Ya llegan de nuevo las balas
La violencia vuelve a azotar a la ya vulnerable poblaci¨®n de Sud¨¢n del Sur "En cuanto los combates llegaron a la ciudad, supimos que empezar¨ªamos a recibir heridos"
Hoy amaneci¨® diferente en Malakal. Era a¨²n temprano, alrededor de las 6 de la ma?ana, y al levantarme, lo hice con una sensaci¨®n extra?a que al principio no supe definir. Trat¨¦ de no dejarme distraer por el ruido de los generadores o con los ladridos de los perros para intentar escuchar un poco m¨¢s lejos. Y efectivamente, mis sospechas se confirmaron: esta ma?ana, la salida del sol trajo consigo disparos y detonaciones en varios puntos de la ciudad. Enseguida me di cuenta de que aquellas luchas internas que en realidad nunca se fueron, hab¨ªan vuelto de nuevo a Malakai.
En las ¨²ltimas tres semanas, la tensi¨®n entre los dinkas y los shilluks, dos de las principales tribus del estado de Alto Nilo, hab¨ªa aumentado much¨ªsimo, as¨ª que no puedo decir que todo esto nos pillara por sorpresa.
La ciudad de Malakai, que hab¨ªa empezado a cobrar m¨¢s vida en estos primeros meses del a?o, hab¨ªa empezado a vaciarse poco a poco en los ¨²ltimos d¨ªas, al tiempo que la presencia militar se iba haciendo cada vez m¨¢s palpable. El paulatino retorno de la poblaci¨®n al campo de desplazados que Naciones Unidas tiene a las afueras de la ciudad, y en el que MSF trabaja y vive desde el comienzo de esta crisis humanitaria en 2013, fue un claro mensaje para nosotros de que las cosas no iban bien. Supimos desde el principio que el riesgo de que la violencia estallara de nuevo estaba m¨¢s que presente.
Sud¨¢n del Sur, el pa¨ªs m¨¢s joven del mundo, enfrentado a su enemigo del norte durante m¨¢s de 20 a?os, derrama ahora la sangre de su propia gente, ataca a su propia poblaci¨®n y hace que el pertenecer a una tribu o a otra sea a veces la diferencia entre la vida o la muerte. En esta ocasi¨®n, son los dinkas y los shilluks los que est¨¢n enfrentados, pero otras veces estos dos mismos grupos han luchado juntos contra un tercero: los nuer.
Desde hace dos a?os, el miedo es palpable. Ante el menor rumor de que se va a producir un ataque, la gente deja atr¨¢s sus casas y sus pocos bienes y emprende la huida. El campo de desplazados se ha convertido estos d¨ªas en el nuevo hogar, si es que podemos llegar a llamarlo as¨ª, de casi 30.000 personas; muchos de ellos mujeres y ni?os. El flujo de gente que ha llegado hasta aqu¨ª en busca de protecci¨®n es impresionante, y la gran mayor¨ªa lleva desplazado o en huida constante desde m¨¢s de 15 meses.
En cuanto los combates llegaron a la ciudad, supimos que empezar¨ªamos a recibir heridos en el hospital
En cuanto los combates llegaron a la ciudad, vimos que pronto empezar¨ªamos a recibir heridos en el hospital. El volumen de los estallidos y detonaciones fue aumentando durante toda la ma?ana y no dio tregua a los combatientes durante varias horas.
En un momento dado, me avisaron de que un hombre hab¨ªa llegado huyendo desde la ciudad. Estaba herido en la mano porque se hab¨ªa cortado con una alambrada mientras guiaba a su familia hacia el campo de desplazados. Aprovech¨¦ para hablar con ¨¦l e intentar tener una imagen algo m¨¢s clara de lo que estaba pasando fuera y hacernos una idea de lo que nos pod¨ªamos esperar.
¡ª?C¨®mo est¨¢s?, le pregunt¨¦ con la ayuda del traductor. No hicieron falta muchas palabras; su mirada transmiti¨® muchas m¨¢s cosas que si los dos habl¨¢semos una lengua com¨²n. ¡ª ?Qu¨¦ est¨¢ pasando en las calles de Malakai? ?sabes si hay muchos muertos y heridos?
¡ªLas calles est¨¢n llenas de gente armada, me respondi¨®. ¡ªLa gente ha podido huir hacia las afueras de la ciudad y muchos est¨¢n viniendo hacia aqu¨ª.
¡ª?Y tu familia, hab¨¦is conseguido llegar todos sanos y salvos al campo??
¡ªPor suerte s¨ª, contest¨® mientras C¨¦sar, uno de nuestros m¨¦dicos, le suturaba la herida de la mano.
Y lo peor para esta gente es que, despu¨¦s de haber tenido que salir de sus casas con lo puesto esquivando las balas, aqu¨ª tampoco est¨¢n seguros del todo. Por desgracia, las vallas y portones que limitan el acceso al campo de desplazados no pueden frenar las tensiones. Esta misma noche, al tiempo que en la ciudad segu¨ªan las luchas, se han producido varios enfrentamientos dentro del campo de refugiados. Las diferencias y rencores que existen entre dinkas y shilluks se han ido gestando durante mucho tiempo, as¨ª que el mero hecho de cruzar una verja custodiada por Naciones Unidas no hace ni mucho menos que estos se olviden.
El riesgo de enfermedades es, a veces, un enemigo menos visible, pero m¨¢s peligroso que los disparos de bala
Mientras escribo estas l¨ªneas empiezo a pensar que, a toda esta situaci¨®n de violencia y tensi¨®n, habr¨¢ que sumarle los problemas que siempre surgen en los campos cada vez que llega una gran cantidad de gente en muy poco tiempo. La falta de espacio, de higiene y las dificultades de acceso al agua no distinguen de tribus. Y el riesgo de enfermedades como la diarrea es, a veces, un enemigo menos visible, pero m¨¢s peligroso que los disparos de bala, especialmente para la poblaci¨®n m¨¢s vulnerable.
Adem¨¢s, la estaci¨®n de lluvia se acerca y har¨¢ que las condiciones de vida sean a¨²n m¨¢s complicadas, as¨ª que nos tocar¨¢ trabajar contrarreloj para intentar preparar lo mejor posible nuevos espacios en donde acomodar a los reci¨¦n llegados.
Desde que llegu¨¦ en enero, he visto con preocupaci¨®n c¨®mo las condiciones de vida de la poblaci¨®n son cada vez m¨¢s dif¨ªciles y hemos estado prepar¨¢ndonos para dar una respuesta r¨¢pida en caso de necesidad. La desnutrici¨®n o el c¨®lera son algunos de los posibles desaf¨ªos a los que ya sab¨ªamos que tendr¨ªamos que enfrentarnos en los pr¨®ximos meses; da?os colaterales de un conflicto que, sumados a episodios de violencia como los que vivimos durante estos d¨ªas, da?an terriblemente a la poblaci¨®n civil de Sud¨¢n del Sur.
No corren buenos tiempos para Malakai.
Ana de la Osada. Medical Team Leader de MSF en Malakai.
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