La Mata Hari del Caribe
Marita Lorenz fue contratada por la CIA para asesinar a Fidel Castro. No pudo hacerlo: se hab¨ªa enamorado de ¨¦l. Ahora recupera en una biograf¨ªa su historia
El rumbo de la isla caribe?a de los cubanos y de la guerra fr¨ªa reposaba en forma de p¨ªldoras venenosas en un bote de crema rejuvenecedora Pons. All¨ª las hab¨ªa escondido Marita Lorenz cuando embarc¨® en Miami a principios de 1960, rumbo a La Habana. Su misi¨®n: matar a Fidel Castro, su amante durante ocho meses. Ella era la Mata Hari del Caribe.
Nerviosa, casi en estado de p¨¢nico y temerosa de que a su llegada al aeropuerto Jos¨¦ Mart¨ª fuera registrada y encontrasen las pastillas envenenadas que llevaba consigo, Lorenz las deposit¨® en un bote de crema facial. ¡°Me sent¨ªa incapaz de llevar a cabo la misi¨®n que Frank Fiorini [Frank Sturgis, condenado luego por el Watergate] me hab¨ªa encomendado. No iba a matar a Fidel, no fall¨¦, como otros cientos que lo intentaron despu¨¦s. Sencillamente, fui incapaz y no me arrepiento¡±, explica hoy Lorenz.
Pero incluso si hubiera decidido seguir adelante con la llamada Operaci¨®n 40, una trama gubernamental que, seg¨²n Lorenz, un¨ªa a la CIA, al FBI, al exilio cubano y la mafia, no podr¨ªa haberlo hecho. Cuando en la habitaci¨®n del hotel Habana Libre, que sol¨ªa compartir con Castro, abri¨® el bote de crema comprob¨® que las pastillas se hab¨ªan desintegrado y solo quedaba una masa pastosa del arma que deb¨ªa de acabar con la vida del l¨ªder del Movimiento 26 de Julio.
¡°Lo tir¨¦ por el bid¨¦¡±, relata tranquila. ¡°No se iba por el desag¨¹e y tuve que empujarlo, hasta que despareci¨® del todo. Entonces me sent¨ª libre¡±, relata. ¡°No lamento no haber matado a Fidel, al contrario: es la decisi¨®n de la que estoy m¨¢s orgullosa en mi vida¡±.
Hablar de la vida de Marita Lorenz es repasar gran parte de la historia del siglo XX, de su peor historia, la del Holocausto, los asesinatos pol¨ªticos y la miseria humana. ¡°Siempre estuve destinada a estar sola. Y no s¨¦ por qu¨¦¡±, escribe en sus memorias Yo fui la esp¨ªa que am¨® al comandante quien hoy tiene 75 a?os y sobrevive, con ayuda de la asistencia p¨²blica en Baltimore (Estados Unidos), en un oscuro y diminuto piso cuyo destartalado cuarto de ba?o por no tener no tiene ni puerta.
Lorenz deb¨ªa haber llegado al mundo junto a su hermana gemela, pero cuando su madre ingres¨® en el hospital de la ciudad alemana de Bremen para una revisi¨®n, el pastor alem¨¢n de un oficial de las SS, que la increpaba por haber seguido acudiendo hasta el final de su embarazo a un m¨¦dico jud¨ªo, le atac¨® y una de las dos ni?as muri¨®. Sobrevivi¨® Marita y muri¨® Ilona. Sus padres honraron a la peque?a fallecida sumando ese nombre al de la superviviente: Ilona Marita Lorenz. Era el 18 de agosto de 1939. Hitler se dispon¨ªa a invadir Polonia.
As¨ª se inicia el primer cap¨ªtulo del libro Yo fui la esp¨ªa que am¨® al Comandante, que este pr¨®ximo martes publica Pen¨ªnsula, del grupo Planeta. Las primeras 48 p¨¢ginas del volumen son los primeros 19 a?os de La Alemanita, como la bautiz¨® Fidel. En la Segunda Guerra Mundial, Lorenz, de madre americana y padre alem¨¢n, acab¨® internada en el campo de concentraci¨®n de Bergen-Belsen cuando ten¨ªa cinco a?os. ¡°En los barracones en los que yo estaba, los mismos en los que falleci¨® Anna Frank, nos abraz¨¢bamos entre nosotros. Desde ni?os peque?os a adolescentes, para no morir de fr¨ªo, aunque algunos ya estaban medio muertos¡±, relata serena para concluir que, sin embargo, entonces llor¨® hasta que no le quedaron l¨¢grimas.
