Las medallas del dictador
A Carmencita Franco la pararon en Barajas cuando quer¨ªa ir a Suiza con 38 piezas de oro
El despiste de la madre de Cristiano Ronaldo en el aeropuerto, retenida por tener 55.000 euros en met¨¢lico, lleva directamente a la Transici¨®n, cuando la hija de Franco tambi¨¦n fue encontrada en Barajas, en medio de un despiste monumental, sacando oro en carretas. Los Franco en Hermanos B¨¦cquer ten¨ªan una habitaci¨®n repleta de armarios estrechos y largos donde guardaban cientos de joyas, de anillos a pulseras, de collares a broches: parec¨ªan los cajones del protagonista de La naranja mec¨¢nica pero m¨¢s grandes, al fin y al cabo Alex s¨®lo atacaba de noche. A Carmencita Franco la pararon en Barajas cuando trataba de sacar para Suiza 38 piezas de aquel oro. Eran monedas, medallas, insignias y condecoraciones de su padre: la chatarra de los 40 a?os de paz.
Fue en 1978 y por primera vez en la historia el detector de metales le pit¨® a un Franco. Debi¨® de comprender Carmencita que efectivamente un tiempo hab¨ªa terminado. Pit¨® el detector, que fue como si pitase la democracia, y a la duquesa le dijeron que no podr¨ªa salir de Espa?a con tanto oro: que se necesitaban permisos. Dej¨® el bolso en el aeropuerto para subirse al avi¨®n y al volver, visto el esc¨¢ndalo que se hab¨ªa levantado en Espa?a (los detectores eran nuevos y pitaban mucho), corri¨® a organizar una rueda de prensa en su casa. Fue apote¨®sica porque adem¨¢s se conservan fotos y en una se la ve sobre la mesa con m¨¢s medallas, como en un puesto de feria, mientras Pe?afiel le pega a la boca un magnetof¨®n tan grande que parece un gato. Cont¨® que aquello hab¨ªan sido regalos que su padre hab¨ªa hecho a su madre a lo largo de su vida (la primera corrupci¨®n siempre es el regalo). ?Y para qu¨¦ quer¨ªa la duquesa llevar todo aquel oro a Suiza? Para incrustarlo en un reloj, naturalmente. Debi¨® de acordarse de Orson Wellles (¡°en 500 a?os de paz y democracia Suiza ha aportado un reloj de cuco¡±) y como paz y democracia ya ten¨ªamos, fue a buscar un reloj. ¡°Para esto hicimos una guerra civil: para que una se?ora se haga un reloj¡±, le dijo Umbral.
La rueda de prensa fue un poco escabrosa porque se confirm¨® que era verdad. Aquella se?ora inocente estaba tan fuera del mundo que pens¨® que podr¨ªa meter en su bolso 38 piezas de oro y pasarlas por el detector. Dio hasta el nombre y los apellidos del joyero de Lausanne, y explic¨® en qu¨¦ consistir¨ªa el reloj: en lugar de dar las horas, dar¨ªa las medallas del dictador.
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