Cuando toca perder
La educaci¨®n ha sufrido en las ¨²ltimas d¨¦cadas un desprecio ¨²til por parte de la autoridad
Es f¨¢cil cargar contra la ense?anza p¨²blica. Basta una ojeada imprecisa a los informes Pisa o dejarse llevar por el elitismo de quien nunca se para a reflexionar sobre la cruel diferencia de oportunidades que a¨²n pervive en nuestro pa¨ªs. Por eso el caso del suicidio de una alumna acosada en un instituto de Usera, al que tampoco conviene estigmatizar, provoca algo equivocado. En primer lugar, el suicidio siempre contiene una dosis de intimidad de tal calibre que conviene ser justos y precisos para no sumar m¨¢s da?o a un da?o tan terrible. Las clases sociales, las barriadas desfavorecidas, no merecen ser elegidas como escenario tan solo del dolor y la carencia. En ese mismo centro, muchos chicos dan el primer paso para escalar hacia el mundo del conocimiento, de la igualdad, de la realizaci¨®n personal y profesional, y ese m¨¦rito es tan fotog¨¦nico como la muerte o el crimen.
Lo que ha roto las costuras de ese caso es encontrarte la masificaci¨®n y la impotencia de una comunidad. M¨¢s all¨¢ de los recortes, la educaci¨®n en la capital del pa¨ªs ha sufrido en las ¨²ltimas d¨¦cadas un desprecio ¨²til por parte de la autoridad que nos va a tocar pagar con creces en los pr¨®ximos a?os. Suprimir interinidades, carecer de recursos para cubrir bajas, reducir los programas de apoyo, degradar los servicios internos es exactamente lo contrario que una crisis econ¨®mica precisaba. Salvar alumnos que se deslizan hacia el abandono es lo que hubi¨¦ramos necesitado, porque la crisis financiera no tiene soluci¨®n m¨¢s que en el circo financiero, pero s¨ª el futuro social de una inmensa cantidad de j¨®venes.
Lo que no se aprende en el colegio se aprende en el patio del colegio y ah¨ª tambi¨¦n habr¨ªa que preguntarse por la criminalidad que encierra suprimir ligas deportivas, actividades extraescolares, acercamiento a fen¨®menos culturales que los chicos suplen con una intimidad hiperconectada pero de un individualismo radical y enfermizo. La potencia de la adicci¨®n a las redes sociales y sus subg¨¦neros delincuenciales encuentra en Espa?a datos que nunca pondera un informe institucional. Juega un papel esencial en todo ello la soledad, el sedentarismo, la precarizaci¨®n del empleo paterno, el precio de la vivienda y el derrumbe social de barrios en favor de la desigualdad. Todo ni?o busca en la escuela un maestro que le abra la ventana. Encontrarlo es la mejor loter¨ªa, pero hemos reducido tanto los n¨²meros que cada d¨ªa es m¨¢s dif¨ªcil que les toque ganar.
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