No lamento no haber matado a Fidel. Es la decisi¨®n de mi vida de la que estoy m¨¢s orgullosa¡±
A Marita Lorenz la encontraron escondida debajo de un camastro de madera tras liberar el campo los brit¨¢nicos el 15 de abril de 1945. ¡°Cuando el conductor de la ambulancia me sac¨® de debajo de mi escondite estaba llena de piojos, de gusanos, de moratones y pesaba menos de 20 kilos¡±. Fue una de los 200 ni?os que sobrevivieron aplicando el lema: ¡°No hables, no pienses, no respires¡±.
La se?ora Lorenz, que el d¨ªa de su entrevista viste camiseta y dos camisas, una encima de otra, y a quien su hijo Mark, de 45 a?os, retoca el despeinado cabello para que luzca mejor en las fotos, define lo que sucedi¨® en 1945 como el final de una pesadilla y el inicio de otra. Con siete a?os, Marita fue violada el d¨ªa despu¨¦s de Navidad de 1946 por un sargento estadounidense en la Alemania liberada por los aliados.
Conoci¨® a Castro en La Habana en febrero de 1959 cuando ella ten¨ªa 19 a?os y ¨¦l 33. ¡°Me convert¨ª en su amante y qued¨¦ embarazada. En Cuba fui drogada y forzada a lo que calificaron como un aborto. D¨¦cadas m¨¢s tarde supe que mi hijo hab¨ªa sobrevivido y se llamaba Andr¨¦s¡±, dice. ¡°?Alguien puede imaginar qu¨¦ supone eso para una madre a la que le arrebatan a su beb¨¦ en una mesa de operaciones y sale de Cuba con el vientre vac¨ªo?¡±, se pregunta en alto Lorenz, mientras acaba de comerse un pl¨¢tano y acaricia a su perro, Bufty. Cerca hay m¨¢s animales, quiz¨¢ ellos impregnan el lugar de un pesado olor que se pega a la piel: una gata, una tortuga y un enorme pez naranja que ¡°de vez en cuando se lanza como en una misi¨®n suicida contra el cristal de la pecera¡±.
Lorenz concede que ha sido una mujer en un entorno de hombres, que ha inventado mentiras para protegerse, a ella y a sus hijos, y que ha dicho la verdad cuando le ha convenido. ¡°Ahora quiero dejar las cosas claras¡±, declara.
La Mata Hari del Caribe ya no tiene el pelo negro-cuervo. Ya no luce la esbelta figura de sus a?os de party girl de la mafia neoyorquina, de la que salieron algunos de sus amantes. Asegura que tampoco porta pistola y que ya no teme por su vida. Parece deprimida. ¡°Nunca he pensado en quitarme la vida, aunque a veces he querido morir. Pero morir es f¨¢cil, el reto es vivir¡±.
Sentada frente a la televisi¨®n con la que pasa sus d¨ªas, junto a un cartel de la pel¨ªcula de Los Doors, dedicado por Oliver Stone, qui¨¦n la contact¨® para hacer una pel¨ªcula sobre su vida, la se?ora Lorenz habla de c¨®mo fue testigo del complot para matar a John F. Kennedy en Dallas.
Me convert¨ª en su amante y me qued¨¦ embarazada. En Cuba fui drogada y forzada a lo que calificaron como un aborto¡±
Antes del magnicidio hubo m¨¢s historias. Fruto de su relaci¨®n en Miami con Marcos P¨¦rez Jim¨¦nez, brutal dictador venezolano al que acab¨® dando Franco refugio en Espa?a, lleg¨® su hija M¨®nica Mercedes. Tampoco tuvo suerte. Fue abandonada en la selva venezolana con una tribu de indios Yanomami con su hija de entonces 14 meses. Quer¨ªan que muriesen.
La historia de Marita Lorenz tiene luces y sombras. ¡°Hay quien puede pensar que es bastante incre¨ªble¡±, reconoce. ¡°Pero, ya sabe, la realidad supera la ficci¨®n¡±. En el caso de Lorenz, esa realidad est¨¢ construida con recuerdos que, ocasionalmente, se enfangan en la historia oficial. ¡°Esa que, si me permite que se lo recuerde, no siempre es la cre¨ªble¡±.
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