Mientras las m¨¢quinas hablan, alguien pensar¨¢
La tecnolog¨ªa puede ser inteligente, pero decir "me lo pensar¨¦" est¨¢ mal visto.
A l mismo tiempo que lee esta columna, alguno o varios de sus aparatos electr¨®nicos estar¨¢n hablando con otras m¨¢quinas sobre usted. Lo har¨¢n ¡ªseg¨²n las compa?¨ªas a las que pertenecen tanto los aparatos como los programas que corren en ellos¡ª buscando facilitarle nuevas propuestas sobre sus gustos, abrirle nuevos horizontes. Es una manera elegante de decir que pretenden crear nuevas necesidades de consumo. ¡°Voy a desconectar¡± se ha convertido en una frase vac¨ªa. Ya nunca estamos desconectados.Ni siquiera dormidos lo estamos, porque las m¨¢quinas siguen hablando entre ellas sobre nosotros, como advierte el fil¨®sofo coreano Buyng-Chul Han, autor de la expresi¨®n ¡°el enjambre¡± para determinar la mentalidad colectiva que est¨¢n conformando las redes sociales. Otros, como Stephen Hawking, van m¨¢s lejos y advierten que la inteligencia artificial puede convertirse en el mayor peligro para la supervivencia de la especie humana. Viniendo de alguien con una mente privilegiada, que adem¨¢s necesita de la tecnolog¨ªa m¨¢s avanzada para poder comunicarse con el resto de la humanidad, es una interesante observaci¨®n.
Como ya advert¨ªa el domingo en este peri¨®dico Jonathan Crary, esta permanente conexi¨®n ya est¨¢ comenzando a dejarse notar. El historiador del arte se centraba en razones econ¨®micas y productivas, pero es f¨¢cil buscar ejemplos m¨¢s comunes. As¨ª, todos podemos contar en horas el tiempo al mes que tardamos en comprobar nuestra actividad en las redes sociales (s¨ª, las del enjambre). Muchas personas, antes de ponerse a una tarea concreta (tal vez urgente), miran su cuenta de correo corporativo, luego la de Gmail (y habr¨¢ correos generados por software). Despu¨¦s comprueban si hay mensajes o interacciones en Facebook o Twitter y echan un vistazo a Linkedin, no sea que su perfil haya sido visitado por el mism¨ªsimo Richard Branson. Si adem¨¢s est¨¢n en Pinterest, suben unas fotos y ven otras. Snapchat se puede dejar para m¨¢s tarde. Finalmente deben vencer la tentaci¨®n de no volver a consultar el correo corporativo y recomenzar el ciclo. Suponiendo que no hayan contestado ning¨²n mensaje han pasado al menos veinte minutos. ?Y la tarea? Sin comenzar.
Nos hemos hecho dependientes del lenguaje de las m¨¢quinas y de su manera de hacernos reaccionar. Se nos exigen respuestas inmediatas y se establecen mecanismos para forzarnos. ?Qui¨¦n no se ha sentido obligado a contestar un mensaje de WhatsApp consciente de que la persona que lo ha enviado ha visto el doble clic que indica que lo hemos le¨ªdo? En segundos, tras recibir una llamada ¡ªen EE?UU los programas utilizados por los call center son tan sofisticados que a veces no se puede distinguir si hablan personas o m¨¢quinas¡ª, hay que decidir si se cambia de tarjeta de cr¨¦dito o compa?¨ªa telef¨®nica o si se contrata un canal de televisi¨®n. ¡°Me lo voy a pensar¡±, suena a excusa. ?Por qu¨¦? Porque resulta que en esta ¨¦poca de m¨¢quinas que hablan unas con otras sobre seres humanos, una persona que simplemente no haga nada, ni escuche nada, ni env¨ªe nada y que a la pregunta de qu¨¦ est¨¢ haciendo responda ¡°estoy pensando¡±, ¨¦se es un t¨ªo raro.
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