y su Comunidad¨C, no entiendo por qu¨¦ la ex-delegada del Gobierno Cifuentes podr¨ªa ser una Presidenta adecuada; a¨²n menos por qu¨¦ Aguirre, que cuando desempe?¨® ese cargo contravino toda sensatez y justicia y arras¨® la regi¨®n, no estar¨ªa abocada a ser una alcaldesa caprichosa y autoritaria, en modo alguno liberal; desconozco los m¨¦ritos de Gabilondo para el cargo al que aspira, lo mismo que los de Garc¨ªa Montero: del primero puedo saber que es hombre civilizado e imagino que buen profesor; del segundo, que es poeta competente, aunque eso, me temo, lo haya llevado durante su campa?a a incurrir en alguna inaudita cursiler¨ªa. No tengo ni idea de por qu¨¦ la em¨¦rita juez Carmena, con su larga y prestigiosa trayectoria en su ¨¢mbito, podr¨ªa tener un ¨¢pice de sensatez o acierto a la hora de dirigir la capital; a¨²n s¨¦ menos de las dotes de su rival Carmona, de quien ni hab¨ªa o¨ªdo hablar antes de su designaci¨®n (ahora veo que tiende a hacerse el gracioso sin que Dios lo haya llamado por ese camino; y poco m¨¢s). De los candidatos de Ciudadanos, bueno, Bego?a Villac¨ªs creo que es abogada y parece agradable, pero dudo que eso baste para recomendarla como alcaldesa; y, francamente, confieso ignorar qui¨¦n la acompa?a con vistas a presidir la Comunidad.
As¨ª que hay sitios en los que lo conocido es p¨¦simo, y lo desconocido demasiado desconocido. ?Por qu¨¦ otorgamos el voto, al final? Hace ya mucho que lo m¨¢s frecuente es votar contra un candidato o un partido y no a favor de aquellos cuya papeleta escogemos. No hay nada malo en ello, a mi parecer. Pero como esta vez el resultado previsible no es A o B, sino por lo menos A, B, C o D, nos es a¨²n m¨¢s dif¨ªcil saber qu¨¦ diablos estamos haciendo. ?Acabar¨¢ pactando C con A y propiciaremos, sin quererlo, que Aguirre remate Madrid tras las grav¨ªsimas heridas de sus correligionarios Manzano, Gallard¨®n y Botella? ?Pactar¨¢n B y D y, sin tampoco quererlo, veremos a una juez em¨¦rita y testaruda (algunos art¨ªculos s¨ª le he le¨ªdo) decidiendo arbitrariedades para nuestra maltrecha ciudad? En vista de la ignorancia a que nos condenan (y si yo padezco tanta, que presto atenci¨®n a la actualidad, ?cu¨¢nta no aquejar¨¢ a la mayor¨ªa de mis conciudadanos?), acaso en Madrid ¨Cno as¨ª en otras poblaciones¨C muchos acabemos votando no a las personas, no a los enigm¨¢ticos candidatos, sino en contra o a favor de los partidos que nos los proponen. Pero ya hemos desembocado de nuevo en lo anterior: ?qui¨¦n nos asegura a qui¨¦n no beneficiar¨¢ o perjudicar¨¢, a qui¨¦n permitir¨¢ o impedir¨¢ gobernar? En fin, p¨®nganse el parche de tuerto o cojan el bast¨®n de ciego, encam¨ªnense a los colegios electorales y d¨¦jense guiar por el instinto, la simpat¨ªa o la antipat¨ªa, el encogimiento de hombros o el pavor. Porque lo que es los partidos, ellos no nos han explicado por qu¨¦ debemos votar a nadie.
elpaissemanal@elpais.es
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