¡°Si no me casaba, me matar¨ªan¡±
200.000 camboyanas fueron obligadas a casarse durante el r¨¦gimen de los Jemeres Rojos Su l¨ªder por crear una nueva comunidad de j¨®venes al servicio de Angkar
El d¨ªa que Thong Socki fue obligada a casarse, los Jemeres Rojos sirvieron una comida frugal y algo de agua. De postre les ofrecieron num akoa y banh januk (dos platos t¨ªpicos a base de arroz). Thong Socki comi¨® con desgana. El cereal que cultivaba hasta desmayarse en los campos de trabajo le resultaba ya ins¨ªpido. A su lado, Chea Non, era entonces un joven imberbe de pelo oscuro. Todav¨ªa llevaba puesto el uniforme de trabajo. Aquella camisa negra que llegar¨ªa a odiar. La ceremonia apenas se prolong¨® unos minutos. Ambos juraron servir a Angkar. Al terminar, les llevaron a una peque?a choza. Ten¨ªan que cumplir su promesa. La organizaci¨®n necesitaba hijos con los que construir su nueva sociedad.
Aquella madrugada Thong Socki decidi¨® odiar a los Jemeres Rojos con todas las fuerzas que le quedaban. Desde su llegada al poder, el 17 de abril de 1975, la guerrilla ultramao¨ªsta encabeza por Pol Pot hab¨ªa evacuado las ciudades, prohibido las pr¨¢cticas culturales y religiosas, abolido el dinero y la propiedad privada y dividido a la poblaci¨®n en grupos: el idealizado viejo pueblo campesino y los ¡°del 17 de abril¡±, la poblaci¨®n urbana envilecida por el consumismo y la decadencia capitalista. De estos, los intelectuales, los artistas, los que sab¨ªan alg¨²n idioma o cualquiera que disidiera hab¨ªan sido ya asesinados. El resto, enviados a campos de trabajo donde deb¨ªan purificarse trabajando la tierra hasta la extenuaci¨®n.
A Thong Socki y Chea Non los hab¨ªan enviado a uno de esos campos para su reeducaci¨®n. Ambos proven¨ªan de una peque?a comunidad al norte de Camboya. ¡°?ramos vecinos, pero casi no hab¨ªamos hablado nunca¡±, recuerda Chea Non. Por aquel entonces ¨¦l ten¨ªa unos 23 a?os. Ella 19. Era 1977. El a?o dos para los Jemeres Rojos. Uno de los oficiales de Angkar ¡ªliteralmente ¡°la organizaci¨®n¡±¡ª les dio la orden: ¡°T¨² tienes que casarte con ella; t¨² con ¨¦l¡±. Thong Socki estaba asustada. Jam¨¢s hab¨ªa estado con un hombre, pero no ten¨ªa elecci¨®n. ¡°Sab¨ªa que si no les obedec¨ªa me matar¨ªan¡±.
Muchas mujeres se vieron obligadas a permanecer junto a sus maridos, aunque las hubiesen forzado y violado, por la presi¨®n social?
Un l¨ªder de los Jemeres Rojos ofici¨® la ceremonia. A su lado, hab¨ªa otras parejas. Todas se acababan de conocer. Acababan de recibir la orden. En su delirio por crear una nueva comunidad jemer fiel al pensamiento revolucionario, la organizaci¨®n instaur¨® una campa?a masiva de matrimonios forzosos. Aunque se desconoce el n¨²mero exacto de v¨ªctimas, algunos estudios estiman que al menos 210.000 mujeres, de una poblaci¨®n total de alrededor de ocho millones de personas, fueron obligadas a casarse con el ¨²nico objetivo de procrear: tras la nupcias, los reci¨¦n casados eran recluidos durante unos d¨ªas en chozas bajo la vigilancia de los chhlob, los esp¨ªas del r¨¦gimen. Aquellas parejas que se resist¨ªan eran golpeadas. Al final, acced¨ªan mutuamente a tener sexo. Era una mera cuesti¨®n de supervivencia. Thong Socki y Chea Non tuvieron su primer v¨¢stago un a?o despu¨¦s de casarse.
Los hijos de Angkar
¡°El prop¨®sito de las bodas, para los Jemeres Rojos, no era formar familias, sino producir hijos que pudieran servir a la revoluci¨®n¡±, apunta el historiador Khamboly Dy en su libro A History of Democratic Kampuchea (1975-1979). Pol Pot anhelaba multiplicar la poblaci¨®n del pa¨ªs hasta los 20 millones de personas. Una ingente masa de trabajadores al servicio de su utop¨ªa agraria. Ellos ser¨ªan los hijos de Angkar.
