Aguirre en las cruzadas
Se repite que el cambio tiene nombre de mujer. Manuela, M¨®nica, Ada. Y yo me pregunto a qu¨¦ g¨¦nero pertenec¨ªan Esperanza, Rita o Mar¨ªa Dolores
A la hora de escribir esta columna me impongo una condici¨®n innegociable: ¡°Evitar los lugares comunes por muy populares que sean¡±. Hay un lugar com¨²n que en estos d¨ªas brota de la boca de muchos opinadores, aunque cada uno lo exprese como si fuera un pensamiento que acaba de inventar. Se dice y se repite que el cambio que a punto est¨¢ de producirse tiene nombre de mujer. Manuela, M¨®nica, Ada. Y yo me pregunto a qu¨¦ genero, bromas aparte, pertenec¨ªan estas otras que respond¨ªan al nombre de Esperanza, Rita o Mar¨ªa Dolores. Cuando los barones reaccionarios tratan de desprestigiar a una mujer que no les cuadra ideol¨®gicamente la tildan de mostrenca, de ambiciosa, de poco femenina. Cuando los varones progresistas critican a una pol¨ªtica tambi¨¦n utilizan insultos muy ligados tradicionalmente a la condici¨®n femenina: bruja, manipuladora, hist¨¦rica o rid¨ªcula. En ambos casos se fija la cr¨ªtica en el f¨ªsico y en la edad. Nada nuevo. El caso es que el g¨¦nero acaba pesando siempre como una losa: solo aceptamos la soberan¨ªa de las mujeres cuando piensan estrictamente lo mismo que nosotros. Reconozco mi radicalidad en este asunto. El sexo no te liga por fuerza a unos mandamientos ideol¨®gicos. El ¨²nico compromiso que asumo por mi condici¨®n es el de defender el derecho de cualquier mujer a ser lo que le plazca y a pensar lo que quiera.
Dicho esto, hay mujeres que mejoran la vida de otras mujeres por el hecho de defender una sociedad m¨¢s justa, y no hay sociedad justa sin la participaci¨®n activa de la mitad de la poblaci¨®n; en ese sentido, Manuela, Ada o M¨®nica, con sus proyectos de aliviar el desamparo de los desfavorecidos, de promover la sanidad y la educaci¨®n p¨²blicas y de frenar el desprop¨®sito especulativo que est¨¢ entregando las ciudades a un grupo reducido de billonarios que campean a sus anchas sin ser controlados por las autoridades, Manuela, Ada o M¨®nica, esas tres representantes ciudadanas, pueden (deben) facilitar la vida de las mujeres, que siempre que llegan las crisis y los malos tiempos son las que llevan las de perder. Manuela Carmena lo sabe m¨¢s que ninguna, por pertenecer a la generaci¨®n de mujeres que nos allanaron el camino, que era tortuoso, a las que vinimos despu¨¦s. Por ellas siento devoci¨®n y agradecimiento. Esta semana se defin¨ªa Carmena a s¨ª misma en la radio como ¡°una se?ora mayor¡±. Ya era hora de que las se?oras mayores tomaran el poder, de hecho, son las que en nuestro pa¨ªs tienen tomada la calle, las m¨¢s activas culturalmente, las que llenan los actos p¨²blicos, las excursiones, las visitas muse¨ªsticas, los clubes de lectura, los gimnasios con sus zumbas, las inagotables, las que acuden a los cursos de Historia, a las visitas guiadas, las que no renuncian a la entrega social. Unas radicales, sin duda, en grado sumo. Se?oras mayores muy activas en ese whatsapp presencial que tiene lugar a diario en las cafeter¨ªas a eso de las seis de la tarde.
En el reverso est¨¢ Esperanza, que tambi¨¦n es mujer. Aguirre fue jaleada y glosada por grandes firmas de nuestro tiempo a las que encandilaba ese estilo castizo tan de se?ora bien que desciende con su verbo a la altura del pueblo. Esperanza encajaba bien las bromas y las asum¨ªa sin miedo a convertirse en personaje. Esperanza era la lideresa con la que so?aba ese sector de ultraliberales que siempre ha considerado a Mariano el ¡°hombre blandengue¡±, como dir¨ªa El Fary. Pero est¨¢ visto que el aplomo y la retranca le ven¨ªan a Aguirre del convencimiento insensato de que sus poderes no ten¨ªan caducidad; ahora, cuando todo se derrumba, le echa la culpa al partido, a Rajoy, a los radicales insensatos que han votado a una contrincante que quiere convertir Madrid en el pa¨ªs de los s¨®viets. A m¨ª me ha sonado el disparate un poco tintinesco, no s¨®lo por la referencia al t¨ªtulo de uno de los ¨¢lbumes de Tint¨ªn sino por el trazo socarr¨®n de los personajes de Herg¨¦. Con cachondeo y rapidez, los votantes de Manuela han contestado a Esperanza con fotos que desmontan el insulto: padres con ni?os, se?oras mayores, escenas dom¨¦sticas de lo m¨¢s corriente y un hashtag que ironiza sobre el asunto: ¡°Para Espe #yo soy radical¡±. El primer signo de desparrame que advert¨ª en Aguirre fue cuando afirm¨® en la tele que hab¨ªa muchos que m¨¢s que desbancarla quer¨ªan fusilarla al amanecer. No percib¨ª ya humor alguno en esa frase sino agresividad y mal estilo. Luego vino lo que todos sabemos. Pero nunca he interpretado su nerviosismo en funci¨®n de sexo. Se trata sin m¨¢s de alguien que se resiste a dejar de mandar.
Yo, que me imagino a todo el mundo en el colegio, pienso, ¡°dios m¨ªo, menos mal que no me toc¨® en mi clase¡±.
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