Lo que un pueblo come
Por Marian Simon
Hace 40 a?os, en Italia, comenz¨® un movimiento alternativo de j¨®venes que volv¨ªan al campo, a reencontrarse con la tierra como opci¨®n personal y vital. Se convert¨ªan en un nuevo campesinado que no perdi¨® del todo sus v¨ªnculos con la ciudad. Fueron tejiendo redes urbanas de apoyo, unas redes que reflejaban los principios de consumo cr¨ªtico, consumo responsable o comercio justo que empezaban a calar entre la ciudadan¨ªa m¨¢s concienciada. Con el tiempo, las relaciones directas entre campo y ciudad, o mejor dicho entre consumidoras/es y productoras/es se fueron formalizando, hasta que en 1994 se registr¨® el primer Grupo de Compra Solidaria (GAS por sus siglas en italiano). Desde entonces estos grupos se han extendido por toda Italia (hoy hay m¨¢s de 900) y han servido de inspiraci¨®n para otros pa¨ªses.
Hace unas semanas, en un c¨¦ntrico barrio de Madrid, vio la luz un nuevo huerto comunitario, La Sanchita. Vecinos y vecinas de Arganzuela y Usera decidieron llenar de vida un espacio olvidado, sabedores de que sembrando semillas, estaban tambi¨¦n sembrando comunidad y ciudadan¨ªa. Es uno m¨¢s de los cientos de huertos comunitarios que est¨¢n floreciendo en nuestras ciudades.
Hablamos de grupos de consumo autogestionados seg¨²n principios de solidaridad social y sostenibilidad ambiental, sin ¨¢nimo de lucro y no comerciales (caracter¨ªsticas que, por cierto, reconoce la legislaci¨®n italiana en los GAS), de huertos urbanos concebidos como espacios de encuentro, de acci¨®n social, de dinamizaci¨®n de barrio. Estos grupos de consumo basados en la solidaridad y estos huertos urbanos comunitarios son dos de los ejemplos m¨¢s visibles de un fen¨®meno que cobra cada vez m¨¢s fuerza: la alimentaci¨®n se ha convertido en un vector de transformaci¨®n social.
Cuando un grupo de personas decide organizarse y comprometerse con un agricultor, con una hortelana, para comprarle directamente su producci¨®n a un precio justo que reconozca el valor de su trabajo, el acto cotidiano de comer adquiere una nueva dimensi¨®n: los alimentos se sit¨²an en el epicentro de un proceso consciente, para construir nuevas relaciones al margen del mercado. Entender esa voluntad de generar nuevos espacios y alternativas a los mercados ayuda a explicar por qu¨¦ tantos grupos de consumo y huertos han surgido en los ¨²ltimos a?os de la mano de asambleas de barrio del 15m.
?Hasta d¨®nde llega la capacidad transformadora de estos colectivos? Mucho esperamos de ellos, pero hay pocos datos cuantitativos. Desde el colectivo Surcos Urbanos se lanz¨® a finales de abril una encuesta para estudiar la influencia que tiene el hecho de participar de estos grupos y proyectos vinculados con la agroecologia. Se dice con frecuencia que formar parte de este tipo de iniciativas cambia la manera de consumir y de participar en la comunidad, cambios que hacen nuestro modo de vida un poco m¨¢s amable con el planeta y con otras personas, ya sea por comer menos carne, por ir m¨¢s en bici, por implicarse m¨¢s en la vida del barrio...
El estudio se basa en un breve cuestionario con siete sencillas preguntas, que os animamos a cumplimentar para poder conocer mejor el encadenamiento de comportamientos y que se confirmen con datos determinadas intuiciones.
Pod¨¦is participar pinchando aqu¨ª.
Los resultados y conclusiones que elabore Surcos Urbanos las publicaremos y comentaremos a mediados de junio. Si se confirma que grupos de consumo solidario, huertos e iniciativas agroecol¨®gicas sirven de catalizadores para cambios en h¨¢bitos y actitudes, que participar en estos proyectos de barrio autogestionados refuerzan modos de vida m¨¢s sostenible, habr¨¢ que empezar a pensar c¨®mo aprovechar mejor su potencial. Recordemos las sabias palabras del poeta social Blas de Otero ¡°Dime lo que un pueblo come / y te dir¨¦ el papel que juega en la historia¡±.
Est¨¢ en nuestras manos: eligiendo qu¨¦ comemos y de qui¨¦n, podemos reinventar nuestro papel como sociedad hacia un futuro de justicia social y respeto ecol¨®gico.
Im¨¢genes cedidas por el huerto La Sanchita
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