Aqu¨ª s¨ª: matrimonios del mismo sexo alrededor del mundo
El franc¨¦s Fr¨¦d¨¦ric Martel, autor del ensayo ¡®Global gay¡¯, sobre la revoluci¨®n homosexual que est¨¢ cambiando el mundo, explic¨® en 2013 las claves del fen¨®meno
Momentum. Esta palabra resume a la perfecci¨®n lo que est¨¢ pasando en el planeta con la homosexualidad: est¨¢ viviendo su momentum. Hoy d¨ªa, el activismo gay est¨¢ de moda. La liberaci¨®n homosexual est¨¢ en marcha. La bandera del arco¨ªris ondea cada vez con m¨¢s frecuencia en las terrazas de los caf¨¦s de todo el mundo. Los d¨ªas del Orgullo Gay se celebran en todas partes. Y los sondeos muestran que la opini¨®n p¨²blica es mucho m¨¢s tolerante con los homosexuales. Todav¨ªa existen desigualdades y mucha lentitud dependiendo de ciertos lugares de la geograf¨ªa terrestre. Pero es un movimiento inexorable. El asunto de la despenalizaci¨®n de la homosexualidad ha alcanzado su madurez. Aumentan los matrimonios entre personas del mismo sexo. Y los derechos humanos tambi¨¦n est¨¢n siendo reconocidos tanto a gais como a lesbianas.
Esta revoluci¨®n ha surgido en el mundo occidental. Pero no solamente. Poco a poco, en Europa y en Estados Unidos se ha pasado de penalizar la homosexualidad a penalizar la homofobia. Sin embargo, no debemos olvidar que hasta el a?o 2003 la Corte Suprema de Estados Unidos no decidi¨® anular el delito de sodom¨ªa en los Estados del sur, reconociendo de ese modo la homosexualidad en todo el territorio estadounidense. As¨ª que, por tanto, Occidente tiene pocas lecciones que dar al resto del mundo.
Occidente tiene pocas lecciones que dar al respecto¡±
En lo que respecta al matrimonio homosexual, los datos geopol¨ªticos son tambi¨¦n muy elocuentes. Holanda ha sido el primer pa¨ªs en legalizar las uniones civiles entre personas del mismo sexo. Otras naciones de ?Europa del Norte han avanzado r¨¢pidamente en esta materia. ?Tienen algo que ver la religi¨®n protestante, la socialdemocracia moderada o el sentido del pluralismo? Lo cierto es que Noruega, Dinamarca, Suecia y B¨¦lgica (bajo la presi¨®n inicial de los flamencos y no de los valones cat¨®licos) han defendido el derecho de las personas del mismo sexo a casarse. En Canad¨¢ tambi¨¦n est¨¢ permitido este tipo de matrimonios, as¨ª como en ciertos Estados de Estados Unidos. Si volvemos a Europa, observamos que Espa?a y Portugal, pa¨ªses latinos y cat¨®licos, han hecho historia tomando el relevo. Mientras tanto, la cuesti¨®n se retrasa en otras naciones como Alemania, Suiza o Reino Unido (en Inglaterra y Gales se espera que empiecen a celebrarse en 2014).
