La sombra de la Mafia amenaza la belleza de Roma

Los herederos de aquellos que dominaron el mundo ya solo aspiran a que les tapen los baches. Hasta hace poco, los romanos tambi¨¦n so?aban con un buen alcalde bueno, esto es, un regidor eficiente que, a ser posible, fuese tambi¨¦n un tipo honesto. La elecci¨®n, en junio de 2013, de Ignazio Marino, un neurocirujano especializado en trasplantes con una brillante carrera en EE?UU, provoc¨® una cierta esperanza en una ciudad descre¨ªda por experiencia. Dos a?os despu¨¦s, Marino, que fue elegido en las listas del Partido Democr¨¢tico (PD), sigue conservando la aureola de persona honesta ¡ªque no es moco de pavo en la pol¨ªtica italiana¡ª, pero los baches siguen sin tapar, los transportes p¨²blicos sin funcionar y la suciedad y el caos se baten en duelo a diario con la belleza de Roma.

La gran decepci¨®n ha sido descubrir que la incapacidad de Marino era inducida. Los buenos prop¨®sitos del alcalde en bicicleta eran eficazmente bloqueados por una red mafiosa dirigida por un antiguo terrorista de extrema derecha y un empresario corrupto con un pasado de izquierdas. Los m¨¢s de 80 detenidos por la fiscal¨ªa de Roma en sus dos operaciones contra la llamada Mafia Capital ¡ªla primera el pasado mes de diciembre y la segunda hace unos d¨ªas¡ª han puesto al descubierto que la corrupci¨®n era tan profunda y tan generalizada que el alcalde era solo una marioneta en manos de los facinerosos. ¡°Si Marino se queda de alcalde otros tres a?os y medio¡±, lleg¨® a confesar por tel¨¦fono uno de los jefes de la quinta mafia de Italia, ¡°nos comemos Roma¡±.

Ahora se dice que el primer ministro y l¨ªder del PD, Matteo Renzi, piensa en dejar caer a Marino, que la organizaci¨®n del Jubileo ¡ªde diciembre de 2015 a noviembre de 2016¡ª ser¨¢ confiada al prefecto e incluso que el Ayuntamiento romano puede ser disuelto por infiltraci¨®n mafiosa. Ser¨ªa una verg¨¹enza para Italia, pero no parece descabellado. Valga un dato: el d¨ªa que Matteo Orsini, el presidente del PD, decidi¨® investigar a su partido en Roma, el Ministerio del Interior se apresur¨® a ponerle una fuerte escolta. Algunos baches de la ciudad son demasiado profundos.