Las contradicciones de ¡®Charlie Hebdo¡¯

El paro, en registros hist¨®ricos, y la decadencia econ¨®mica no dan resuello a Francia, que tampoco acierta ¨²ltimamente en la elecci¨®n de sus s¨ªmbolos. Tras las matanzas yihadistas de enero, cuatro millones de ciudadanos se manifestaron el d¨ªa 11 de ese mes bajo el lema Je suis Charlie contra el terrorismo que cost¨® la vida a 17 personas, entre ellas nueve miembros de Charlie Hebdo. El Gobierno de Hollande, cuya popularidad ascendi¨® por esas fechas s¨²bitamente, enarbol¨® la bandera de la unidad nacional, bautiz¨® el movimiento como El esp¨ªritu del 11 de enero y, como muchos franceses, empez¨® a identificar a Charlie con los principios republicanos.

La revista sat¨ªrica, sin embargo, se descompone. Mor¨ªa de inanici¨®n antes del atentado por falta de ventas. Ahora, una recaudaci¨®n r¨¦cord estimada en 30 millones de euros gracias a la ola de solidaridad tras los atentados, amenaza su existencia y, sobre todo, su esp¨ªritu. En cuatro meses, la humilde publicaci¨®n ha pasado de pedir ayuda a los lectores a enviar una carta previa de despido a una de sus redactoras.

El mito de Charlie hab¨ªa generado otro mito interno: Luz, el dibujante que caricaturizaba a Mahoma. Pues bien, Luz abandona el barco. Unas semanas antes, firmaba un manifiesto con otros 14 compa?eros exigiendo mayor transparencia en la gesti¨®n. Ha tenido que estallar p¨²blicamente la crisis para que el nuevo director, Riss, explique c¨®mo se va a repartir en el (?pr¨®ximo?) futuro parte del dinero entre los familiares de las v¨ªctimas.

Hay otras miserias menores destapadas en estos d¨ªas en Charlie Hebdo, pero para aquellos que a¨²n se aferran al icono, el soci¨®logo y antrop¨®logo Emmanuel Todd ha publicado un ensayo demoledor titulado Qui est Charlie? que identifica a la Francia del 11 de enero como xen¨®foba, intolerante y autoritaria. No hay un d¨ªa que no se publique un nuevo art¨ªculo deplorando las teor¨ªas de Todd. Uno de ellos ha sido el del primer ministro, Manuel Valls. Pero hasta Luz rechaza el peso de haber convertido a Charlie en un s¨ªmbolo; salvo que sea el del declive.