?Una Europa alemana?
La situaci¨®n de Grecia es una raz¨®n m¨¢s para transformar la hegemon¨ªa econ¨®mica de Alemania en liderazgo: es jugar a un juego diferente, con m¨¢s responsabilidad hacia el conjunto de la Uni¨®n y con mecanismos de decisi¨®n m¨¢s compartidos
El ¨²ltimo libro del fallecido Ulrich Beck sosten¨ªa la tesis de que la crisis del euro hab¨ªa hecho realidad aquella ¡°Europa alemana¡± de la que advert¨ªa Thomas Mann en 1953. Alemania no solo se ha beneficiado del nuevo orden europeo sino que se ha convertido de hecho en un poder hegem¨®nico, sin nadie que haga de contrapeso y con una institucionalizaci¨®n d¨¦bil que apenas equilibra ese poder. Se da la paradoja de que Alemania se ha convertido en un poder hegem¨®nico pero al mismo tiempo no ha querido ejercer el liderazgo europeo que le corresponder¨ªa.
En la gesti¨®n de la crisis del euro Alemania es un actor central. Inicialmente reacia a comprometerse, dispuesta incluso a dejar caer a Grecia, una vez que comprendi¨® que esta salida tendr¨ªa grandes costes pol¨ªticos y econ¨®micos, utiliz¨® la crisis para reconfigurar una UE a imagen propia y ponerla al servicio de sus intereses econ¨®micos. Con el objetivo de fortalecer el control sobre los pa¨ªses deudores exigi¨® en mayo de 2010 incluir al FMI tanto para las ayudas a Grecia como para la creaci¨®n del Fondo de Estabilidad. As¨ª se excluy¨® al Parlamento Europeo y se debilit¨® a la Comisi¨®n.
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Como es sabido, el Gobierno alem¨¢n se incorpor¨® al fondo de rescate a condici¨®n de imponer una consolidaci¨®n fiscal, un endurecimiento del pacto de estabilidad y crecimiento as¨ª como el compromiso de limitar el endeudamiento. Esta exigencia obedec¨ªa a un diagn¨®stico de la situaci¨®n que es muy cuestionable. Berl¨ªn defend¨ªa que los intereses elevados se deb¨ªan a los riesgos que planteaba un pa¨ªs y que sin la presi¨®n de los mercados financieros los pa¨ªses deudores no llevar¨ªan a cabo las reformas necesarias. Algunos estudios ponen de manifiesto, por el contrario, que una parte significativa de los diferenciales de los pa¨ªses perif¨¦ricos de la eurozona en 2010-2011 no ten¨ªan relaci¨®n con el incremento de la deuda y se deb¨ªan m¨¢s bien a sentimientos negativos en el mercado que actuaban como profec¨ªas autocumplidas y que se hicieron muy poderosos desde finales de 2010.
Alemania no est¨¢ entre los perdedores de la crisis del euro, sino que en cierto modo se ha beneficiado de ella. De entrada porque mucho de lo que se hizo para el rescate de Grecia, Portugal, Irlanda o Espa?a beneficiaba especialmente a los bancos alemanes. Alemania se beneficia por el hecho de que el aumento del precio de los cr¨¦ditos para los pa¨ªses con una mayor deuda viene acompa?ado de un abaratamiento de los costes de refinanciaci¨®n de sus propios bonos.
Detr¨¢s de estas divergencias hay una falta de acuerdo en torno a c¨®mo entender las relaciones entre solidaridad y responsabilidad en la Uni¨®n. La pol¨ªtica alemana contra la crisis, tal y como han repetido incansablemente Merkel y Sch?uble, se ha basado en un principio muy simple: solidaridad a cambio de solidez. Los Estados deudores deben ganarse la solidaridad, lo que significa aumento de impuestos, reducci¨®n del sector p¨²blico y reformas estructurales. Las autoridades alemanas est¨¢n convencidas de que ciertas formas de solidaridad pueden implicar una p¨¦rdida de responsabilidad en los pa¨ªses ayudados. Ahora bien, estos esfuerzos no pueden hacerse a costa de arruinar un pa¨ªs. Los Estados en crisis tienen que aplicar ciertas reformas, pero las condiciones tienen que ser realistas. Todo ello dejando a un lado que las medidas de austeridad tienen tambi¨¦n un l¨ªmite de legitimaci¨®n democr¨¢tica.