Desde su llegada al poder, los Jemeres Rojos hab¨ªan tratado de redefinir la cultura camboyana. Las pr¨¢cticas religiosas hab¨ªan sido abolidas y el concepto tradicional de familia sustituido por la obediencia a la organizaci¨®n. Padres e hijos fueron separados y muchos menores obligados a delatar a sus progenitores. Angkar era ahora la familia de todos.
Los matrimonios forzados fueron un paso m¨¢s en la estrategia deconstructiva de la Kampuchea Democr¨¢tica de Pol Pot. Hasta entonces, las bodas jugaban un papel esencial en el entramado social camboyano: eran pactadas entre familias con el consentimiento de los c¨®nyuges que mostraban as¨ª su respeto hacia sus padres. Para los budistas, la mayor¨ªa del pa¨ªs, ten¨ªan adem¨¢s implicaciones espirituales. Los Jemeres Rojos destruyeron el significado del matrimonio para la sociedad camboyana: ¡°Asumieron el papel de padres para todos, exigiendo una lealtad inquebrantable y exclusiva, obligando a los individuos a contraer matrimonio y a mantener relaciones conyugales sin elecci¨®n o consentimiento¡±, resume un informe de la Transcultural Psychosocial Organization Cambodia (TPO).
La violencia como legado
El 7 de enero de 1979 fue el d¨ªa que marc¨® el resto de la vida de Thong Socki. Los vietnamitas hab¨ªan depuesto al r¨¦gimen de Pol Pot y el pa¨ªs se llen¨® de confusi¨®n. Los que hab¨ªan sobrevivido al genocidio, el mayor de la historia en t¨¦rminos porcentuales con 1,7 millones de v¨ªctimas, comenzaron a volver a sus casas. La realidad era que la mayor¨ªa no ten¨ªan a donde volver. A miles de mujeres, Angkar, les hab¨ªa legado adem¨¢s una nueva familia. Una que ellas no hab¨ªan elegido, pero a la que no pod¨ªan dejar atr¨¢s. Incluso aunque sus maridos, a los que hab¨ªan visto en contadas ocasiones, las hubiesen forzado y violado siguiendo las directrices de los Jemeres Rojos. Atrapadas por el Chpab Srey, el c¨®digo de conducta recogido en la tradici¨®n oral camboyana, las mujeres deb¨ªan mostrarse como hijas y esposas ¡°decentes¡±, ¡°responsables¡± de la armon¨ªa familiar y de su honor. De ellas se esperan que cuiden de su familia por encima de cualquier cosa.
S¨®lo algunas mujeres ¡ªse desconoce el porcentaje, aunque se estima que es inferior al 50%¡ª se atrevieron a romper sus matrimonios afrontando el estigma social de no haber cumplido con el cometido que la sociedad les hab¨ªa encomendado. De haber traicionado al Chpab Srey. ¡°Muchas mujeres se enfrentaron a un doble apuro: permanecer solteras tras un matrimonio forzado o tener demasiados maridos si se volv¨ªan a casar¡±, se?ala el informe de TPO.
Los Jemeres Rojos destruyeron el significado del matrimonio para la sociedad camboyana
¡°Nosotros intentamos seguir juntos. Nos instalamos en una comunidad cerca de nuestras familias¡±, recuerda Chea Non. A unos cent¨ªmetros de ¨¦l, sin tocarse, Thong Socki le mira atentamente cuando habla. Tienen siete hijos, cinco varones y dos mujeres, y varios nietos. Uno de ellos, apenas un reci¨¦n nacido, llora sin parar en brazos de su madre. Thong Socki vuelve la vista para comprobar que s¨®lo tiene hambre. Hace unos a?os, el clan al completo se mud¨® a la aldea de Cha Muk, a unos kil¨®metros de Kampong Chhnang, en la meseta central del pa¨ªs. ¡°Lo hicimos para que los ni?os pudieron estudiar. El pueblo est¨¢ cerca de la escuela¡±, explica su padre. Aqu¨ª tienen un granja. Cr¨ªan cerdos, vacas y pollos. Tambi¨¦n cosechan frutas y verduras locales.
