Hu¨¦spedes en su propia tierra
Los ind¨ªgenas misquitos de Honduras por fin son due?os del suelo que han pisado durante siglos, pero no sin haber luchado por ¨¦l
En la esquina m¨¢s remota de Honduras, en su punta m¨¢s oriental, hay una inmensa llanura que se debate entre el mar y la tierra y que se llama Mosquitia. Sus habitantes son los indios misquitos y, ahora, despu¨¦s de d¨¦cadas de lucha, por fin son due?os del suelo que han pisado por generaciones.
Hasta hace menos de dos a?os, los misquitos eran hu¨¦spedes inc¨®modos en su propia tierra, ocupantes apenas tolerados en terrenos propiedad del Gobierno central, abandonados a la merced de colonos cada vez m¨¢s voraces y del narcotr¨¢fico y los contrabandistas. En 2013 por fin conquistaron la propiedad legal y reconocida sobre ese territorio que han habitado desde antes de que se inventara el Estado. Hoy se enfrentan al reto de aprovecharla y de conservarla en un momento de especial precariedad y bajo fuego.
En realidad, este pueblo que antes no ten¨ªa nada hoy es due?o de una promesa que cabe en las 700.000 hect¨¢reas que abarcan los diferentes t¨ªtulos otorgados, pero tambi¨¦n de un presente fr¨¢gil que la pone en riesgo. Como cuenta esta nueva entrega de Si no nosotros, ?entonces qui¨¦n?, la serie sobre comunidades forestales que realiza Handcrafted Films, los misquitos luchan por apropiarse de esa tierra y por defenderla frente a quienes quieren robarla.
El primer desaf¨ªo para que la promesa se haga realidad es manejar para el futuro lo que antes se sembraba en la incertidumbre. Las tierras que tan bien conocen y que ahora son suyas ofrecen recursos que pueden sacarlos de la pobreza. De la batana ¡ªprima caribe?a de la palma africana¡ª se obtiene un aceite que cada vez tiene m¨¢s mercado. La madera del pino caribe?o es tan buena como cualquier otra, y todav¨ªa hay maderas preciosas suficientes para venderlas sin comprometer su supervivencia. Las comunidades misquitas est¨¢n formando empresas para comercializar esos productos y construyen las normas que marquen c¨®mo se toman las decisiones en esas cooperativas. La cosa pinta bien, pero no es f¨¢cil.
El otro reto para apropiarse de sus nuevos dominios es imponer orden en donde reinaba el desgobierno. M¨¢s all¨¢ de qu¨¦ la cubre, la Mosquitia es, en ¨²ltimo t¨¦rmino, tierra, y en Honduras la tierra vale mucho. Oleadas de colonos llegan mes con mes a este territorio, aprovechando la debilidad de los nuevos due?os, sacando jugo de la incapacidad de la polic¨ªa para hacer cumplir la ley. Son los despose¨ªdos de siempre enfrentados a quien hace nada era uno como ellos.
?sa es la historia que cuenta Pana-pana.
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