V¨ªctimas de la guerra y del desarrollo
Hade, un pueblo de Kosovo, ha sufrido muchas tragedias. La ¨²ltima tiene que ver con una mina de lignito apoyada por el Banco Mundial que amenaza con echarles de sus casas
En 1999, comandos serbios encapuchados y con la cara pintada penetraron Hade, un pueblo de la monta?a en Kosovo, y ejecutaron a cinco hombres musulmanes de entre 25 y 80 a?os. Los soldados obligaron a los supervivientes a subir a autobuses que pusieron rumbo a Albania y Macedonia. A continuaci¨®n prendieron fuego pr¨¢cticamente a todas las casas.
Cuando la campa?a de bombardeos liderada por Estados Unidos expuls¨® a las fuerzas serbias de Kosovo, los habitantes de Hade regresaron de los campos de refugiados y de los campamentos en lo alto de las monta?as. Durante los a?os siguientes, reconstruyeron su pueblo y siguieron cuidando de sus vacas y sus huertos y trabajando en la miner¨ªa del carb¨®n para KEK, la empresa el¨¦ctrica estatal de Kosovo. Pero la vuelta a casa no ha resultado lo que ellos esperaban.
La destrucci¨®n se cierne de nuevo sobre Hade. Los aldeanos y sus abogados cuentan que, esta vez, la amenaza para sus hogares procede del Gobierno de su propio pa¨ªs y del Banco Mundial, la entidad crediticia internacional que se ha comprometido a promover la ¡°prosperidad com¨²n¡±. El Gobierno de Kosovo, con el apoyo del dinero y la asistencia t¨¦cnica de este organismo, proyecta desalojar y destruir el pueblo.
Bajo las ondulantes colinas de Hade yace un rico fil¨®n de lignito que ha puesto al pueblo en el punto de mira a ra¨ªz de la expansi¨®n de las actividades mineras de KEK y de los planes de la autoridades kosovares y los expertos del Banco Mundial de construir una central t¨¦rmica en las proximidades.
La presi¨®n del Gobierno para vaciar el pueblo ya ha obligado a unos 1.000 habitantes a abandonar sus casas. Unos cuantos miles m¨¢s de Hade y los pueblos vecinos llevan una d¨¦cada esperando a que les digan cu¨¢ndo les llegar¨¢ la hora de marchar.
¡°Llevamos 10 a?os as¨ª. No tenemos la menor idea de cu¨¢ndo acabar¨¢¡±, se lamenta Skender Grajcevci, un minero del carb¨®n que vive en unos de los sectores de Hade que a¨²n hay que desalojar. ¡°Es peor que la guerra. En la guerra form¨¢bamos parte de algo. Ahora nos sentimos d¨¦biles. Vayamos a donde vayamos, nadie nos apoya¡±.
Grajcevci y otros lugare?os afirman que durante la odisea de desarrollo y desplazamiento de Hade se les inform¨® mal y se les maltrat¨®, y que el Banco Mundial se ha amparado en tecnicismos para evitar hacerse responsable de su papel en el sufrimiento de la gente.
Las normas del Grupo del Banco Mundial exigen que sus clientes ¡ªtanto Gobiernos como empresas privadas¡ª protejan a las personas afectadas por los proyectos de desarrollo del trauma de perder sus hogares o sus medios de vida. Seg¨²n esas normas, las administraciones p¨²blicas y las compa?¨ªas que reciben dinero del banco deben hacer que los desplazados por esos proyectos recuperen unas condiciones de vida iguales o mejores que las que ten¨ªan antes.
En la reclamaci¨®n presentada el 12 de junio ante el comit¨¦ de vigilancia interno del Banco Mundial, los representantes del pueblo alegan que la entidad crediticia ha infringido las normas que regulan el ¡°reasentamiento involuntario¡±. Seg¨²n afirman, el banco permiti¨® que el joven Gobierno de Kosovo ¡ªque actuaba con car¨¢cter provisional hasta que declar¨® la independencia respecto a Serbia en 2008¡ª se quedase con sus casas y sus tierras sin una compensaci¨®n justa y sin un plan de realojo adecuado.