Sin embargo, el movimiento gay no es solamente occidental, tal y como as¨ª lo demuestran los perfiles que aparecen en este reportaje de El Pa¨ªs Semanal. Lleg¨® de la mano de Nelson Mandela y sus compa?eros del ANC, quienes hicieron que Sud¨¢frica autorizara el matrimonio homosexual, despu¨¦s de haber sido adem¨¢s uno de los primeros en despenalizar la homosexualidad. Lleg¨® tambi¨¦n de Argentina. Y a partir de ahora son los pa¨ªses iberoamericanos los que est¨¢n en la vanguardia de los derechos de los homosexuales. En la capital de M¨¦xico se han legalizado las uniones del mismo sexo. En Brasil se ha aprobado una resoluci¨®n judicial que los permite. Uruguay est¨¢ trabajando en esa misma l¨ªnea. Incluso en la Cuba comunista y totalitaria, Mariela Castro, hija de Ra¨²l Castro, hermano del dictador cubano, est¨¢ defendiendo en la actualidad los derechos de los homosexuales. As¨ª pues, si a esta lista a?adimos otros pa¨ªses como Nueva Zelanda, Islandia, Francia y puede ser que tambi¨¦n muy pronto Taiw¨¢n, Colombia, Finlandia y Luxemburgo, donde ya existen debates y proposiciones de ley, constataremos que el mapa del matrimonio homosexual est¨¢ mucho menos esquematizado de lo que podr¨ªamos pensar. Ni Occidente tiene el monopolio de la defensa de los derechos de los homosexuales, ni Oriente ni el Sur poseen el privilegio de la homofobia. La identidad de un gay y una lesbiana no se circunscribe solo al Oeste. As¨ª como tampoco existen, de ninguna manera, pr¨¢cticas homosexuales solo en el Este o en el Sur. En la investigaci¨®n que he realizado, Global gay, llevada a cabo sobre el terreno en 45 pa¨ªses, he podido constatar que si observamos la homosexualidad desde una perspectiva geopol¨ªtica, esta no se constituye en bloques regionales homog¨¦neos y necesariamente antagonistas. El asunto es mucho m¨¢s complejo. Pero es necesario matizar ciertos aspectos. No existen dos tipos de homosexuales: unos occidentales y otros orientales. No hay lucha de sexualidades. No hay un choque gay de civilizaciones.
El tema de la homosexualidad no es patrimonio exclusivo de unos cuantos pa¨ªses. Es un asunto mundial. Su centro de gravedad no se encuentra solamente en Estados Unidos o en Europa. Se ha convertido en una cuesti¨®n multipolar. Estamos asistiendo a una desoccidentalizaci¨®n de la lucha por la igualdad de derechos de los homosexuales. Brasil, Argentina, M¨¦xico o incluso Sud¨¢frica han hecho su propia elecci¨®n y son, a partir de ahora, unos fervientes defensores de los derechos de la comunidad LGBT (lesbianas, gais, bisexuales y transexuales). La movilizaci¨®n de algunos pa¨ªses emergentes a favor de los homosexuales es uno de los mayores fen¨®menos de los ¨²ltimos 10 a?os. Es algo nuevo, inesperado y crucial. Los pa¨ªses emergentes no salen adelante solamente gracias a su demograf¨ªa y su PIB. Tambi¨¦n lo hacen ¨Calgunos de ellos¨C porque respetan y luchan a favor de los valores humanos, entre los que se encuentran los derechos de los homosexuales. La globalizaci¨®n no trasciende solamente a la cuesti¨®n econ¨®mica. Es una globalizaci¨®n que ata?e tambi¨¦n a nuestros valores. Y la homosexualidad, que ahora est¨¢ despertando, supone una aut¨¦ntica revelaci¨®n en nuestra ¨¦poca.
En realidad, y al contrario de lo que tienden a se?alar los dirigentes de los pa¨ªses totalitarios, las pr¨¢cticas homosexuales son universales. Hoy d¨ªa, la homosexualidad ya no es un producto de la propaganda occidental decadente como era, en el pasado, un producto del colonialismo. Al contrario. Las leyes contra la homofobia actualmente en vigor en Oriente Pr¨®ximo, en India o en ?frica fueron generalmente impuestas por la Inglaterra victoriana y los colonos franceses a los pueblos colonizados, cuando eso no ocurre, ni siquiera ahora, con los evangelistas estadounidenses. As¨ª pues, los occidentales no han importado la homosexualidad, sino m¨¢s bien la homofobia.
En todas partes, la militancia homosexual echa ra¨ªces. Y lo que parece es que tanto en Iberoam¨¦rica como en Asia, Europa o Norteam¨¦rica ha llegado el momentum. La defensa de los derechos de los homosexuales se est¨¢ convirtiendo en la nueva frontera de los derechos humanos. Sin embargo, estamos iniciando un camino del que a¨²n queda mucho por recorrer.
