Ocho palabras del discurso del presidente Obama
La cuesti¨®n de fondo en el conflicto israel¨ª-palestino es que "Los palestinos no son los socios m¨¢s f¨¢ciles"
El 22 de mayo pasado el presidente Barack Obama pronunci¨® un poderoso y sentido discurso en una sinagoga de Washington, donde abord¨® directamente las preocupaciones y aspiraciones del pueblo jud¨ªo, identific¨¢ndose sin ambages con sus valores ¨¦ticos y tambi¨¦n con la trayectoria ¨¦tica jud¨ªa en tanto met¨¢fora de la b¨²squeda universal de paz y justicia.
Aunque la alocuci¨®n no pretend¨ªa pronunciarse sobre pol¨ªticas, Obama s¨ª se refiri¨® al conflicto israel¨ª-palestino, afirmando que "Del mismo modo que los israel¨ªes construyeron un Estado en su tierra natal, tambi¨¦n los palestinos tienen derecho a ser libres en la suya. Con todo, quisiera recalcar que esto no es f¨¢cil. Los palestinos no son los socios m¨¢s f¨¢ciles que hay".
Para empezar, al igual que una clara mayor¨ªa de israel¨ªes, hace tiempo que pienso que los palestinos tienen ese derecho. No solo ser¨ªa bueno para sus intereses, tambi¨¦n para los israel¨ªes, permitiendo al Estado jud¨ªo, tanto poner fin a una ocupaci¨®n indeseada, que se remonta a 1967, como cambiar profundamente el equilibrio demogr¨¢fico dentro de sus fronteras.
Pero solo hay un problema, contenido en ocho palabras que pronunci¨® el presidente: "Los palestinos no son los socios m¨¢s f¨¢ciles". Lo que hizo el p¨²blico ante esa frase fue re¨ªrse. Aunque, evidente, la cosa no sea para re¨ªrse. En realidad, el fondo de la cuesti¨®n es este y lo ha sido durante d¨¦cadas.
No digo esto para plantear un debate. No intento imponerme en una discusi¨®n. Solo tengo un objetivo obsesivo: asistir al d¨ªa en el que Israel pueda vivir en paz, de manera real y duradera, con sus vecinos. Tampoco pretendo con esto apuntar que los l¨ªderes israel¨ªes, de palabra y de acci¨®n, se hayan conducido siempre de manera ejemplar.
Son tan humanos y, en consecuencia, tan falibles, como los pol¨ªticos de cualquier sociedad democr¨¢tica; est¨¢n sometidos a las demandas del electorado y, en el caso de Israel, a las turbulencias de la creaci¨®n de coaliciones, y puede que, a posteriori, entiendan las cosas perfectamente, pero, por desgracia, eso no siempre ocurre cuando se trata de anticiparlas.
Con todo, en ¨²ltima instancia, las intenciones de los dirigentes palestinos son de todo menos evidentes. Puede que otros, desde Washington hasta Bruselas, traten de interpretar sus objetivos. Sin embargo, al intentar precipitar una soluci¨®n, con demasiada frecuencia prescinden de, minusvaloran o racionalizan aquellos factores fundamentales que podr¨ªan poner en cuesti¨®n sus afirmaciones.
A decir verdad, en m¨²ltiples ocasiones los palestinos podr¨ªan haber tenido un Estado y convertirse en "un pueblo libre en su propia tierra", pero, por razones que quiz¨¢ quienes mejor conozcan sean sus l¨ªderes, decidieron lo contrario.
A muchos esto les sonar¨¢ absolutamente contraintuitivo. Despu¨¦s de todo, si los palestinos han estado clamando por tener su propio Estado y se les ha ofrecido gran parte de lo que supuestamente quieren, ?c¨®mo puede ser que sigan sin tener una naci¨®n? Y aqu¨ª es donde las cosas se complican.