El Banco Mundial asegura que no se le puede culpar de lo que est¨¢ ocurriendo en Hade, porque el organismo a¨²n no ha decidido si contribuir¨¢ a reunir un paquete financiero a gran escala para la construcci¨®n de una futura central el¨¦ctrica con una capacidad de 600 megavatios. Un portavoz del banco declar¨® al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigaci¨®n que la entidad no decidir¨¢ si dar¨¢ apoyo completo a la central t¨¦rmica hasta que haya consultado a la opini¨®n p¨²blica y finalice los an¨¢lisis ambientales, sociales y t¨¦cnicos.
En una declaraci¨®n, el banco afirma que ¡°no particip¨®¡± en la primera oleada de desalojos de Hade hace una d¨¦cada. Asegura que otra oleada m¨¢s reciente ¡°no fue causada por ning¨²n proyecto del Banco¡±, pero que este accedi¨® a apoyar el plan del Gobierno kosovar y a supervisar los traslados ¡°con el fin de asegurar las buenas pr¨¢cticas¡± y ayudar al Gobierno ¡°a desarrollar capacidad¡± para gestionar los reasentamientos.
El Gobierno declara que la gente obligada a abandonar Hade fue informada y consultada a fondo, y que recibi¨® compensaci¨®n por sus p¨¦rdidas econ¨®micas al precio ¡°m¨¢s favorable¡±.
Esta historia es un ejemplo de c¨®mo el Banco Mundial ejerce influencia en los pa¨ªses en desarrollo incluso antes de aprobar grandes acuerdos financieros, y de c¨®mo a menudo no emplea su autoridad para garantizar que sus clientes est¨¦n a la altura de sus est¨¢ndares.
Es peor que la guerra. En la guerra form¨¢bamos parte de algo. Ahora nos sentimos d¨¦biles Skender Grajcevci,? minero
La capacidad del Banco de ofrecer su experiencia y de etiquetar a un pa¨ªs de bueno o malo para hacer negocios le otorga una enorme influencia sobre lo que est¨¢ ocurriendo sobre el terreno en muchos lugares. La entidad asesora a los Gobiernos sobre c¨®mo organizar sus econom¨ªas y c¨®mo redactar leyes relacionadas con los derechos sobre la tierra y los desalojos. Adem¨¢s, a?os antes de aprobar un gran proyecto, env¨ªa expertos para buscar a otros financiadores y ayudar a los prestatarios a superar los obst¨¢culos legales y sociales.
Los grupos ecologistas y pro derechos humanos consideran que los esfuerzos del banco por distanciarse de los desalojos de Hade no concuerdan con su historial en este y en otros pueblos rodeados por los yacimientos de carb¨®n del centro de Kosovo.
El Banco Mundial empez¨® a asesorar al Gobierno kosovar en cuestiones de reasentamiento en la zona en el a?o 2004, y en 2006 aprob¨® una subvenci¨®n de varios millones de d¨®lares para ayudarle a planificar los traslados y estudiar la construcci¨®n de una nueva central t¨¦rmica.
¡°Es muy irritante cuando est¨¢s en una reuni¨®n y te dicen que no hay proyecto¡±, comenta Nezir Sinani, un exempleado de KEK que actualmente trabaja como asesor en Washington, D.C. para el Centro de Informaci¨®n Bancaria, una entidad sin ¨¢nimo de lucro que aboga por que la gente afectada por los proyectos de desarrollo cuente con mejor protecci¨®n. ¡°No sabemos qu¨¦ decirles excepto que llevan en ello una eternidad¡±.