Bun Chhoeun decidi¨® separarse de su mujer hace unos a?os. ¡°Ella quer¨ªa volver con nuestras familias, o bien con la suya o bien con la m¨ªa, pero yo estoy a gusto aqu¨ª¡±, asegura sonriente mientras busca una sombra en la que cobijarse del sol que abrasa esta ma?ana Cha Muk. Los divorcios son todav¨ªa algo excepcional en las comunidades rurales de Camboya. De hecho, ¡°la influencia de las tradiciones culturales contrarias la separaci¨®n es junto al deseo de mantener a la familia unida y a las necesidades econ¨®micas y de protecci¨®n¡± las principales razones por las que muchas v¨ªctimas han optado por permanecer junto a los maridos que los Jemeres Rojos les asignaron hace d¨¦cadas, destaca la investigadora Bridgette A. Toy-Cronin en uno de sus trabajos.
Sin embargo, buena parte de estas parejas son ¡°disfuncionales¡±. ¡°Los matrimonios forzados fueron uno de los factores que contribuyeron al aumento de la violencia dom¨¦stica y a las altas tasas de abandono, poligamia y de familias encabezadas por mujeres que sigui¨® a la ca¨ªda del r¨¦gimen¡±, se?ala TPO en sus conclusiones. Cuatro d¨¦cadas despu¨¦s del delirio de los Jemeres Rojos, miles de camboyanas siguen atrapadas en una realidad de abusos, exclusi¨®n social y traumas psicol¨®gicos.
La boda que nunca tuvieron
Cuando echa la vista atr¨¢s, a Thong Socki lo que m¨¢s le duele es no haberse podido casar siguiendo las pautas de la tradici¨®n budista. En su boda de 1977 no hubo pedida de mano, ni vestidos tradicionales. Tampoco hab¨ªan asistido sus familiares. A ojos de Dios y de la comunidad su matrimonio no era leg¨ªtimo. ¡°Era una pena con la que me iba a la tumba¡±, asegura. Finalmente, el pasado mes de enero Thong Socki y Chea Non pudieron cumplir su deseo de volver a casarse. La ONG Youth for Peace Organization organiz¨® una ceremonia conjunta en la que cinco parejas de la zona pudieron renovar sus votos. Esta vez s¨ª hubo pedida, un conjunto especial para la ocasi¨®n y m¨¢s de 200 asistentes. Entre ellos, sus propios hijos. Los num estaban deliciosos.
?¡°Estoy muy satisfecho¡±, insiste Chea Non. Uno de sus hijos le entrega una caja alargada, con las tapas verdes. Chea Non la abre. A su lado, Thong Socki tambi¨¦n sonr¨ªe. Es un ¨¢lbum de fotos. Los recuerdos de un d¨ªa en el que cerraron una de las heridas m¨¢s profundas de su vida.
¡ªDespu¨¦s de todo este tiempo, ?os arrepent¨ªs de lo que os pas¨®?
¡ª¡°Lo importante es que nos queremos el uno al otro¡±, responde Chea Non.
Thong Socki mira a sus hijos, sentados justo a su espalda. Despu¨¦s sonr¨ªe t¨ªmidamente.
Matrimonios forzados, cr¨ªmenes contra la humanidad
La Extraordinary Chambers in the Courts of Cambodia (ECCC), que desde 2006 juzga a los l¨ªderes de los Jemeres Rojos, est¨¢ investigando actualmente los cargos contra Nuon Chea, n¨²mero dos del regimen y mano derecha de Pol Pot, y Khieu Samphan, presidente de la Kampuchea Democr¨¢tica, por cr¨ªmenes contra la humanidad por la pol¨ªtica de matrimonios forzosos y violaciones ocurridas durante el r¨¦gimen. Ambos fueron ya condenados a cadena perpetua el a?o pasado por el desplazamiento masivo de poblaci¨®n de las ciudades al campo que llev¨® a la muerte a miles de camboyanos. La Fiscal¨ªa ha pedido adem¨¢s que se investiguen de nuevo los matrimonios forzosos en la causa 004 que se sigue contra otros dos altos cargos de la organizaci¨®n, Ao An e Im Chaem.
¡°La pr¨¢ctica generalizada y sistem¨¢tica de la pol¨ªtica estatal de matrimonios y relaciones conyugales forzosos, junto con el severo impacto en el bienestar f¨ªsico y psicol¨®gico de las v¨ªctimas constituye un crimen contra la humanidad¡±, se?ala las investigaci¨®n de TPO utilizada por la ECCC.
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