Los portavoces palestinos y quienes les dan trabajo no desaprovechan ninguna oportunidad de desviar la atenci¨®n de su propia y considerable responsabilidad en la situaci¨®n actual. Y con demasiada frecuencia tienen ante s¨ª a p¨²blicos receptivos, enormemente dispuestos a creer (?qu¨¦ importan los hechos!) que el ¨²nico culpable de todo es Israel, esa pr¨¢ctica cabeza de turco.
Sin embargo, ?c¨®mo explicar que en 1947, en la Palestina del Mandato, se rechazara la recomendaci¨®n de constituir dos Estados, uno jud¨ªo y otro ¨¢rabe, que hizo la ONU? ?O que se desechara categ¨®ricamente tratar con Israel despu¨¦s de la guerra de los Seis D¨ªas de 1967, cuando el Estado jud¨ªo propuso un acuerdo de paz basado en el intercambio de tierras? ?O la falta de inter¨¦s de los palestinos en aprender de los ejemplos de Egipto y Jordania, que, en t¨¦rminos favorables, alcanzaron acuerdos de paz con Israel, reconociendo su derecho a existir en la regi¨®n? ?O qu¨¦ decir del rotundo rechazo de las ofertas que en 2000 y de nuevo en 2001, y con el respaldo absoluto de Bill Clinton, hizo el primer ministro israel¨ª Ehud Barak, planteando un acuerdo de dos Estados, y a las que se respondi¨® desatando una sangrienta "segunda intifada" contra Israel? ?O de la no aceptaci¨®n del plan de dos Estados propuesto en 2008 por el primer ministro Ehud Olmert, al que ni siquiera se respondi¨® con una contraoferta? ?O de la actual violaci¨®n por parte de los palestinos de los Acuerdos de Oslo de 1993, basada en acciones unilaterales, en sortear a Israel y la mesa de negociaciones, y en acudir a organismos de la ONU donde los votos est¨¢n a su disposici¨®n? ?O del frecuente recurso de los palestinos a la incitaci¨®n, a t¨¦rminos incendiarios como el de ?genocidio? y a la santificaci¨®n de terroristas con las manos manchadas de sangre de civiles israel¨ªes? ?O del hecho ineludible de que hoy en d¨ªa, en cualquier caso, el acuerdo basado en la existencia de dos Estados es pr¨¢cticamente inviable porque Gaza est¨¢ en manos de Ham¨¢s, un grupo terrorista apoyado por Ir¨¢n que, por principio, llama a la eliminaci¨®n de Israel, y porque la seguridad de Mahmud Abb¨¢s en Cisjordania est¨¢ de todo menos asegurada (todav¨ªa menos sin la no reconocida ayuda de las fuerzas israel¨ªes)?
Como jud¨ªo, entiendo que la b¨²squeda de la paz est¨¢ profundamente arraigada en nuestra identidad. Nuestro ADN lo definen las palabras del profeta Isa¨ªas: "No alzar¨¢n la espada gente contra gente, ni se ejercitar¨¢n para la guerra".
Pero ese no puede ser el comienzo y el final de la discusi¨®n. Existe una segunda realidad. Ojal¨¢ no fuera as¨ª, pero, por desgracia, la tenemos justo delante y remitirnos a la nobleza de los valores jud¨ªos no la har¨¢ desaparecer: para que haya paz hace falta un socio que comparta verdaderamente el objetivo de poner fin al conflicto, que tambi¨¦n est¨¦ dispuesto a ceder para alcanzarlo y que d¨¦ razones para creer que el futuro puede ofrecer una prometedora ruptura con el pasado.
?Tiene Israel ese socio? Los miembros del jurado ¨C?o deber¨ªamos decir los jud¨ªos?- a¨²n no se han pronunciado. Pero me atrever¨ªa a decir que cuando Israel tenga ese socio la paz no solo ser¨¢ posible sino inevitable.
David Harris Director ejecutivo del Comit¨¦ Jud¨ªo Americano (AJC)
Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo
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