El pueblo
Hade est¨¢ a unos 14 kil¨®metros de Pristina, la capital de Kosovo, donde una estatua de tres metros de altura del expresidente de Estados Unidos Bill Clinton ocupa un lugar destacado en el bulevar que lleva su nombre, como muestra de las estrechas relaciones entre ambos pa¨ªses.
Desde Pristina, el trayecto hasta Hade pasa junto a peque?os centros comerciales y gasolineras, y a continuaci¨®n da paso a un paisaje de valles y colinas. Algunas de ellas est¨¢n cubiertas de pastos y cultivos. Otras han sido desbrozadas por la miner¨ªa, que ha creado pendientes artificiales y vistas de secciones de terreno parecidas a un trabajo escolar de ciencias, en las que quedan a la vista distintos niveles de tierra, roca y carb¨®n.
En la distancia se elevan las chimeneas y las torres de refrigeraci¨®n de Kosovo A y Kosovo B, las dos anticuadas centrales t¨¦rmicas que abastecen al pa¨ªs de casi toda la electricidad. Con la ayuda del Banco Mundial, el Gobierno de Kosovo espera poder construir una central t¨¦rmica de ¨²ltima generaci¨®n ¡ªconocida como Nueva Kosovo¡ª que le permitir¨¢ cerrar Kosovo A, construida en los a?os sesenta.
Seg¨²n el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro estadounidense, la falta de capacidad para generar electricidad est¨¢ impidiendo el desarrollo econ¨®mico de Kosovo, uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres de Europa.
Los habitantes de Hade son musulmanes de origen alban¨¦s. Conviven en mahalas, barrios que llevan los nombres de los clanes. La gente comparte unos pocos apellidos: Grajcevci, Shala, Mirena y algunos m¨¢s. A menudo, tres o cuatro generaciones de una familia viven en un mismo recinto rodeado por una tapia con jardines con flores y varias casas de bloques prefabricados o de hormig¨®n.
Los habitantes cuentan que antes de que la miner¨ªa empezase a engullir sus tierras y sus hogares, casi todos eran pobres, pero autosuficientes. Cultivaban hortalizas, horneaban pan, vend¨ªan carne ahumada y extra¨ªan carb¨®n a mano para redondear sus ingresos.
¡°Ten¨ªa una vaca a la que pod¨ªa orde?ar. Pod¨ªa dar de comer a mi familia¡±, recuerda Haqif Shala, un antiguo habitante del pueblo de 59 a?os. ¡°Y a final de mes me sobraba algo de dinero¡±.
Desalojo
Los 16 meses de la Guerra de Kosovo entre los rebeldes kosovares y las fuerzas serbias acabaron en junio de 1999, tras la intervenci¨®n de Estados Unidos y otros pa¨ªses de la OTAN. Las familias que volvieron a Hade a lo largo de los meses siguientes reconstruyeron sus hogares sobre las ruinas de las casas destruidas por los agresores serbios.
Luego, en 2004, el Gobierno provisional, que entonces actuaba bajo protectorado de Naciones Unidas, empez¨® a presionar para echar a los habitantes de Hade de sus hogares y dejar v¨ªa libre a la expansi¨®n de las actividades mineras de KEK en la zona.
En julio de 2004, el Banco Mundial respondi¨® a una petici¨®n del Gobierno y envi¨® una ¡°misi¨®n de dos personas¡± a Kosovo para dar asesoramiento en materia de normativas y ofrecer la experiencia del banco en la gesti¨®n del traslado de gran n¨²mero de personas.
La autoridades de Kosovo centraron sus esfuerzos en un barrio de la periferia sur del pueblo. Algunos de sus habitantes se negaron a irse. Alegaban que el Gobierno ten¨ªa que poner antes por escrito c¨®mo se les iba a compensar y d¨®nde se los realojar¨ªa.
