La puta calor
El boxeador Perico Fern¨¢ndez concentra algunos clich¨¦s de juguete roto y elude otros
Un d¨ªa de verano de 1975 el boxeador zaragozano Perico Fern¨¢ndez, un ¨ªdolo nacional, defend¨ªa en Bangkok su t¨ªtulo mundial de los superligeros ante el tailand¨¦s Muangsurin. Hac¨ªa 45 grados y el ring era una caldera. De pronto, en el octavo asalto, Perico par¨® de bailar y se fue. Nadie se lo explicaba. Para millones de espa?oles el chasco fue descomunal. Esa noche Perico murmur¨® un pretexto para la historia: ¡°La puta calor¡±.
El boxeo ya no est¨¢ en el aire pero en los a?os setenta los combates se emit¨ªan despu¨¦s del telediario. Perico fue un fen¨®meno popular en la Espa?a de la Transici¨®n. Tumbaba a los rivales con gr¨¢cil facilidad y su chispa explotaba en los programas de ??igo, Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa, Pedro Ruiz y Mercedes Mil¨¢. Ten¨ªa salidas surrealistas y s¨®lo dejaba de ser tartaja cuando cantaba. Su estrella se apag¨® al tiempo que la propia Transici¨®n. Luego, mientras se enaltec¨ªan los toros, el boxeo se borr¨® del mapa y se conden¨® como un gueto de marginales y apestados.
Perico concentra algunos clich¨¦s de juguete roto y elude otros. No conoci¨® a sus padres, fue encerrado en un orfanato y sus pu?os de oro le subieron a la cima. Su reinado fue fugaz porque era un tarambana pero hubiera sido demasiado pedir que de aquella infancia de terror surgiera un chico responsable. Sin embargo, con la misma mano brutal que le hizo c¨¦lebre, pintaba lienzos naifs en los que afloraba una sensibilidad inesperada. Y le sobraba gracia. Tuvo tres hijos de distintas mujeres y a los tres les llam¨® Pedro. En sus horas bajas, para agradecerle la gloria que hab¨ªa dado a la ciudad, Trivi?o, el alcalde de Zaragoza le ofreci¨® un puesto de celador en el Ayuntamiento y Perico rechaz¨® la propuesta con estas palabras: ¡°Si quieren a un portero, que fichen a Zubizarreta¡±.
Pero sus ¨²ltimas noticias no son ninguna broma. Lleg¨® a dormir en el cuarto del burdel de un amigo y ahora, a sus 62 a?os, en un psiqui¨¢trico, ya ha olvidado que una vez fue el mejor, y el m¨¢s gracioso, del mundo.
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