Radiograf¨ªa del lucrativo negocio de los cayucos en Mauritania: ¡°Todo explot¨® hace algo m¨¢s de un a?o¡±
J¨®venes africanos y asi¨¢ticos recalan en Nuakchot en su camino hacia Canarias y pagan un alto precio en un entramado de corrupci¨®n del que otros se benefician. El desplome de la pesca por la presencia de grandes barcos chinos y turcos ha precipitado la b¨²squeda de otras fuentes de ingresos
Cheikh, un joven maliense, sortea con su tuk-tuk los socavones de las calles de arena de Nuakchot a la caza de alg¨²n cliente. En la sombra de una esquina, un grupo de paquistan¨ªes ataviados con pantalones anchos y el kameez, la tradicional camisa hasta las rodillas, parlotea en voz baja al abrigo de o¨ªdos indiscretos. Es temprano, pero la congolesa Amelie (nombre ficticio), con su peque?a de seis meses acurrucada en la espalda, se asoma a la puerta de su casa dispuesta a salir en busca de cualquier cosa que le permita ganar lo suficiente para vivir un d¨ªa m¨¢s. Mauritania se ha convertido en 2024 en el principal pa¨ªs de salida de cayucos hacia Canarias y Nuakchot en una Babel de hombres y mujeres que esperan su oportunidad. Es un negocio que transcurre en la oscuridad de casas abarrotadas y playas solitarias y del que muchos sacan un inmenso beneficio.
¡°Todo explot¨® hace algo m¨¢s de un a?o¡±. En el sal¨®n de su casa del lujoso barrio de Sukuq, el armador de barcos M.A. conoce bien los entresijos del sector. ¡°Muchos pescadores empezaron a acumular deudas y comprendieron que cada vez era menos rentable salir a faenar por la presencia de los grandes barcos chinos y turcos que se llevan todas las capturas. Miles de malienses hab¨ªan llegado a Mauritania y trabajaban en tierra, descargando pescado en la zona del puerto y en otras actividades. Ellos quer¨ªan ir a Canarias y no fue dif¨ªcil que los pescadores entendieran que hab¨ªa una oportunidad de ganar dinero. Surgi¨® incluso gente que los tra¨ªa desde Mal¨ª y los alojaba en casas a la espera del momento de zarpar¡±, asegura.
Las personas que se encargan del negocio son conocidas en Mauritania como los samsara. Los precios por una plaza en un cayuco superan los 1.000 euros y alcanzan incluso los 3.000, hasta tres y cuatro veces m¨¢s de lo que se paga en Senegal. ¡°Una parte del dinero se destina a sobornos para que miembros de las fuerzas de seguridad miren para otro lado¡±, dice M.A. sin tapujos, ¡°son ellos quienes les abren el mar¡±. Nuadib¨² ha sido desde 2006 uno de los principales puntos de salida, dada su proximidad a Canarias, pero una mayor vigilancia all¨ª ha subido mucho los precios y hoy las playas solitarias pr¨®ximas a Nuakchot o la zona de Tanit, al norte de la capital, menos vigiladas, han tomado el relevo.
Amelie sali¨® de su Congo natal con 19 a?os. Su madre fue violada y descuartizada por unos milicianos delante de ella y emprendi¨® una huida que le llev¨® hasta Mal¨ª, Argelia y Marruecos, donde cay¨® en manos de una red de prostituci¨®n. ¡°Son gente muy violenta, no atienden a razones. A m¨ª tambi¨¦n me violaron muchas veces y qued¨¦ embarazada. Cuando naci¨® mi hija lo tuve claro. No quer¨ªa que ella pasara por todo esto y me escap¨¦ a Mauritania¡±, comenta con voz baja. Hace unas semanas le lleg¨® un mensaje de un miembro de la red. Saben que est¨¢ aqu¨ª con su hija y le han dicho que la matar¨¢n. Desde entonces vive aterrada.
Ha sido acogida por una familia congolesa, pero a sus miembros ya no les queda dinero para pagar el alquiler. As¨ª que les toca mudarse. ¡°Si al menos tuviera una oportunidad de irme a un lugar seguro, donde podamos vivir en paz mi hija y yo¡±, comenta. Mientras tanto, sin papeles que acrediten su origen o su nacionalidad, busca la manera de salir adelante como empleada dom¨¦stica o haciendo recados en el barrio a familias un poco m¨¢s pudientes. ¡°Duermo mal por las noches, ni siquiera he podido dar el pecho a mi beb¨¦. Sue?o con poder descansar alg¨²n d¨ªa¡±, revela, ¡°y si tengo la posibilidad de irme en un cayuco lo har¨ªa sin pensarlo¡±.