En junio de 2005 las autoridades de Kosovo emprendieron acciones para resolver el caso. Agim Grajcevci recuerda que estaba desayunando en el recinto de su familia en Hade cuando oy¨® golpes en la puerta delantera. Seg¨²n cuenta, cuando acudi¨®, un grupo de polic¨ªas le alarg¨® una hoja de papel. Dec¨ªa que su familia ten¨ªa que desalojar la casa en 15 minutos. ¡°?Qu¨¦ pasa?¡±, pregunt¨®. ¡°?Hay guerra?¡±.
Despu¨¦s de varios meses de intentos infructuosos de convencer a Agim y a sus vecinos de que se marchasen, el Gobierno hab¨ªa declarado el estado de emergencia. Afirmaba que las actividades mineras en el valle que se encuentra a los pies de Hade se hab¨ªan acercado tanto que sus vidas corr¨ªan peligro. ¡°Gran parte del pueblo se puede derrumbar en cualquier momento, incluso mientras estamos aqu¨ª hablando¡±, declar¨® entonces un portavoz de KEK a los medios de comunicaci¨®n.
Seg¨²n la polic¨ªa, ese d¨ªa desaloj¨® a 32 familias y detuvo a ocho personas que se negaban a irse. Agim Grajcevci fue uno de los hombres a los que sacaron de all¨ª esposados.
¡°Se llevaron a mi padre y a sus hermanos¡±, recuerda Lulzim, el hijo de Agim, que entonces ten¨ªa cuatro a?os. ¡°Solo me acuerdo de ver a un mont¨®n de polic¨ªas. Estaba asustado y lloraba. No entend¨ªa lo que estaba pasando¡±.
La presi¨®n del Gobierno ha obligado a unos 1.000 habitantes a abandonar sus casas. Unos cuantos miles m¨¢s? llevan una d¨¦cada esperando
Agim pas¨® un d¨ªa y una noche encerrado. Lulzim durmi¨® con su madre en una de las tiendas que se hab¨ªan montado en otro lugar del pueblo para los expulsados. Cuando Agim y los dem¨¢s detenidos volvieron esa noche, sus casas hab¨ªan sido arrasadas por las excavadoras.
Seg¨²n datos del Gobierno de Kosovo, unas 700 personas ¡ªalrededor de 150 familias¡ª fueron obligadas a abandonar Hade en 2004 y 2005.
Una delegaci¨®n del Banco Mundial se?al¨® ¡°algunas deficiencias¡± en la forma en que el Gobierno abord¨® los desalojos. ¡°Fue un ejemplo de c¨®mo no se deben hacer las cosas¡±, declaraba m¨¢s tarde Jan-Peter Olters, director del Banco Mundial en Kosovo.
En 2006, el banco aprob¨® una subvenci¨®n de 8,5 millones de d¨®lares en asistencia t¨¦cnica al Gobierno del pa¨ªs para que abordase los asuntos relacionados con la miner¨ªa del carb¨®n en la zona en torno a Hade. Parte del dinero estaba reservada a asesorar al Ejecutivo sobre los futuros reasentamientos. Otra se destin¨® a estudiar la construcci¨®n de una nueva central t¨¦rmica.
Dentro del programa subvencionado, el banco tambi¨¦n ayud¨® a la asamblea legislativa kosovar a elaborar una nueva ley sobre c¨®mo abordar los desalojos para proyectos p¨²blicos.
Ted Downing, catedr¨¢tico investigador y experto en desarrollo de la Universidad de Arizona, que el a?o pasado public¨® un informe en el que criticaba la forma en que la entidad crediticia hab¨ªa gestionado la situaci¨®n en Kosovo, afirma que el Banco Mundial hizo creer a las autoridades del pa¨ªs que la nueva ley se ajustaba a sus normas para proteger a las personas desplazadas.
Pero no era as¨ª, a?ade Downing. Por ejemplo, la nueva ley no exige que el Gobierno restituya a los desplazados unas condiciones de vida iguales o mejores que las que ten¨ªan antes de que los obligasen a trasladarse.