La Uni¨®n Europea se ha adelantado imponiendo la despenalizaci¨®n de la homosexualidad como regla general a cualquier pa¨ªs que tenga intenci¨®n de adherirse. Adem¨¢s, desde 1997, los textos comunitarios definen la orientaci¨®n sexual como el derecho de elecci¨®n sexual de cada individuo. Pero, a pesar de ello, no existe una opini¨®n un¨¢nime respecto al matrimonio homosexual. Y es precisamente en Europa donde abundan las protestas m¨¢s radicales contra la homofobia, empezando por el Vaticano.
En Estados Unidos, el debate sobre este tipo de matrimonios se ha convertido en un asunto de inter¨¦s nacional desde que el presidente Obama, con valent¨ªa, anunci¨® su apoyo durante la campa?a presidencial de 2012. Hoy d¨ªa, 13 Estados permiten el matrimonio del mismo sexo: California, Connecticut, Delaware, Iowa, Maine, Maryland, Massachusetts, Minnesota, New Hampshire, Nueva York, Rhode Island, Vermont, el Estado de Washington, adem¨¢s de la capital federal Washington y tres tribus indias. Este movimiento de fondo aument¨® cuando la Corte Suprema adopt¨® dos medidas t¨¦cnicas que, por un lado, declaraban inconstitucional la celebraci¨®n de matrimonios homosexuales a nivel estatal, pero, por otro, validaban el matrimonio de parejas del mismo sexo en California. Un avance hist¨®rico con doble significado. Por consiguiente, el matrimonio entre personas del mismo sexo no est¨¢ reconocido en todos los Estados. De momento, la relaci¨®n de fuerzas es de 37 Estados en contra y 13 a favor. En la mayor¨ªa de los Estados, y de acuerdo con lo que dicta su Constituci¨®n, el matrimonio homosexual no est¨¢ permitido. Por tanto, es m¨¢s que probable que la batalla contin¨²e durante muchos a?os.
A pesar de esto, Estados Unidos est¨¢ considerado a nivel mundial no solo como el pa¨ªs que simboliza los derechos de gais y lesbianas ¨Cla revoluci¨®n homosexual de Stonewall en 1969, la bandera del arco¨ªris, el D¨ªa del Orgullo Gay¨C, sino tambi¨¦n como el lugar donde se producen los actos m¨¢s violentos contra los homosexuales entre los c¨ªrculos republicanos del Sur. Frente a un presidente como Obama, que en su discurso inaugural hizo alusi¨®n a la Convenci¨®n de Seneca Falls (primera convenci¨®n sobre los derechos de la mujer en Estados Unidos), a Selma (congreso a favor de los derechos c¨ªvicos de los negros) y a los disturbios de Stonewall (lucha de la comunidad LGBT contra un sistema que persegu¨ªa a los homosexuales), hay centenares de pol¨ªticos republicanos elegidos que centran su pol¨ªtica en la prohibici¨®n constitucional del matrimonio homosexual.
En algunas otras regiones del mundo la situaci¨®n est¨¢ mejorando. Aparte de Iberoam¨¦rica, avanzadilla mundial en este momento, se est¨¢n produciendo considerables cambios en Asia. Desde 1997, la homosexualidad ha dejado de ser un delito en China. Aunque es muy dif¨ªcil crear una asociaci¨®n para defender los derechos de los homosexuales ¨Cest¨¢ prohibido cualquier tipo de organizaci¨®n que trabaje a favor de los derechos humanos¨C, los bares y los clubes afines se han multiplicado en todas las grandes ciudades del pa¨ªs. Incluso resulta asombroso el n¨²mero de barrios gais que existen en localidades de Jap¨®n, Corea del Sur, Tailandia, Taiw¨¢n, Hong Kong y Singapur. Por ¨²ltimo, en India, tras una larga batalla en la Corte Suprema de Nueva Delhi, se acaba de despenalizar la homosexualidad.
