Guerra en el jard¨ªn cibern¨¦tico del siglo XXI
Ahora le ha tocado al Ej¨¦rcito de EEUU, pero los ataques inform¨¢ticos son cosa de todos los d¨ªas
Rara vez las cosas son lo que parecen. Los jardines ingleses con su colorido, su orden y su hierba reci¨¦n recortada oliendo a humedad parecen un para¨ªso de paz, pero basta haber visto alg¨²n documental ¡ªuno de esos que la mayor¨ªa asegura mirar en televisi¨®n mientras niega contemplar otro tipo de programas¡ª para darse cuenta de la cruel y despiadada lucha por la supervivencia que se libra entre tanta margarita y nomeolvides. Las rosas oler¨¢n muy bien, pero a escasa distancia de ellas hay envenenamientos, estrangulamientos, c¨®pulas mortales o canibalismo. Y tal vez sea hora de que empecemos a mirar de otra manera los relucientes mostradores en los que se alinean aparatos inform¨¢ticos con orden, brillo y limpieza, porque, nos guste o no, estamos viendo, entre otras cosas, nuestros jardines ingleses del siglo XXI.
El Ej¨¦rcito de Estados Unidos se ha visto obligado a dejar fuera de servicio su p¨¢gina web ante un ataque cibern¨¦tico sin precedentes. En otro momento, tal vez hace unos a?os, esto hubiera sonado a la broma del manifestante que le quita el gorro al polic¨ªa, pero hace tiempo que en la Red se terminaron la bromas. Ya no hay j¨®venes que, como en la pel¨ªcula Juegos de guerra (Wargames, 1983), est¨¢n a punto de desencadenar una guerra nuclear porque pensaban que iban a jugar al ajedrez con un superordenador. Richard Clarke, exmiembro del Consejo de Seguridad Nacional de EE?UU, lo dijo hace a?os bien claro: ¡°La guerra ha comenzado¡±. Clarke public¨® en 2010 un libro, Guerra en la Red, en el que ya entonces explicaba el peligro de la conectividad casi total al Internet de las cosas y c¨®mo Estados y organizaciones de todo tipo trabajaban contrarreloj para formar unidades especiales de guerra, espionaje y contraterrorismo cibern¨¦ticos. Podremos ignorarlo, pero mientras jugamos con nuestros tel¨¦fonos y tabletas tranquilamente al Candy Crush, conectamos la alarma de casa por Internet y estamos a meses de hacer lo mismo con el horno o la lavadora, miles ¡ªmiles¡ª de personas con los mismos aparatos estudian c¨®mo paralizar sistemas de metro, agua corriente, sem¨¢foros o procesos de refrigeraci¨®n de las centrales nucleares. Y miles ¡ªmiles¡ª estudian c¨®mo detenerlos.
Como en el jard¨ªn, el zumbido es permanente. Una empresa roba datos de su principal competidor. Horas despu¨¦s un Estado trata de acceder a los archivos de seguridad de otro mientras a la vez evita un ataque de una organizaci¨®n terrorista contra sus comunicaciones o un robo millonario contra alguno de sus bancos. El ataque contra la web del Ej¨¦rcito de EE?UU ha sido reivindicado por el Ej¨¦rcito Electr¨®nico de Siria, pr¨®ximo al presidente Bachar el Asad. La semana pasada hackers chinos accedieron a los datos de cuatro millones de empleados p¨²blicos estadounidenses, mientras Pek¨ªn negaba con vehemencia la acusaci¨®n. El mismo Obama reconoci¨® hace meses la extrema vulnerabilidad de su pa¨ªs ante estos ataques. Ante semejante panorama, ser¨ªa un error angustiarse y renunciar a las ventajas de estar conectados. Hay que disfrutar del jard¨ªn... pero tener mucho cuidado con los bichos.
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