Esta omisi¨®n ha permitido a las autoridades kosovares dejar de lado las necesidades de la gente que perdi¨® sus casas y sus tierras, a?ade, y condenar a los actuales y a los anteriores habitantes de Hade a a?os de ¡°purgatorio de reasentamiento¡±.
El banco no ha respondido a una pregunta sobre las afirmaciones de Downing.
Esposados
Mientras las autoridades planificaban nuevos desalojos, los habitantes empezaron a organizar manifestaciones junto a las explotaciones de KEK y delante de edificios gubernamentales.
¡°No nos manifestamos por gusto¡±, dec¨ªa Ragip Grajcevci, minero de 50 a?os y uno de los l¨ªderes del pueblo. ¡°Si siguen aisl¨¢ndonos, no tenemos m¨¢s remedio que protestar¡±.
En enero de 2008, Armend, el hijo de Ragip, que por aquel entonces ten¨ªa solo siete a?os, insisti¨® en acompa?ar a su padre cuando conduc¨ªa a un grupo de lugare?os a la carretera principal que separa Hade de las minas de KEK.
Se congregaron al menos 100 habitantes del pueblo. Llevaban pancartas y bloquearon la carretera. Algunos de los manifestantes asaltaron la propiedad de KEK y pararon las cintas que transportaban el lignito pardo y de textura caliza a las zonas donde esperaba a ser trasladado.
La polic¨ªa lanz¨® gases lacrim¨®genos y detuvo a los l¨ªderes de la protesta. A Armend le entr¨® gas en los ojos. Recuerda que a trav¨¦s de las ardientes l¨¢grimas vio c¨®mo esposaban y se llevaban a rastras a su padre. ¡°No pude hacer nada¡±, cuenta. ¡°No sab¨ªa qu¨¦ hacer¡±.
Los detenidos pasaron tres d¨ªas encerrados antes de que los dejasen en libertad.
En mal momento
Seg¨²n los habitantes de Hade, las protestas no han servido para hacer que el Gobierno cambie de rumbo. Despu¨¦s de a?os de frustraci¨®n por la forma en que este manej¨® el proceso de reasentamiento, la gente del pueblo prob¨® una nueva v¨ªa y busc¨® la ayuda de un poder externo que se promociona a s¨ª mismo como defensor de los acosados: el Banco Mundial.
En 2012, los habitantes de Hade y de otros pueblos vecinos presentaron una queja ante el Panel de Inspecci¨®n del Banco Mundial en la que acusaban a la instituci¨®n de no haber evaluado adecuadamente el impacto econ¨®mico y ambiental del proyecto del carb¨®n. ¡°Muchos de nuestros vecinos han sido desplazados, y no sabemos a cu¨¢ntos m¨¢s se desplazar¨¢¡±.
Los funcionarios del Banco Mundial replicaron que como el banco todav¨ªa ten¨ªa que dar la aprobaci¨®n final a una propuesta de ¡°garant¨ªa de riesgo parcial¡± por 58 millones de d¨®lares, considerada crucial para hacer realidad la nueva planta, los habitantes del pueblo no ten¨ªan derecho a reclamar ante el Panel de Inspecci¨®n. Sus problemas, declar¨® la instituci¨®n, son ¡°condiciones hist¨®ricas¡± causadas por el funcionamiento de las antiguas centrales y no tienen nada que ver con las actividades de la entidad.
El Panel de Inspecci¨®n expres¨® su preocupaci¨®n por lo que estaba sucediendo en Hade, pero afirm¨® estar atado de manos: no pod¨ªa hacer una investigaci¨®n porque el proyecto todav¨ªa estaba en una ¡°fase inicial¡± y en ese punto no hab¨ªa ¡°actividades o decisiones clave del Banco¡± que el panel pudiese revisar. A?adi¨® tambi¨¦n: ¡°Las personas afectadas podr¨¢n recurrir al panel en una fase posterior del ciclo del proyecto si as¨ª lo desean¡±.
