Nueva alegor¨ªa de la liberaci¨®n de Chile
Sampaoli despleg¨® su ingenio para desmontar al poderoso equipo de Argentina y colabor¨® en la forja de la identidad chilena
La multitudinaria fiesta que desat¨® la victoria de la selecci¨®n chilena sobre la selecci¨®n argentina en la final de la Copa Am¨¦rica disputada el s¨¢bado, en el Estadio Nacional de Santiago, alcanz¨® cotas de exaltaci¨®n popular sin precedentes en todo el pa¨ªs. El primer t¨ªtulo de la historia del f¨²tbol chileno tuvo la fuerza de una revelaci¨®n, quiz¨¢s porque por primera vez uni¨® bajo los ca?ones de agua de los antidisturbios ¡ªlos llamados guanacos¡ª a votantes de derecha e izquierda en una naci¨®n brutalmente separada por la brecha del golpe de 1973. Al frente de los h¨¦roes catalizadores del regocijo se situ¨® el argentino Jorge Sampaoli, seleccionador y l¨ªder carism¨¢tico contra todas las apariencias. Apodado Don Sampa por los hagi¨®grafos locales, el hombre cumple con su destino aleg¨®rico.
La historia que aprenden los escolares argentinos se?ala que Chile fue liberada por un argentino llamado San Mart¨ªn. La historia que refieren a los chilenos establece que Chile fue liberada por un chileno llamado O¡¯Higgins que proced¨ªa de Argentina. Sea cual sea la realidad ¡ª¡°el sue?o compartido¡±, que dir¨ªa Borges¡ª, ha labrado el subconsciente de ambos pueblos. Las identidades nacionales se nutren de este relato. La expulsi¨®n de los absolutistas leales a Fernando VII, en 1818, fue el origen de un mito. El ovillo de las relaciones de vecindad se desenrolla desde hace dos siglos tramados de desconfianza, hermandad y complejos. En la navidad de 1978, la junta militar de Videla estuvo a punto de invadir Chile para recuperar el canal de Beagle. El f¨²tbol completa el proceso que arranc¨® con la guerra.
Los porte?os, tan efusivos, dir¨ªan que Sampaoli no es el ¡°t¨ªpico argentino¡±. Pero este hombre sombr¨ªo que camina por la cancha como torturado por un circunloquio que pronuncia en voz baja, para s¨ª mismo, es tan argentino como los inescrutables Messi, Bielsa o San Mart¨ªn. Todos provincianos, controvertidos, incapaces de generar unanimidad en el aprecio de sus compatriotas. Los siglos venideros no interrumpir¨¢n la conjetura. De lo que no hay duda es de su com¨²n eficacia.
Sampaoli naci¨® en la localidad rural de Casilda, provincia de Santa Fe, hace 55 a?os. Jug¨® al f¨²tbol aficionado en el Atl¨¦tico Alumni de su pueblo, antes de partirse la tibia. Como entrenador llam¨® la atenci¨®n en Rosario trepando a los ¨¢rboles para espiar rivales, entre otras excentricidades que le valieron una consideraci¨®n fugaz. Sin encontrar suficiente aprecio en los dirigentes locales prefiri¨® emigrar. Dirigi¨® cuatro equipos en Per¨², uno en Ecuador y dos en Chile antes de que le ofrecieran la selecci¨®n.
Ejemplo del pragmatismo y la eficiencia chilena, Sampaoli es otro entrenador argentino moderno que no fue suficientemente valorado en su pa¨ªs. Su paisano Gerardo Martino, el seleccionador rival, accedi¨® al puesto en virtud de un sistema endog¨¢mico que favorece lo arcaico y lo populista. Ganaron los chilenos con Sampaoli, que despleg¨® su ingenio para desmontar al poderoso equipo de Argentina, colaborador imprescindible en la forja de la identidad chilena.
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