Un prestigio infundado y da?ino
Me parece peligroso el estado de irritabilidad continua. Lleva a no distinguir qu¨¦ merece nuestra indignaci¨®n y qu¨¦ nuestro desprecio
Gran parte de los ciudadanos aplaudi¨® a los ¡°indignados¡± de 2011, que acamparon en Sol en Madrid y en plazas de otros lugares. Muchos sinceramente, muchos por oportunismo y por ¡°no quedarse atr¨¢s¡±. Entre estos ¨²ltimos caus¨® rubor ver a bregados pol¨ªticos y a veteranos intelectuales arrimarse para salir en las fotos, el viejo truco de intentar ponerse delante de una avalancha que ya est¨¢ en marcha. Claro que hab¨ªa motivos ¨Cy los hay¨C para indignarse; claro que no les faltaba raz¨®n a los manifestantes, asamble¨ªsmos y arca¨ªsmos y puerilidades aparte. Pero lo que se aplaudi¨® m¨¢s todav¨ªa fue el t¨¦rmino, ¡°indignados¡±, hasta el punto de haber alcanzado un extra?o prestigio en nuestra sociedad y de haberse convertido en un estado de ¨¢nimo en el que hay que vivir instalado. Hoy parece que el que no se indigna continuamente por algo ¨Clleve o no raz¨®n, tenga o no importancia¨C sea un acomodaticio, un domesticado, un d¨®cil, un sumiso y un tonto.
La reacci¨®n inmediata de demasiados espa?oles es poner el grito en el cielo por cualquier zarandaja. Da la impresi¨®n de que se asomen a las pantallas y a los diarios para encontrar motivos de cabreo descomunal, de furia. Y quien est¨¢ predispuesto a eso los hallar¨¢ siempre, o se los inventar¨¢ en caso contrario. Poco hay que inventarse en pol¨ªtica, con el Gobierno que padecemos. Poco ante los innumerables casos de corrupci¨®n descubiertos, y los que nos faltan. Poco ante la situaci¨®n econ¨®mica de las clases medias y bajas, a las que la ¡°recuperaci¨®n lograda¡± que proclaman Rajoy y sus huestes les debe sonar a tomadura de pelo y a recochineo. Poco hay que inventarse, asimismo, ante la galopante decepci¨®n de los ¡°nuevos partidos¡±, que tal vez sean m¨¢s honrados que los ¡°viejos¡± ¨Ca la fuerza ahorcan¨C, pero cuyos dirigentes se muestran por el estilo de vainas, aunque en otra gama. De momento abrazan cuantas peregrinas ideas flotan por el globo, siempre que sean ¡°ecol¨®gicas¡± o t¨®pica y vulgarmente ¡°correctas¡±, es decir, demag¨®gicas y prohibidoras. Por no mencionar la vileza tuitera de cuatro ediles ¨Ccuatro¨C de Carmena en Madrid. Si esa es la ¡°gente decente¡±, seg¨²n una juez, este pa¨ªs est¨¢ encanallado.
La reacci¨®n inmediata de demasiados espa?oles es poner el grito en el cielo por cualquier zarandaja
Hace poco habl¨¦ de los linchamientos masivos de las redes sociales, extra?ado de que el comentario o la foto imb¨¦ciles de un cualquiera provocaran aludes de improperios, con consecuencias desproporcionadas para los metepatas. Quiz¨¢ no es tan extra?o, a la luz de ese absurdo y nocivo ¡°prestigio¡± de la indignaci¨®n. Hay que vivir airado, parece ser la consigna. Hay que saltar a la m¨ªnima y descargar nuestra c¨®lera, no pasarle una a nadie. Y lo grave es que, poco a poco, ese estado de ¨¢nimo permanentemente erizado y adusto, agresivo, se adue?a de todos los ¨¢mbitos. Algunos medios de comunicaci¨®n azuzan sin cesar las llamas. La f¨¢brica de manipulaci¨®n que hoy es TVE anunci¨® como cosa tremenda lo que hab¨ªa dicho el futbolista Piqu¨¦ durante las celebraciones del Bar?a por sus triunfos. Sus locutores hubieron de explicarlo con minucia, porque para el com¨²n de los espectadores la frase de Piqu¨¦ era incomprensible, se hab¨ªa limitado a dar las gracias a un cantante desconocido. Por lo visto encerraba una muy velada burla ¨Cm¨¢s bien cr¨ªptica¨C al Real Madrid, lo cual motiv¨® que en el siguiente partido que jug¨®, con la selecci¨®n, Piqu¨¦ fuera pitado por los propios hinchas cada vez que interven¨ªa. De lo cual se hicieron eco, falsamente escandalizados, los mismos locutores de TVE que hab¨ªan prendido la cerilla para provocar el incendio. As¨ª sucede con todo. Sin salirnos del terreno venial del f¨²tbol, el ¡°prestigio¡± de indignarse con Casillas, hecho dogma por los forofos del ?Madrid m¨¢s cerriles, sandios, pendencieros y desagradecidos (es decir, m¨¢s mourinhistas), ha dado como resultado la casi segura, anticipada y fea marcha del jugador m¨¢s admirable que ha tenido ese club en muchos a?os. La cuesti¨®n es enfurecerse. Con qui¨¦n, da lo mismo.
Me parece peligroso el estado de irritabilidad continua. Lleva a no distinguir qu¨¦ merece nuestra indignaci¨®n de veras y qu¨¦ s¨®lo nuestra desaprobaci¨®n, o nuestro desprecio. Una poblaci¨®n irascible y con malas pulgas est¨¢ condenada al descontento, con el mundo entero y consigo misma. Tambi¨¦n lo est¨¢ a confundirse y a no discernir, a dar importancia a lo que no la tiene y a rest¨¢rsela a lo que s¨ª, ocasionalmente, aunque hoy se conceda a todo trascendencia desmesurada. Est¨¢ condenada a ser injusta, a cargarse lo valioso y a defenestrar a sus conciudadanos mejores. Basta con que uno de ¨¦stos haga o diga algo que esa poblaci¨®n no quiere ver u o¨ªr, basta con que ponga en tela de juicio sus convicciones (casi siempre pasajeras, casi siempre impuestas por ¡°los tiempos que corren¡±), para que la persona notable o perspicaz ¡°indigne¡± a los encolerizables y tambi¨¦n caiga en desgracia. La gente indignada o predispuesta a estarlo es la que menos escucha y razona, y la m¨¢s manipulable, y acaba por ser s¨®lo intolerante. Sin duda va siendo hora de que se rebaje el ¡°prestigio¡± de esa actitud m¨¢s bien p¨¦trea. Un prestigio infundado y da?ino donde los haya. Adem¨¢s de idiota, dicho sea de paso.
elpaissemanal@elpais.es
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