Paternalismo o la nostalgia de un dictador: el caso T¨²nez
Por Anal¨ªa Iglesias
"Necesitamos un dictador, pero ¨ªntegro", dice alguien en una calle de T¨²nez. Frente a la pantalla, y ante conjunci¨®n de palabras tan inveros¨ªmil, estamos a punto de rendirnos como ciudadanos del mundo. ?C¨®mo es posible pensar que un dictador, alguien que consigue el poder a trav¨¦s de un golpe de estado, puede ser honesto?
M¨¢s o menos a partir de este desasosiego empiezan las preguntas de dos j¨®venes realizadores tunecinos, Lilia Blaise y Amine Boufaid, en el documental 7 vies. Porque "siete vidas", como las del gato, parece tener Ben Ali, el ¨²ltimo (y omnipresente) dictador de este peque?o pa¨ªs africano que tanto est¨¢ dando que hablar de un tiempo a esta parte (o desde el estallido de la Primavera ¨¢rabe a la ¨²ltima locura radical contra los turistas de Susa). Y porque siete era el n¨²mero preferido de Ali, que ascendi¨® al poder un 7 (de noviembre) de 1987.
?Se puede echar de menos a Ben Ali, el agente de inteligencia que gobern¨® el pa¨ªs durante m¨¢s de dos d¨¦cadas, hasta 2011?
?S¨ªntoma de qu¨¦ enfermedad es la nostalgia del autoritarismo?
Entre las temerarias respuestas con que topan los cineastas en sus calles, se escuchan: "nos da p¨¢nico la libertad" o "los ¨¢rabes no estamos hechos para la democracia".
Fotograma del documental 7 vies.
Todo esto mientras la Instancia de la Verdad y la Dignidad est¨¢ revisando las violaciones a los derechos humanos cometidas por las dictaduras padecidas en T¨²nez de 1955 en adelante. El organismo, creado en 2013, sigue recabando testimonios de los represaliados a fin de investigar y reparar, como lo explicaba, d¨ªas atr¨¢s, el corresponsal de El Pa¨ªs desde el Magreb. Son heridas y dolor de d¨¦cadas de violencia pol¨ªtico-institucional y arbitrariedad que no se acaban en sede administrativa. Tambi¨¦n desconcierto, el que queda al cabo de una vida de 'obediencia debida', en una sociedad que funciona si se aceptan las normas, por absurdas que sean.
Pocas naciones se salvan de estos s¨ªntomas del paternalismo c¨®modo. En esto no hay occidente o mundo ¨¢rabe que valgan. ?Qui¨¦n no ha escuchado a un taxista argentino o a un viandante espa?ol quejarse del caos de los tiempos y decir "con los militares est¨¢bamos mejor" o "esto con Franco no pasaba"? El que est¨¦ libre de pecado que tire la primera piedra, dir¨ªan las almas emp¨¢ticas y experimentadas.
Siempre hay riesgos en las incertezas de la libertad (nunca est¨¢ de m¨¢s repasar aquel libro ic¨®nico que fue, y es, El miedo a la libertad de Erich Fromm). Precisamente por eso, con buen ritmo y algo de sentido del humor para advertir "atentos que vuelve (Ben Ali)", estos directores tunecinos dejan testimonio de las contradicciones y frustraciones que suelen llegar tras la euforia, cuando uno se da cuenta de que es el ¨²nico responsable de las decisiones que toma.
Porque adem¨¢s de todos los otros males, al 'benalismo' -como le llaman al fen¨®meno de adhesi¨®n al dictador- se le atribu¨ªa la capacidad de ser una "m¨¢quina de crear terroristas", y una de las razones para ello es -seg¨²n algunas voces que se oyen en el film- la "pedagog¨ªa de la no pol¨ªtica".
De sobra conocida, tamib¨¦n, la pr¨¢ctica de la no-pol¨ªtica, que durante las dictaduras (y en cabecitas paternalistas) es tan habitual: "no te metas en problemas de otros ni en discusiones pol¨ªticas", "t¨², a lo tuyo", "?por qu¨¦ te preocupas por los dem¨¢s? t¨² no tienes nada que ocultar" (complete usted con frases conocidas).
La "excepci¨®n tunecina" es un paisaje mediterr¨¢neo, con el aliento de una naci¨®n que a veces se siente africana pero siempre, muy ¨¢rabe, inalterable ejemplo de modernidad para todos sus vecinos, que pas¨® de la brava resistencia de 2010 a este presente desenfocado.
T¨²nez es el modelo republicano dentro de ese entramado poco homog¨¦neo llamado "mundo ¨¢rabe", intentando su singular experiencia a¨²n convaleciente, con reca¨ªdas, como explican los analistas. Para la gente de la calle, la esperanza troc¨® en angustia conforme la expectativa primaveral se fue desvaneciendo.
El mecanismo ilusi¨®n-angustia siempre nos recuerda la orfandad.
T¨²nez es "la excepci¨®n amenazada", seg¨²n el analista Santiago Alba Rico (autor de Islamofobia. Nosotros, los otros y el miedo), ahora no solo por "el peso de la deuda, la decisi¨®n del tribunal administrativo de suspender la incautaci¨®n de los bienes de la familia Ben Ali, la movilizaci¨®n ciudadana contra la opaca gesti¨®n de los recursos energ¨¦ticos y las protestas ferozmente reprimidas en la ciudad sure?a de Douz", sino tambi¨¦n, una vez m¨¢s, por la violencia yihadista.
Aceptar la orfandad y hacer un ejercicio de justicia y memoria hist¨®rica sean, probablemente, los mecanismos de cura contra la nostalgia de los dictadores. Tambi¨¦n el arte.
En cuanto a las salidas terap¨¦utico-creativas, valga Bidoun 2 como ejemplo de experimento cat¨¢rtico. La pel¨ªcula de Jilani Sa?di narra una historia de amor delirante con el audio del debate parlamentario sobre la nueva constituci¨®n de su pa¨ªs, de fondo. Las im¨¢genes tomadas con una c¨¢mara GoPro (de las que se usan para deportes extremos, en alta definici¨®n con gran angular) dan como resultado una historia en forma de ojo de pez y el color violeta presente en cada fotograma, para evocar el pasado que sigue dejando vestigios en ese hermoso pa¨ªs.
Escena de la pel¨ªcula 'Bidoun 2' de Jilani Sa?di.
Quiz¨¢ T¨²nez tambi¨¦n tenga siete vidas sin dictadores (ni fantasmas autoritarios) por vivir.
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