Los lugare?os y sus abogados afirman que los funcionarios de la entidad est¨¢n utilizando las lagunas legales para evitar rendir cuentas. Chad Dobson, director ejecutivo del Centro de Informaci¨®n Bancaria, considera que el argumento de que el Banco Mundial no es responsable de cuestiones surgidas antes de que un paquete de financiaci¨®n reciba el visto bueno definitivo es una ¡°respuesta formal¡± cuya finalidad es ¡°minimizar la vulnerabilidad del banco¡±.
Alojamiento temporal
Mientras el Panel de Inspecci¨®n del Banco Mundial consideraba y desestimaba la reclamaci¨®n presentada por los lugare?os en 2012, el Gobierno de Kosovo se aplicaba a una nueva tanda de desalojos, cuyo objetivo era el barrio de Shala, en Hade.
En esta nueva ronda de expulsiones, la instituci¨®n crediticia adopt¨® un papel m¨¢s activo. Dio dinero y asesoramiento para ayudar a los funcionarios del pa¨ªs a elaborar un plan de reasentamiento que se supon¨ªa que respetaba las normas del banco sobre c¨®mo gestionar los traslados forzosos.
Haqif Shala, un l¨ªder del barrio, cuenta que ¨¦l y otros habitantes de la mahala accedieron a marcharse despu¨¦s de que el Gobierno prometiese que les facilitar¨ªa un realojamiento. Ser¨ªa un pueblo nuevo que se llamar¨ªa Nuevo Hade y que tendr¨ªa calles, servicios p¨²blicos, un colegio, un centro m¨¦dico y otras infraestructuras.
Haqif se fue del ¡°viejo¡± Hade en enero de 2012. La nieve cubr¨ªa el suelo. ¡°Algo as¨ª no deber¨ªa ocurrir en ning¨²n sitio: que te saquen de tu casa en pleno invierno¡±, lamenta.
Las nuevas instalaciones a¨²n no estaban listas, as¨ª que tuvo que unirse a otros antiguos habitantes de Hade que viv¨ªan en dos grandes bloques de pisos en Obili?, la mayor ciudad del distrito. Como ocupantes de viviendas p¨²blicas ya no pueden cultivar comida para alimentar a sus familias y completar sus ingresos. Algunos de sus hijos han nacido y est¨¢n creciendo en alojamientos temporales.
¡°Vivimos de la caridad del Estado¡±, denuncia Avni Grajcevci, cuya familia se traslad¨® a los pisos despu¨¦s de que los expulsasen de Hade en 2005. ¡°No sab¨ªamos lo que nos iba a pasar. No pod¨ªamos planear nada¡±.
En total, del barrio de Shala se han desalojado 63 casas que suman 320 habitantes, seg¨²n datos del Banco Mundial. Pero Nuevo Hade sigue casi vac¨ªo. La familia de Haqif Shala y aproximadamente 10 m¨¢s han construido casas all¨ª y se han mudado. El resto se ha trasladado a otros lugares o siguen en las viviendas temporales.
Un portavoz del Ministerio de Planificaci¨®n Medioambiental y Espacial de Kosovo se?ala que el organismo ¡°ha instalado todas las infraestructuras en Nuevo Hade¡± y ha satisfecho las necesidades de los antiguos habitantes del pueblo original. En una declaraci¨®n, el Banco Mundial afirma que KEK y el Gobierno ¡°hab¨ªan hecho esfuerzos muy serios por gestionar el reasentamiento de los vecinos de Shala, en Hade, de manera profesional y con vistas a proteger los intereses de los hogares afectados. En general, el pueblo de Nuevo Hade es de buena calidad y har¨¢ que mejore el nivel de vida de sus habitantes¡±.
