Nicolas Sarkozy, por la Rep¨²blica hacia El El¨ªseo
El expresidente, un animal pol¨ªtico como pocos, quiere volver al primer plano como el constructor de un ¡°gran partido para el siglo XXI"
Declararse republicano en Espa?a tiene poco que ver con los sentimientos que ese t¨¦rmino suscita en Francia. Lo que al sur de los Pirineos se ve como antimonarquismo o izquierdismo, en el pa¨ªs vecino invoca los valores de un r¨¦gimen democr¨¢tico al que se adhiere la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Que adem¨¢s lo considera superior a otras democracias, para lo cual alegan la herencia de la Revoluci¨®n y sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad.
La mayor parte de los partidos pol¨ªticos franceses se declaran republicanos. Por supuesto, un banquete republicano no es una reuni¨®n de gente antisistema, sino un ¨¢gape popular en torno a diversas causas; antiguamente se usaba esta f¨®rmula para hacer pol¨ªtica cuando no hab¨ªa mucho dinero que gastar. Si nos ponemos trascendentes, el s¨ªmbolo que culmina el republicanismo es la elecci¨®n directa en las urnas del jefe del Estado; pero, si bajamos a la realidad, resulta que ese presidente elegido por el pueblo (cualquiera que sea) se ve tildado de ¡°monarca republicano¡± por los poderes de los que dispone o la magnificencia del palacio que ocupa: El El¨ªseo. Es verdad que el republicanismo tambi¨¦n evoca valores positivos como el compromiso con la educaci¨®n p¨²blica, el respeto a los derechos humanos o el laicismo.
El expresidente Nicolas Sarkozy, un animal pol¨ªtico como pocos, quiere volver al primer plano como el constructor de un ¡°gran partido para el siglo XXI¡±. Muchos creen que la monta?a ha parido un rat¨®n al saber que la gran novedad consiste en rebautizar al partido neogaullista, hasta ahora llamado Uni¨®n por un Movimiento Popular (UMP), con el nombre de Los Republicanos. Aprovechando la debilidad de los socialistas, Sarkozy pretende volver a El El¨ªseo en 2017; antes ha de ganar las primarias de su partido ¡ªesa f¨®rmula que tanto horroriza al PP espa?ol¡ª y cree que un paso hacia la meta es que le aprueben el nuevo nombre en el Congreso previsto para el 30 de mayo.
Sus adversarios internos consideran esa denominaci¨®n demasiado americana, por aquello del Partido Republicano de EE UU. La izquierda se lo toma peor: atribuye a Sarkozy la pretensi¨®n de monopolizar un patrimonio com¨²n. Intelectuales y pol¨ªticos han hecho llamamientos a las barricadas contra la iniciativa de Sarkozy ¡ªenti¨¦ndase en sentido figurado; los tiempos de la Comuna de Par¨ªs o de Mayo del 68 quedaron atr¨¢s¡ª, adem¨¢s de intentar una acci¨®n judicial que ha fracasado. Afectado por diversos esc¨¢ndalos, compensarlos con la creaci¨®n de Los Republicanos parece que puede ser un recurso sem¨¢ntico o un astuto golpe publicitario.
Lo bueno es que en Francia se mantiene un alto inter¨¦s por la pol¨ªtica, pese al sentimiento depresivo atizado por ciertos intelectuales. A veces es dif¨ªcil comprender sus batallas ret¨®ricas, pero la verdad es que la sociedad francesa sigue siendo una de las pocas en Europa que saca fuerzas de flaqueza para sostener una cierta idea de la modernidad. Nada tiene que ver la seriedad de sus debates con el batiburrillo habitual en este solar patrio.
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