Rajoy ante el espejo
La recomendaci¨®n del presidente de Castilla y Le¨®n a Rajoy no ha tenido el eco que merec¨ªa
La recomendaci¨®n del presidente de Castilla y Le¨®n a Rajoy de que se mire en el espejo antes de decidir si se vuelve a presentar como candidato por su partido a la presidencia del Gobierno de Espa?a en las pr¨®ximas elecciones no ha tenido, a mi entender, el eco que merec¨ªa, m¨¢xime teniendo en cuenta de qui¨¦n ven¨ªa la recomendaci¨®n: de un correligionario fiel (al menos hasta el momento), no de un opositor pol¨ªtico.
La imagen de Rajoy ante el espejo me ha perseguido desde que lo escuch¨¦ y me ha tra¨ªdo a la memoria im¨¢genes y recuerdos de otras figuras ante el espejo, desde la archifamosa del Narciso mitol¨®gico, que se suicid¨® y se convirti¨® en una flor al no obtener respuesta de su imagen reflejada en un estanque, espejo de agua para ¨¦l, a la del ciego argentino Borges, cuyo horror hacia los espejos le llev¨® a escribir continuamente de ellos (¡°?Por qu¨¦ persistes, incesante espejo??/ ?Por qu¨¦ duplicas, misterioso hermano,?/ el menor movimiento de mi mano, etc¨¦tera?¡±) como han hecho tambi¨¦n otros escritores y artistas de todos los g¨¦neros a lo largo de la historia ?Qui¨¦n no recuerda la imagen de Frankenstein reflej¨¢ndose en el agua, Narciso monstruoso, junto a la ni?a que mira el lago desde la orilla ajena a su proximidad en cualquiera de las adaptaciones que se han hecho de la novela de Mary Shelley o la pel¨ªcula de Andrej Tarkovski ¡ªEl espejo, en espa?ol¡ª en la que un hombre hace repaso de su vida ante la pantalla, que en ning¨²n momento lo refleja curiosamente? Uno se imagina a Rajoy desde ese d¨ªa mir¨¢ndose continuamente en el espejo de La Moncloa, escudri?ando su adusta imagen, tratando de averiguar qu¨¦ ha de descubrir en ella sin encontrar respuesta ninguna, como Narciso. Tras a?os de reflejarse en sus propias gafas, en las pantallas de televisi¨®n a trav¨¦s de las que se ha dirigido a los espa?oles desde que lleg¨® al poder, en las miradas condescendientes de sus corifeos, que nunca reflejan ni devuelven la verdad, quiz¨¢ se sienta desconcertado, sorprendido de ver que est¨¢ m¨¢s s¨®lo de lo que cre¨ªa y de que su figura mueve a la compasi¨®n (¡°Vi tu cara y sent¨ª v¨¦rtigo y llor¨¦¡¡±, vuelve a sonar la voz de Borges de fondo) cuando no a la risa, pues el espejo y su imagen est¨¢n deformados como las de don Latino y el bohemio Max Estrella en los del Callej¨®n del Gato valleinclanesco. Aunque lo peor ser¨ªa que se viera de pronto ya al otro lado del espejo, caminando como Alicia hacia el Pa¨ªs de Nunca Jam¨¢s, y, a¨²n peor, que no viera nada reflejado en ¨¦l, pues ser¨ªa la prueba definitiva de que, como los vampiros, ya es s¨®lo un ser de ficci¨®n.
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