El futuro que est¨¢ llegando del cielo... en drones
Har¨¢n falta pilotos, dise?adores, ingenieros de mantenimiento, analistas de datos. Un nuevo mundo profesional, impensable para la mayor¨ªa hace solo una d¨¦cada.
El aprendizaje de las palabras, y m¨¢s cuando no se produce en la primera infancia, nos suele remitir a situaciones y objetos concretos. Millones de personas en todo el mundo supieron lo que era un drone antes siquiera de que conocieran la palabra. Lo descubrieron en la butaca de un cine al inicio de los ochenta. Los protagonistas de La guerra de las galaxias comenzaban su segunda aventura en un planeta hostil, helado, tratando de ocultarse de las tropas imperiales. La pel¨ªcula se llamaba El imperio contraatraca.Y vaya si contraatacaba. Para buscar a los rebeldes estrellaban unas c¨¢psulas contra el planeta y de ¨¦l sal¨ªan una especie de medusas voladoras equipadas con c¨¢maras y rayos l¨¢ser que localizaban y, si pod¨ªan, destru¨ªan las posiciones de los insurgentes. ?Sus pilotos? C¨®modamente instalados a miles de kil¨®metros de all¨ª.
De manera que para muchas personas fue dif¨ªcil no evocar aquellos fascinantes aparatos ¡ªGeorge Lucas quiere a todos sus personajes: a los malos los hizo mal¨ªsimos, pero para compensar son elegantes y sofisticados¡ª cuando los drones comenzaron a utilizarse en el mundo real con fines militares. Desde unas instalaciones en Nevada se pilotan aparatos que pueden bombardear posiciones de los talibanes en Afganist¨¢n; desde una base militar en Yibuti se patrullan los cielos de Irak. Los drones se han convertido en una aplicaci¨®n militar tan importante que ha habido quien ha advertido de que en pocos a?os la mayor¨ªa de los pilotos militares de EE?UU no habr¨¢n volado en su vida m¨¢s que desde una habitaci¨®n. Luego ha venido la econom¨ªa a corregir estos augurios. Lo cierto es que hoy la fuerza a¨¦rea de EE?UU tiene problemas para encontrar pilotos de drones. ?La raz¨®n? Cobran mucho menos y trabajan mucho m¨¢s que sus compa?eros que vuelan fuera de la pantalla.
Siguiendo el camino trillado por otras muchas invenciones, el siguiente paso en la evoluci¨®n ¡ªy rentabilizaci¨®n¡ª del drone es su aplicaci¨®n civil. Vigilancia de incendios, b¨²squeda de v¨ªctimas de cat¨¢strofes en lugares remotos, controles de plagas, estudios topogr¨¢ficos, vigilancia del tendido el¨¦ctrico, fumigaci¨®n... el l¨ªmite es el cielo, literalmente. Desde el env¨ªo de desfibriladores en caso de infarto a encargos de libros e incluso pizzas. Todo lo que se pueda llevar, se llevar¨¢. Y har¨¢n falta pilotos, dise?adores, ingenieros de mantenimiento, analistas de datos... Un nuevo mundo profesional, impensable para la mayor¨ªa hace solo una d¨¦cada, asoma por el oscurecido p¨¢ramo laboral.
Tambi¨¦n vendr¨¢n las complicaciones. Los drones todav¨ªa no pueden volar sobre n¨²cleos habitados pero todo llegar¨¢. ?Habr¨¢ atascos? ?Abogados especialistas en accidentes de drones? ?Un carnet de conducir y una dronescuela? ?Seguros contra objetos que caen del cielo? En el fondo, todo esto tan nuevo genera una vuelta a la antig¨¹edad. El derecho romano ya ten¨ªa previstas indemnizaciones por si al viandante le ca¨ªan encima residuos humanos l¨ªquidos (effusum) o s¨®lidos (deiectum). En algo hemos avanzado: ahora te puede matar una pizza cuatro quesos. Y todo culpa de Darth Vader.
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