Mucha tela
Somos un pa¨ªs de l¨ªos de faldas y con l¨ªos de banderas, ahora por su uso en el anuncio de Pedro S¨¢nchez
Mi esposo es bebedor de t¨¦. Yo prefiero el caf¨¦, pero en estas primeras tardes de verano he decidido acompa?arle en su ritual vespertino. Mientras beb¨ªamos tranquilamente esa taza de t¨¦ conyugal, me pregunt¨® si recordaba haber tenido alg¨²n problema con alguna bandera. Recordando a Jane Fonda quemando la insignia de Estados Unidos contra la guerra de Vietnam, amablemente le respond¨ª que no. Pero que Hugo Ch¨¢vez s¨ª que lo hab¨ªa tenido cuando decidi¨® cambiar la orientaci¨®n del caballo blanco del emblema venezolano porque su hija Rosin¨¦s le hab¨ªa dicho que el animal miraba hacia la derecha y no a la izquierda. Rub¨¦n prefiri¨® mirar hacia el interior de su taza de t¨¦. Seguramente, intentaba encontrar all¨ª por qu¨¦ las banderas terminan por aventar problemas.
El tema est¨¢ en el viento. En EE UU se ha reabierto la pol¨¦mica en torno a la bandera confederada, que ventila conflictos raciales y pasado de esclavitud. En Espa?a estamos enredando por el uso de la bandera en el anuncio de la candidatura del l¨ªder socialista, Pedro S¨¢nchez. Parece que muchos en el PP y algunos en el PSOE critican que la bandera estuviera tan cerca del aspirante a la presidencia. El candidato entiende que sale m¨¢s atractivo si le acompa?a una bandera XL. Durante muchos a?os su uso parec¨ªa ser casi una exclusiva del PP y de las verbenas de los pueblos. Lo que pasa es que en el PP olvidaron que una exclusiva casi siempre es mediante un contrato y una cantidad de dinero. Por la bandera, hasta ahora, no han pagado un euro. As¨ª que todos podemos emplearla, como tel¨®n de fondo o para envolvernos en ella.
Desde esta semana, la bandera del movimiento LGTB ondear¨¢ en el Ayuntamiento madrile?o, sirviendo de anuncio de los cambios que aportar¨¢ su nueva alcaldesa. Y en su primer discurso como presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes se confes¨® abanderada contra la corrupci¨®n. Vestida de riguroso blanco, una bandera blanca.
Somos un pa¨ªs de l¨ªos de faldas y con l¨ªos de banderas. Y ahora de blusas, como la que visti¨® Isabel Pantoja en su reciente permiso penitenciario. Al parecer, la blusa roja fue cosida en la c¨¢rcel de Alcal¨¢ de Guada¨ªra por otra reclusa. Esa prenda ya forma parte del dossier sobre presuntos tratos de favor recibidos por Pantoja. O sea, mucha tela. En Guada¨ªra se est¨¢ cosiendo un nuevo Tiempo entre costuras, una reflexi¨®n sobre ser mujer, presidiaria y reina de la copla expuesta a peligros nuevos como el trato de favor y los cada vez m¨¢s graves conflictos familiares. La estancia de Pantoja en la c¨¢rcel ha dejado sin l¨ªder a toda su familia. Y todo se complica. Chabelita contin¨²a aislada en Supervivientes. Su beb¨¦ pasa de las manos de Dulce, una de las ni?eras m¨¢s carism¨¢ticas, a las de su padre, el infiel Alberto Isla. Y Kiko acumula kilos y demandas a las que no se presenta o responde airadamente siempre en camisetas que parecen dise?adas para desmoronar el mito sexy de sus padres. En un programa me confes¨¦ abanderado por la reinserci¨®n expr¨¦s de Pantoja. ?Que vuelva a casa!
La estancia de Pantoja en prisi¨®n me recuerda cada vez m¨¢s a una telenovela de la que fui guionista. En La dama de rosa, Gabriela Su¨¢rez, su protagonista, era injustamente privada de libertad y terminaba en una c¨¢rcel de mujeres, donde hac¨ªa amistad con otra reclusa. Y con la directora del penal. Pantoja, al parecer, desayuna con la directora, y eso, a m¨ª al menos, no me parece tan mal. A los funcionarios de esa c¨¢rcel, s¨ª. En la telenovela, Gabriela Su¨¢rez se convert¨ªa en la mejor modista del taller y consegu¨ªa fabricarse un disfraz de viejecita para fugarse. Adem¨¢s de un guardarropa a su medida para transformarse en Emperatriz Ferrer, la atormentada mujer que buscaba vengarse de quienes la metieron en la c¨¢rcel. Todav¨ªa no soy capaz de determinar si Pantoja va a reinventarse en dise?adora o si planea una venganza, pero en esa semitransparente camisola roja hay mucha verdad evidente e invisible. Igual que en una bandera.
Y as¨ª podr¨ªamos estar delante de un nuevo fen¨®meno textil hecho en Espa?a: la ropa de c¨¢rcel. Recordemos los trajes que casi llevan a prisi¨®n al expresidente Camps. Zara y Mango deber¨ªan tomar nota. ?Para qu¨¦ mantener f¨¢bricas en pa¨ªses lejanos cuando algunas prendas podr¨ªan colaborar a la reinserci¨®n? Eso es lo que puede querer decir la blusa artesanal de Pantoja. Una nueva l¨ªnea de moda made in Spain, made in the jail.
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