La unidad del reino
Permanecer en Europa es para Londres la mejor garant¨ªa de preservar Gran Breta?a
Una vez transcurrido, entre dolor y lentitud, el episodio griego, llega ahora un asunto bien distinto y con consecuencias potencialmente mucho m¨¢s graves que las que hubiera podido tener la salida de Grecia de la zona euro. Se trata del refer¨¦ndum a favor o en contra de la permanencia de Gran Breta?a en la Uni¨®n Europea. Fue un compromiso que David Cameron contrajo durante la campa?a electoral, y ha anunciado que lo cumplir¨¢.
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Esta pregunta ata?e prioritariamente a los brit¨¢nicos. A la prensa del otro lado del Canal de la Mancha empieza a alarmarle la retirada progresiva de Gran Breta?a de la escena internacional, signo objetivo del declive de un pa¨ªs que no hace tanto tiempo reinaba sobre un tercio del planeta. La cuesti¨®n central para el primer ministro es la subsistencia o no de la unidad del reino. Los escoceses han rechazado la independencia en un refer¨¦ndum, pero acto seguido han votado mayoritariamente por los independentistas. Y tampoco har¨¢ falta espolear mucho a los galeses para que sigan el mismo camino. Si los electores brit¨¢nicos votaran por la salida de la Uni¨®n Europea, a los escoceses ¡ªque tienen reputaci¨®n de ser m¨¢s europe¨ªstas que los galeses¡ª solo les quedar¨ªa pedir la adhesi¨®n. Por tanto, permanecer en Europa es para Londres la mejor garant¨ªa para preservar la unidad del reino de Gran Breta?a.
Pero esta cuesti¨®n pone tambi¨¦n en juego el destino de la propia Europa. A tenor del euronegativismo reinante y del auge de los populismos con marcado car¨¢cter xen¨®fobo, la salida de Gran Breta?a ser¨ªa una se?al desastrosa; un verdadero acicate para todos aquellos que, desde la extrema derecha y la extrema izquierda, predican el repliegue y el proteccionismo en un solo pa¨ªs. La Uni¨®n Europea es exageradamente denostada, pues sus instituciones funcionan, como demuestra la decisiva aportaci¨®n del BCE (Banco Central Europeo) a la salida de la crisis y al despegue del crecimiento. Ayer, estaban en su papel cuando propon¨ªan una mayor solidaridad financiera; hoy, lo est¨¢n cuando proponen un esbozo de solidaridad humana ante el drama de los emigrantes. Sin embargo, nada ha cambiado: tanto los Gobiernos como sus oposiciones siguen endos¨¢ndole a Bruselas su propia incapacidad para tratar, en tiempo y forma, los problemas nacionales (a la cabeza de los cuales figura el lastre de la deuda p¨²blica).
La salida de la UE ser¨ªa un acicate para los? que predican el repliegue y el proteccionismo en un solo pa¨ªs
No obstante, hay que partir del sentimiento antieuropeo y de la creciente tentaci¨®n al rechazo. Y, en consecuencia, adoptar la perspectiva del refer¨¦ndum brit¨¢nico para corregir lo que deba ser corregido. Se instala as¨ª la idea de una Europa a dos velocidades. Por un lado, la zona euro, cuya gobernanza debe ser reformada, y que hay que estructurar y hacer avanzar para que se instale en ella una armonizaci¨®n y una estabilidad fiscal, sobre todo. Algunos, como Jacques Attali, van a proponer un Parlamento de la zona euro para garantizar que los progresos de la integraci¨®n vengan acompa?ados de m¨¢s democracia. Por otra parte, est¨¢ la Uni¨®n de los 28, que sin duda necesita mayor flexibilidad y mejor organizaci¨®n. La buena direcci¨®n, muchas veces deseada, es conocida y, sin duda, la Comisi¨®n har¨¢ propuestas en ese sentido. Incluso tiene un nombre: subsidiaridad. Es decir, trasladar a los niveles nacional y local unas competencias que pueden ser mejor ejercidas en esos ¨¢mbitos.
Existe pues un espacio de negociaci¨®n con Gran Breta?a que es de inter¨¦s com¨²n. A condici¨®n de preservar los grandes principios del mercado ¨²nico y, especialmente, el de la libre circulaci¨®n. En otros sectores ¡ªcomo la imperiosa necesidad de articular una defensa europea¡ª, en un primer tiempo, habr¨¢ que sumar los esfuerzos de aquellos que lo deseen.
En cuanto a Gran Breta?a, lo esencial ser¨¢ sin duda considerar y reconocer el papel de la City. En efecto, las finanzas son a Gran Breta?a lo que la agricultura es a Francia. Y tal vez haya que pasar por otro compromiso de Luxemburgo en beneficio de Gran Breta?a, como el que, en su d¨ªa, Francia obtuvo en su propio beneficio (aceptar que en materia de regulaci¨®n financiera la unanimidad prevalece sobre la regla mayoritaria).
Pero una cosa es segura: para Gran Breta?a, la permanencia en Europa implica seguir unida y desempe?ar un papel en las grandes ligas. Para Europa, con Gran Breta?a, implica aumentar la influencia de cada uno de sus miembros al abrigo de una potencia europea reforzada.
Jean-Marie Colombani fue director de Le Monde.
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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