Salir del atolladero exige pensar de otra forma la relaci¨®n entre solidaridad y responsabilidad
?Es excesiva la solidaridad alemana en la crisis del euro? Si consideramos los n¨²meros absolutos, Alemania es con mucho el contribuyente m¨¢s importante de la eurozona. Su aportaci¨®n al Tratado de Estabilidad es muy elevada. Pero si ponemos en relaci¨®n lo que costaron a Alemania las ayudas a Grecia y los fondos de rescate del euro con su capacidad econ¨®mica, su cr¨¦dito supone el 4,5% de su PIB (una parte menor de la que dedican a ello Malta, Estonia, Eslovaquia, Espa?a o Italia).
Si queremos salir de este atolladero tenemos que pensar de otra manera la relaci¨®n entre solidaridad y responsabilidad. La solidaridad implica relaciones de reciprocidad y puede estar vinculada a ciertas condiciones. Pero tambi¨¦n es cierto que la solidaridad incluye siempre un elemento de inter¨¦s propio bien entendido. Por eso me parece que es muy interesante la iniciativa del Gobierno de Portugal para la pr¨®xima Cumbre Europea que recomienda no hablar tanto de solidaridad como de responsabilidad com¨²n.
Si los pa¨ªses deudores tienen que ser m¨¢s responsables en su comportamiento econ¨®mico, a Alemania le corresponde una mayor responsabilidad en la estabilizaci¨®n de la eurozona y sobre el conjunto de la Uni¨®n. Aqu¨ª es donde la diferencia entre hegemon¨ªa y liderazgo resulta fundamental. La funci¨®n de liderazgo en Europa solo puede ejercerse si se est¨¢ dispuesto a realizar una mayor transferencia de soberan¨ªa y a asumir una mayor responsabilidad respecto de la Comunidad Europea. La relaci¨®n entre quien ejerce el liderazgo y quien lo acepta presupone una cierta comunidad de intereses, riesgos y valores, lo que no es el caso cuando se trata de una hegemon¨ªa. Las funciones de liderazgo en una comunidad implican tambi¨¦n ciertas obligaciones y, trat¨¢ndose de una comunidad tan compleja como la europea, solo puede llevarse a cabo de una manera coordinada.
Francia pierde autoridad y se encuentra en una crisis pol¨ªtica y econ¨®mica con resultado incierto
Alemania no ha tenido ninguna experiencia de liderazgo europeo o internacional y ese concepto est¨¢ contaminado por su historia reciente. Pero 20 a?os despu¨¦s de la unificaci¨®n, la posibilidad de que Alemania asuma una posici¨®n de liderazgo es considerada algo normal e incluso deseable. ?Qui¨¦n podr¨ªa hacerlo si no? Es evidente que el eje franco-alem¨¢n ya no puede ejercer esa funci¨®n. Francia no representa ese tipo de autoridad que Alemania reconoci¨® en otro tiempo y se encuentra en una crisis pol¨ªtica y econ¨®mica con resultado incierto. Alemania no parece dispuesta a que su pol¨ªtica europea sea conducida por la incertidumbre francesa.
Lo que ahora tenemos en Europa es una situaci¨®n de hegemon¨ªa que consiste en que Alemania ejerce un poder econ¨®mico sobre el resto de los europeos como no hab¨ªa tenido desde la unificaci¨®n, pero ha limitado este poder a la consecuci¨®n de un inter¨¦s a corto plazo. Alemania ha renunciado al tipo de liderazgo que se le reconocer¨ªa si hubiera ejercido una forma de cooperaci¨®n solidaria con la vista puesta en los posibles riesgos futuros de Europa.
Si en el refer¨¦ndum de Grecia hubiera ganado el s¨ª, Alemania se habr¨ªa cargado de razones para continuar con su c¨®moda hegemon¨ªa; la victoria del no ¡ªpor parad¨®jico que parezca¡ª es una raz¨®n m¨¢s para transformar esa hegemon¨ªa en liderazgo, lo que supone jugar a un juego diferente, con mayor responsabilidad hacia el conjunto de la Uni¨®n y con mecanismos de decisi¨®n m¨¢s compartidos. Esto no significa que Grecia haya ganado la partida, ni siquiera que haya mejorado su posici¨®n negociadora, pero tampoco Alemania gana nada con una estrategia que es igualmente electoralista, limitada al corto plazo y sin ninguna responsabilidad hacia lo com¨²n.
Daniel Innerarity es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Pol¨ªtica e investigador Ikerbasque en la Universidad del Pa¨ªs Vasco.
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