Dajana Berisha, directora ejecutiva del Foro de Iniciativas C¨ªvicas, un grupo local que ha trabajado en nombre de los expulsados de Hade, informa de que, hace poco, las autoridades han construido una carretera asfaltada en el nuevo asentamiento, pero que nunca se han llevado a cabo otras mejoras prometidas, entre ellas un colegio, una mezquita, un centro m¨¦dico y tiendas, que habr¨ªan convertido el lugar elegido para el realojamiento en una aut¨¦ntica comunidad.
¡°Ense?aron a la gente un mont¨®n de im¨¢genes de lo bonito que ser¨ªa Nuevo Hade¡±, cuenta Berisha, ¡°pero pr¨¢cticamente nada de lo que prometieron existe en la realidad¡±.
La semana pasada, Haqif Shala, Ragip Grajcevci y Avni Grajcevci firmaron una nueva reclamaci¨®n al Panel de Inspecci¨®n del Banco Mundial en la que dejan claro que ellos no opinan que el proceso de reasentamiento haya protegido sus intereses.
El banco no ha atenido a sus propias normas, lo cual ha originado ¡°una falsa certeza en el Gobierno de que est¨¢ ajust¨¢ndose a los est¨¢ndares internacionales¡± y ha sometido a las familias al empobrecimiento y la p¨¦rdida de sus hogares y sus tierras, se afirma en la queja. Los habitantes de Hade ¡ªtanto los que siguen all¨ª como los desplazados¡ª denuncian que el peso econ¨®mico y social de la presi¨®n del Gobierno para explotar los recursos de carb¨®n del pa¨ªs se ha ¡°cargado sobre sus espaldas¡±.
Un portavoz del banco rehus¨® responder a las preguntas sobre la nueva reclamaci¨®n.
Muerte lenta
Cuando Armend Grajcevci era peque?o, muchas noches le costaba dormir. Tem¨ªa que la casa de su familia se deslizase colina abajo y cayese en la mina de carb¨®n a cielo abierto del valle. ¡°Cuando ten¨ªa siete a?os ten¨ªa mucho miedo¡±, confiesa Armend. Ahora tiene 15, ¡°y todav¨ªa est¨¢ asustado¡±.
Las explotaciones mineras de KEK siguen siendo una presencia cotidiana en su vida. Las excavadoras retumban en la distancia. Los camiones de carb¨®n pasan a toda velocidad por la carretera que corre junto a la escuela del pueblo.
Un a?o antes de que Armend naciera, el Ej¨¦rcito serbio destruy¨® Hade. Ahora su pueblo sufre una muerte m¨¢s lenta. Muchos de sus amigos tuvieron que irse durante las primeras oleadas de desalojos. La asistencia al colegio local se ha reducido tanto que algunos cursos est¨¢n juntos en la misma aula.
Ragip, el padre de Armend, les ha puesto a ¨¦l y a sus hermanas y hermanos profesores particulares para que puedan aprender ingl¨¦s y, alg¨²n d¨ªa, marcharse a otro lugar a vivir y trabajar. ¡°Para que tengan su propia vida¡±, remacha el padre.
Por ahora, padre e hijo luchan por un pueblo que puede que no tarde en desaparecer. Los gases lacrim¨®genos de su primera protesta no han disuadido a Armend de hacer acto de presencia en las manifestaciones de los lugare?os. Donde quiera que se celebre una reuni¨®n de la comunidad o una manifestaci¨®n, all¨ª est¨¢ ¨¦l junto a su padre.
¡°Nunca parar¨¦, porque no me gusta ser testigo de la injusticia¡±, proclama.
*Con la colaboraci¨®n de Visar Prebeza y Karin Steinberger
Michael Hudson es redactor jefe del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigaci¨®n.
Visar Prebeza es periodista del diario l¨ªder kosovar Koha Ditore.
Karin Steinberger es periodista del diario alem¨¢n S¨¹ddeutsche Zeitung.
Artrit Bytyci ha colaborado en la investigaci¨®n para este art¨ªculo.
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