Quedan, por tanto, tres zonas cr¨ªticas en el mundo donde los homosexuales sufren persecuci¨®n y, en ocasiones, pueden ser condenados a muerte. Los ocho pa¨ªses m¨¢s peligrosos para los homosexuales, donde adem¨¢s existe la pena de muerte, son todos isl¨¢micos: Arabia Saud¨ª, Emiratos ?rabes Unidos, Ir¨¢n, Mauritania, el norte de Sud¨¢n y Yemen. A estos hay que a?adir el norte de Nigeria y algunas regiones de Somalia. Asimismo, ser gay o lesbiana en la mayor¨ªa de los pa¨ªses de ?frica subsahariana y el Magreb contin¨²a siendo un problema grave y recurrente. Por ¨²ltimo, en Rusia, en las antiguas rep¨²blicas sovi¨¦ticas y en ciertos pa¨ªses de Europa del Este existe una nueva clase de homofobia, que yo calificar¨ªa de fr¨ªa para distinguirla de la caliente de los pa¨ªses isl¨¢micos.
As¨ª pues, parece que en muchos pa¨ªses del mundo resulta particularmente anacr¨®nico el debate sobre el matrimonio homosexual. Si bien 15 pa¨ªses lo permiten ¨Cy otros, en parte de su territorio¨C, representan una minor¨ªa en relaci¨®n con los 193 pa¨ªses que integran la ONU. Sobre todo teniendo en cuenta que la opini¨®n de los miembros de Naciones Unidas sobre la despenalizaci¨®n de la homosexualidad no es un¨¢nime. Sin embargo, desde 2008, hay una movilizaci¨®n a favor de la tolerancia dentro de la propia ONU. Adem¨¢s, es determinante el compromiso personal de su secretario general, Ban Ki-moon, en pro de despenalizar la homosexualidad a nivel mundial. Aun as¨ª, la falta de acuerdos contin¨²a. Una prueba de ello fue un voto decisivo que se necesitaba en 2008 para aprobar esta cuesti¨®n. En aquel momento, 68 pa¨ªses votaron una resoluci¨®n a favor de la despenalizaci¨®n (entre ellos, todos los pa¨ªses eu?ropeos, seis pa¨ªses africanos, cuatro asi¨¢ticos, M¨¦xico, Venezuela, Cuba, Canad¨¢ y Estados Unidos despu¨¦s de la elecci¨®n de Obama). En cambio, 59 pa¨ªses firmaron una declaraci¨®n en contra, presentada por Siria y Egipto, para rechazar la despenalizaci¨®n (entre ellos, todos los pa¨ªses musulmanes junto con Arabia Saud¨ª e Ir¨¢n a la cabeza, 31 pa¨ªses africanos adem¨¢s de Malasia, Indonesia, Corea del Norte y el Vaticano). Finalmente, 68 pa¨ªses se abstuvieron de votar esta misma resoluci¨®n para no hacerlo junto a Europa, ni junto a Estados Unidos y los pa¨ªses isl¨¢micos. Esos pa¨ªses fueron China, Singapur, India, Tailandia, Vietnam, Rusia, Corea del Sur, Ucrania, Sud¨¢frica y, sobre todo, Turqu¨ªa.
?Qu¨¦ podemos hacer ante esta situaci¨®n que se nos presenta? Lo primero de todo, recordar que la homosexualidad es un derecho reconocido en la declaraci¨®n de los derechos humanos. Por tanto, no estamos hablando de un nuevo derecho humano o de un derecho espec¨ªfico distinto y separado de los dem¨¢s, tal y como lo pretenden los pa¨ªses ultraconservadores y enemigos de la homosexualidad, empezando por los pa¨ªses musulmanes. M¨¢s all¨¢ de cualquier controversia o pol¨¦mica, los derechos de las personas LGBT forman b¨¢sicamente parte de los derechos humanos, porque son derechos que ya existen ¨Cderecho a la vida, a la libertad, a la seguridad personal, a la protecci¨®n frente a cualquier tipo de discriminaci¨®n, a la libertad de expresi¨®n, derecho a la vida privada¡¨C y, como tales, figuran especialmente en la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos. Seg¨²n resum¨ªa magn¨ªficamente Hillary Clinton, ¡°gay rights are human rights, and human rights are gay rights¡± (algo as¨ª como: ¡°Los derechos de los gais son derechos humanos y los derechos humanos son derechos de los gais¡±).