En el presente a?o 2024 y hasta el pasado 15 de diciembre hab¨ªan llegado a Canarias 43.737 personas por v¨ªa mar¨ªtima irregular, seg¨²n el informe quincenal publicado por el Ministerio del Interior espa?ol, lo que supone un aumento del 18,6% respecto al mismo periodo de 2023. Se trata del a?o de mayor llegada de migrantes desde que en 1994 tocara tierra la primera patera en las Islas. Frente al descenso en la salida de embarcaciones desde Senegal, que obedece seg¨²n los expertos al cambio pol¨ªtico vivido en este pa¨ªs tras tres a?os de intensa inestabilidad, Mauritania se ha consolidado como el principal punto de salida de cayucos. Todo ello pese al despliegue de Guardia Civil y Polic¨ªa Nacional, que incluye a medio centenar de agentes, dos patrulleras, un helic¨®ptero y, ocasionalmente, un avi¨®n de patrulla mar¨ªtima. La Agencia Europea de Fronteras (Frontex) negocia un acuerdo de trabajo con las autoridades mauritanas, pero no cuenta con ning¨²n medio ni personal en este pa¨ªs africano.
¡°Los samsara saben perfectamente cu¨¢ndo y d¨®nde est¨¢n esas patrullas¡±, insiste M.A. El enga?o est¨¢ presente en todo el proceso, como una especie de juego del gato y el rat¨®n. ¡°Hay personas que compran la gasolina para estos viajes, pero no en la zona del puerto, sino en el centro de la ciudad, con el objetivo de ser m¨¢s discretos. Luego la llevan hasta los cayucos en peque?as embarcaciones llamadas yalas y la cobran mucho m¨¢s cara. Suelen llevar dos motores de 40 caballos, uno nuevo y otro usado. Hay un tr¨¢fico ilegal de motores tambi¨¦n. Los cayucos que se interceptan es porque no pagan sobornos o porque los propios samsara avisan a la Polic¨ªa para volver a cobrar a los migrantes en otro intento¡±, explica. ¡°He visto a gente que hace un a?o me ped¨ªa dinero para el taxi que hoy se compran casas en los barrios m¨¢s chic de Nuakchot¡±, a?ade.
Mauritania ronda los cinco millones de habitantes. Seg¨²n Mohamed Lamine Kattari, director del Observatorio Atlas-Sahel de migraciones, entre ellos conviven algo m¨¢s de un mill¨®n de extranjeros. ¡°Hay unos 400.000 malienses, cifra que ha aumentado por el conflicto en su pa¨ªs. Adem¨¢s del campo de refugiados de Mberra, se concentran sobre todo en Nuadib¨² y Nuakchot, que es de donde salen los cayucos hacia Canarias. Muchos se quedan porque han mejorado sus condiciones de vida, pero la mayor¨ªa son j¨®venes y tienen la idea de continuar hacia Europa. Tambi¨¦n hay personas de otros pa¨ªses africanos lejanos que aprovechan la paz y la buena marcha de la econom¨ªa para prosperar aqu¨ª, recaudar dinero y proseguir su viaje. Y luego est¨¢n los asi¨¢ticos, de Pakist¨¢n o Banglad¨¦s, que llegan en avi¨®n y cuya presencia es cada vez m¨¢s notable, algo que no era tan habitual hace apenas tres a?os¡±, comenta.
A su juicio, las autoridades mauritanas hacen esfuerzos en el control migratorio y, cuando se detecta un caso de corrupci¨®n, se detiene a los responsables. ¡°La colaboraci¨®n entre las fuerzas de seguridad espa?olas y mauritanas es positiva, pero deber¨ªa intensificarse¡±, asegura. El presidente espa?ol, Pedro S¨¢nchez, visit¨® este pa¨ªs en dos ocasiones durante 2024. En febrero, anunci¨® junto a la presidenta de la Comisi¨®n Europea, Ursula von der Leyen, una inversi¨®n de m¨¢s de 500 millones, una parte de la cual ir¨ªa destinada a control migratorio. En agosto, defendi¨® la emigraci¨®n legal frente a la irregular, as¨ª como la gesti¨®n compartida del fen¨®meno.
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