Un refer¨¦ndum bizantino
Alexis Tsipras, con la gasolina de una pol¨ªtica de austeridad europea que ha hecho estragos en la sociedad griega, ha convocado una consulta basada en una pregunta inexistente
Un colosal malentendido de la pedagog¨ªa moderna ha arrinconado hasta casi la desaparici¨®n la ense?anza del pasado cl¨¢sico, que solo sobrevive en la cultura popular en los t¨®picos deportivos o en los b¨¢rbaros tebeos del cine de Hollywood. Pero hubo un tiempo en el que la honda emoci¨®n por ese pasado sentida por las personas cultas de los pa¨ªses del norte de Europa fue vital para el destino de Grecia, como la ayuda inglesa en la lucha por la independencia de los turcos ¡ªLord Byron¡ª o evitar su ca¨ªda en la ¨®rbita sovi¨¦tica ¡ªWinston Churchill¡ª tras la II Guerra Mundial.
Ese pasado tambi¨¦n est¨¢ muy lejano para los actuales griegos m¨¢s all¨¢ de su valor tur¨ªstico, aunque quiz¨¢ sobreviva como una radiaci¨®n de fondo en su afici¨®n por la dial¨¦ctica, en el orgullo por el idioma o en el prestigio de la oratoria. Un griego de hoy puede descalificar a un pol¨ªtico con toda naturalidad, para asombro de un espa?ol, con estas palabras: ¡°Habla muy mal, no sabe utilizar el neutro¡±.
Probablemente mucho m¨¢s decisivos para la formaci¨®n de la identidad nacional griega hayan sido los siglos pasados como centro del Imperio Bizantino o bajo la dominaci¨®n turca. Mil a?os de civilizaci¨®n en el primer caso que Occidente despach¨® de un plumazo como sin¨®nimo de decadencia ¡ª¡°discut¨ªan hasta del sexo de los ¨¢ngeles¡±¡ª hasta convertir el t¨¦rmino bizantino en un calificativo despectivo. ?
La fractura del Imperio Romano entre Oriente y Occidente, el cisma religioso entre ortodoxos y cat¨®licos, el yugo turco ¡ªque en Grecia no leg¨® como la civilizaci¨®n musulmana en Espa?a ni giraldas ni alhambras¡ª y la Guerra Civil (1946-1949) configuraron la ambivalencia de la visi¨®n griega de Occidente, entre la admiraci¨®n y el desprecio, entre el deseo y el resentimiento. Nunca se expres¨® de forma m¨¢s patente esta ambivalencia como en los debates sobre la entrada de Grecia en la Uni¨®n Europea a comienzos de los a?os ochenta. El conservador y padre de la transici¨®n democr¨¢tica griega, Kostas Karamanlis, clam¨®: ¡°?Grecia pertenece a Europa!¡±. A lo que el carism¨¢tico l¨ªder socialista, Andreas Papandreu, respondi¨®: ¡°?Grecia pertenece a los griegos!¡±. La falsa disyuntiva de ese debate pas¨® ¡ªGrecia entr¨® en la UE en 1981 tras una negociaci¨®n expr¨¦s en la que tampoco entonces se miraron mucho los n¨²meros¡ª, pero la reticencia hacia Occidente, ahora Bruselas, permaneci¨® transformada en una relaci¨®n m¨¢s por inter¨¦s (ayudas) que por convicci¨®n (reglas) en buena parte de la opini¨®n p¨²blica griega.
Ahora Alexis Tsipras, con la gasolina de una pol¨ªtica de austeridad europea que ha hecho estragos en la sociedad griega y la manipulaci¨®n de las emociones nacionales, ha reabierto ese debate convocando un refer¨¦ndum, este s¨ª, bizantino, en el sentido peyorativo del t¨¦rmino, basado en una pregunta inexistente. Pide el no ¡ªuna palabra con prestigio, cada 28 de octubre se celebra el D¨ªa del No en recuerdo de la fecha en la que el dictador Metaxas le neg¨® en 1940 a Mussolini la entrada de tropas italianas en el pa¨ªs¡ª con el apoyo de la ultraderecha y el voto en contra de conservadores, liberales y socialistas, las tres familias pol¨ªticas que construyeron Europa. Tsipras juega con la historia este domingo. ?Le absolver¨¢?
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