En efecto, no hay un modelo ¨²nico ni una sola manera de ser homosexual en el mundo, que ser¨ªa un calco de la matriz estadounidense. Por eso, no podemos esperar que los homosexuales consigan su liberaci¨®n de forma homog¨¦nea. Y mucho menos que sea a lo occidental.
Enfocar esta cuesti¨®n desde el punto de vista de los derechos humanos suele ser pertinente, pero a veces puede resultar ineficaz y contraproducente, porque ayudar a los homosexuales en los pa¨ªses hostiles es dif¨ªcil para nosotros y peligroso para ellos.
Pero lo que podemos hacer en este lado del planeta es ayudar a los homosexuales batallando por los derechos de las mujeres y luchando contra el sida. Eso permitir¨ªa un aumento de la tolerancia hacia los gais y las lesbianas sin suscitar enfrentamientos directos. Y en el otro lado del mundo, una de las medidas ser¨ªa que los derechos de los homosexuales se incluyeran entre la lista de las libertades individuales m¨¢s fundamentales ¨Cderecho de asociaci¨®n, derecho de reuni¨®n, libertad de prensa¨C, algo que supondr¨ªa un significativo avance. O bien apoyarse en la fuerza de los sindicatos, como se hace en ?Sud¨¢frica. O bien en la oposici¨®n democr¨¢tica, como en Rusia. En algunas ocasiones, incluso la Iglesia representa un papel progresista, como as¨ª lo demuestra la labor que realiza el arzobispo anglicano de Sud¨¢frica Desmond Tutu. A veces, tambi¨¦n ser¨ªa bueno respaldar a las asociaciones de homosexuales presentes entre los grupos de exiliados ¨Ciran¨ªes en Los ?ngeles y Toronto, cubanos en Miami, africanos en Par¨ªs o Londres¨C, que son quienes pueden influenciar con mayor facilidad en la poblaci¨®n local. Otra forma de ayuda ser¨ªa cambiar las leyes de inmigraci¨®n con el fin de facilitar el exilio o el asilo pol¨ªtico a las personas LGBT en peligro.
Y luego, claro est¨¢, se puede utilizar Internet en todas partes, ya que hoy d¨ªa es la herramienta m¨¢s eficaz que tenemos. Basta con mirar en cualquier momento las p¨¢ginas web, los blogs y los portales especializados en contenidos homosexuales como manjam, gayromeo, guys4men o gaydar, y las redes sociales para constatar que decenas de millones de chinos, rusos, indonesios, iran¨ªes y ¨¢rabes las consultan habitualmente, organizan intercambios y encuentros. Es un hecho determinante. Estos datos, que no la ideolog¨ªa, son la prueba irrefutable que demuestra que la homosexualidad es un fen¨®meno mundial. A partir de ahora, millones de chinos, egipcios, malasios, saud¨ªes, singapurenses o iran¨ªes dir¨¢n p¨²blicamente, diariamente, incluso con su presencia en las redes sociales, que son gais y lesbianas y que hay que contar con ellos.
La educaci¨®n, la aparici¨®n de las nuevas clases medias, el acceso a una ense?anza superior, los intercambios universitarios internacionales, la proliferaci¨®n de canales de televisi¨®n v¨ªa sat¨¦lite y de p¨¢ginas web, el crecimiento de los intercambios comerciales y el aumento del turismo y, por supuesto, la poblaci¨®n ¨Cy la juventud¨C son otros factores que tambi¨¦n aportar¨¢n su granito de arena poco a poco en la misma direcci¨®n: reconocer la identidad homosexual y el surgimiento de personas LGBT como los nuevos actores de las relaciones internaciones y la geopol¨ªtica.
Traducci¨®n de Virginia Solans.
El libro ¡®Global gay¡¯, de Fr¨¦d¨¦ric Martel, est¨¢ publicado en Espa?a por la editorial Taurus.
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