?Mayor para dormir con un osito de peluche?
En una encuesta realizada en Reino Unido, el 35% de los entrevistados ¨Ctodos mayores de edad¨C admitieron compartir cama con su ¡®teddy bear¡¯
Hace unos meses, una amiga acudi¨® a la consulta de un psic¨®logo. Hab¨ªa roto con su pareja, y las noches se hab¨ªan convertido en una dura prueba de soledad e inquietud. El especialista le propuso recuperar una costumbre infantil: dormir con un oso de peluche. ?El resultado? Bromas generalizadas de su entorno m¨¢s ¨ªntimo, pero tambi¨¦n un apoyo emocional que ha aliviado su malestar.
A muchos nunca se nos hubiera ocurrido recurrir a un mu?eco de trapo para ahorrarnos una terapia psicol¨®gica; sin embargo, parece que la idea cada vez resulta m¨¢s tentadora (aunque la gente no se atreva a reconocerlo). En una encuesta realizada en Reino Unido hace dos a?os, el 35% de los entrevistados ¨Ctodos mayores de edad¨C admitieron compartir cama con su teddy bear. ¡°Estoy seguro de que el porcentaje es mayor. Eso s¨ª, en Espa?a nadie dir¨ªa la verdad por verg¨¹enza¡±, dice Euprepio Padula, autor de El coaching del peluche rosa (Rasche). Para este coach, la infancia es ese ¨¢mbito de fantas¨ªa, intuici¨®n y creatividad que conduce a la felicidad emocional: ¡°Con los a?os, muchas veces pierdes espontaneidad, ilusi¨®n¡ ?Qu¨¦ dir¨ªa el ni?o que fuiste del adulto en que te has convertido? Tener cerca un juguete as¨ª supone conectar con aquellos valores que perdimos con la adultez, es una forma de decir que volvamos a so?ar. Si escuch¨¢ramos al cr¨ªo que llevamos dentro, nos equivocar¨ªamos menos¡±. Padula predica con el ejemplo: aunque no lo cuele entre las s¨¢banas, sobre su mesilla de noche tambi¨¦n reposa un oso de juguete.
Un mu?eco, una almohada, incluso un calcet¨ªn. Sean lo que sean los apoyos externos que ayudan a sobrellevar situaciones complicadas, la psicolog¨ªa los denomina objetos de apego. ¡°Representan la seguridad, el cari?o y la paz que necesitamos. Como sucede con el osito de nuestra infancia, ese amigo fiel que siempre escucha y nunca critica¡±, asegura la psic¨®loga Ciara Molina, autora de Emociones expresadas, emociones superadas (Oniro). Conectar con ¨¦pocas m¨¢s felices permite valorar que el mal momento que atravesamos es temporal. ¡°No suelo recomendar a mis pacientes el uso de objetos de apego; sin embargo, si veo que una persona no encuentra consuelo, s¨ª le dir¨ªa que coja una almohada, la abrace y disfrute de esa emoci¨®n placentera de sentirse protegida. Ahora bien, si se convierte en el sustituto de trabajar esas emociones por nosotros mismos y afrontar nuestros miedos y necesidades emocionales, entonces tendr¨ªamos que plantearnos que dormir con esa almohada o ese oso no es una conducta del todo saludable¡±, advierte Molina.
Inevitable acordarse de Aloysius, el ?teddy bear que acompa?aba en sus correr¨ªas a Sebastian Flyte en Retorno a Brideshead: sin duda, su autor, Evelyn Waugh, no pudo encontrar mejor met¨¢fora para el s¨ªndrome de Peter Pan. Sin embargo, para Euprepio Padula, dormir con un osito de trapo no supone padecer ese complejo: ¡°Quiz¨¢s algunos crean que esta costumbre sea una forma de recuperar el para¨ªso perdido de la ni?ez, esa zona de confort en la que no hab¨ªa responsabilidades, estr¨¦s, problemas¡ Aunque no creo que los adultos que tienen cerca un peluche quieran volver a esa Arcadia perdida. Es una tonter¨ªa pensar que tener un osito te quita responsabilidad¡±. Nadie sospechar¨¢, entonces, de quien prefiera ver sus viejos DVD de Pippi Calzaslargas a la celebrada Mad Men¡ ?O s¨ª?
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