Las palabras esquel¨¦ticas
ATS en vez de ¡°enfermera¡±, ATC en lugar de ¡°cementerio nuclear¡±... Se extienden las expresiones sin efectos emotivos
El periodista argentino Mart¨ªn Caparr¨®s escribe en su libro El hambre (Anagrama) que los t¨¦rminos t¨¦cnicos no producen efectos emotivos. Por eso circulan expresiones como ¡°subalimentaci¨®n¡±, ¡°desnutrici¨®n¡±, ¡°malnutrici¨®n¡±, ¡°inseguridad alimentaria¡± y cualquiera otra que evite decir ¡°el hambre¡±; vocablos que (supuestamente precisos por tal o cual motivo) arrinconan a la palabra que m¨¢s duele.
As¨ª se nos van los vocablos que laten y se nos quedan los t¨¦rminos disecados, sujetos con un alfiler en las hojas de los peri¨®dicos.
Por ejemplo, las siglas. Decimos y debemos decir, por supuesto, PP, PSOE, ONU, OTAN¡. Pero no nos referimos aqu¨ª a organismos o partidos, sino a los t¨¦rminos comunes que se esconden tras unas iniciales que los desproveen de su carga m¨¢s honda, de su capacidad para seducir o repugnar.
La diferencia entre las palabras con carne y las que se han quedado en los huesos se puede percibir con claridad. ¡°Pel¨ªcula¡± es un t¨¦rmino c¨¢lido, y DVD un vocablo fr¨ªo. Nuestras canciones m¨¢s nost¨¢lgicas las asociamos a ¡°disco¡±, rara vez a ¡°CD¡±. Nos reconforta un ¡°mensaje de apoyo¡± pero enviamos ¡°un SMS¡± con la cita para una reuni¨®n.
Ya no hablamos del ¡°coste de la vida¡± sino del IPC; y nos amenaza menos un ERE que un ¡°despido colectivo¡±
Y esos esqueletos andantes sustituyen cada vez m¨¢s a palabras de cuerpo y alma, que van cayendo a las fosas mientras sus radiograf¨ªas se levantan y caminan entre nosotros.
El paciente de un hospital sentir¨¢ m¨¢s pr¨®ximos a la ¡°enfermera¡± o al ¡°enfermero¡± si los denomina as¨ª que si oye hablar de ¡°los ATS¡±; todos viviremos m¨¢s el riesgo y la habilidad con el ¡°artificiero¡± que desactiva una bomba que si nos lo presentan como ¡°un tedax¡±, y hasta recordaremos mejor la ¡°clave¡± que el PIN. Se propone que los inmigrantes sin papeles tengan un DNI, y eso lo percibir¨ªamos con otras emociones si nos hablaran de que se les dar¨¢ un carn¨¦ de persona. Sentiremos pr¨®ximo un nombre propio como ¡°Am¨¦rica Latina¡±, pero lejano si se jibariza en ese ¡°LATAM¡± que reduce a fr¨ªo ep¨ªgrafe todo un espacio com¨²n de sangre y cultura.
Ese ¡°LATAM¡± reduce a fr¨ªo ep¨ªgrafe todo un espacio com¨²n de sangre y cultura
Ya no hablamos del ¡°coste de la vida¡± sino del IPC; y nos amenaza menos un ERE que un ¡°despido colectivo¡±. Nos preocupar¨ªamos por la ubicaci¨®n del ¡°cementerio nuclear¡± pero notamos lejano eso del ATC. La inversi¨®n en ciencia y en saber se llama I+D+i, y as¨ª la f¨®rmula para su financiaci¨®n se reduce a la f¨®rmula de su denominaci¨®n. Y no pensamos en los ¡°impuestos¡± sino en el IRPF o el IVA, representaciones ambas donde la idea de la imposici¨®n se transforma en una fina i que no significa nada y que quiz¨¢s nos distrae de las exigencias que debemos plantear a cambio de nuestro sacrificio fiscal.
Los especialistas defienden sus tecnicismos, pero lo que ganan en rigor se pierde en calidez. Las letras sin un coraz¨®n dentro no transmiten sobresaltos, y su frialdad las deja desactivadas; inservibles para la batalla.
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