Por qu¨¦ un 'hipster' deber¨ªa flipar con Dire Straits
?Blandos? No. ?Comerciales? Tampoco. Mientras que Mark Knopfler est¨¢ de gira en Espa?a evocamos la grandeza de su exgrupo
?De verdad el tiempo pone a cada uno en su sitio? En lo que a pop y rock se refiere, cabr¨ªa discrepar: Dire Straits, un grupo que en los ochenta levantaba las pasiones m¨¢s exacerbadas y parec¨ªa destinado a la m¨¢s elevada canonizaci¨®n, hoy es un claro ejemplo del significado de anticool (que no molan, vamos). Cualquier despistado que ose elogiarlo en p¨²blico se expone a un raudo sopapo de desaprobaci¨®n: hay que ser viejuno, estar fuera de onda o, simplemente, tener un buen gusto a prueba de bomba para defender las bondades de este y otros grupos de los setenta y ochenta.
?Por qu¨¦? Vale, la negaci¨®n de lo inmediatamente anterior es intr¨ªnseca al rock, pero, en perspectiva, Dire Straits fue una banda solvente y divertida, liderada por un tipo que se las ingeniaba para cantar como Bob Dylan y tocar la guitarra como los dioses, con un sonido ajeno a las modas y un don especial para arrastrar a las masas. Prejuicios aparte, Dire Straits podr¨ªan gustar a cualquiera, incluso a los modernos m¨¢s recalcitrantes.
Mark casi fue 'punk'
El sonido de su concierto en el Calder¨®n era tan brutal que vecinos asustados bloquearon las centralitas de los bomberos, que llamaron al Instituto Nacional de Meteorolog¨ªa por si era cosa de un terremoto
Si Mark Knopfler hubiera nacido un poco antes (vino al mundo en Glasgow, Escocia, en 1949), habr¨ªa sido punk. De hecho, si no se subi¨® al carro de esa m¨²sica rabiosa y desastrada fue porque ¡°era dos o tres a?os mayor para todo aquello¡±, seg¨²n cont¨® el pasado mayo a El Pa¨ªs Semanal. Cuando en 1978 Dire Straits publicaron su primer disco (titulado igual que el grupo), este brit¨¢nico de padre h¨²ngaro ten¨ªa ya 29 a?os y la cabeza lo suficientemente centrada (y despoblada) para darse cuenta de que, a diferencia de los chavales del punk, ¨¦l sab¨ªa tocar.
Pese a todo, a Dire Straits no se les puede tildar de blandos. De hecho, el primer periodista que los puso en la radio espa?ola fue Vicente Mariscal Romero, eminencia en el rock duro. Hay m¨¢s. En algunas viviendas aleda?as al estadio Vicente Calder¨®n a¨²n resuenan los ecos de su atronador concierto en Madrid en 1992. ¡°Esto es un terremoto¡±, declar¨® una vecina a El Pa¨ªs. "Se empez¨® a mover el agua de las copas y empezamos a notar un vaiv¨¦n como si estuvi¨¦ramos en un barco", se quej¨® otra, abstemia. Seg¨²n el mismo art¨ªculo, docenas de vecinos asustados bloquearon las centralitas de bomberos y protecci¨®n civil, que a su vez llamaron al Instituto Nacional de Meteorolog¨ªa por si era cosa de un terremoto. Ni los Black Keys, oiga.
Al margen de moda
Cuando aparecieron en el mapa, Dire Straits podr¨ªan haber sido tildados de anticuados: no eran punks, ni tampoco hac¨ªan m¨²sica electr¨®nica. La forma de tocar la guitarra de Mark ¡ªpellizcando las cuerdas con tres dedos en lugar de usando una p¨²a¡ª remit¨ªa a los int¨¦rpretes del trasnochado banjo. Obviamente, Dire Straits evolucionaron: el efecto de la guitarra en la archifamosa Money for nothing (1985), que Knopfler compuso con Sting, fue el no va m¨¢s.
Pero recordemos que eran los ochenta: Madonna, hombreras y cajas de ritmos. Ellos no claudicaron, y detalles como esos son los que hacen que uno pueda escuchar los discos de Dire Straits sin sonrojarse: perfectamente atemporales, han soportado estupendamente el paso de los a?os. Por cierto, el caracter¨ªstico estilismo de Mark Knopfler (cinta en el pelo y mu?equeras) tambi¨¦n estaba al margen de la moda.
Tienen un toque ¡®cultureta¡¯
Si Radiohead hubiera grabado una canci¨®n que habla de una escritora misteriosa y otra de Romeo y Julieta, muchos no cabr¨ªan en s¨ª de gozo. Pero fueron Dire Straits quienes se tomaron esa libertad. Mark Knopfer compuso Lady writer (1979) despu¨¦s de ver por televisi¨®n una entrevista a una escritora cuyo nombre siempre se ha cuidado mucho de revelar. Al a?o siguiente public¨® Romeo and Juliet, que utilizaba la conocida trama de Shakespeare para plasmar su decepci¨®n tras su ruptura con la cantante Holly Vincent (de Holly and the Italians), de quien sospechaba que estaba con ¨¦l por el inter¨¦s.
Quiz¨¢ el gusto de Knopfler por la letra impresa ven¨ªa de sus tiempos de becario en el peri¨®dico Evening Chronicle y su licenciatura posterior en Filolog¨ªa Inglesa. Romeo and Juliet estaba incluida en un disco de t¨ªtulo no menos po¨¦tico (Making movies, o Haciendo pel¨ªculas), cuyas canciones ¡°son casi cl¨¢sicas por naturaleza¡±, declar¨® su productor, Jimmy Iovine a Rolling Stone.
Zurdo que toca como diestro, y sin p¨²a
Mark Knopfler fue, posiblemente, el ¨²nico virtuoso de la guitarra de los ochenta que no era un melenudo ap¨®stol del heavy metal. El l¨ªder de Dire Straits, que adem¨¢s cantaba, podr¨ªa haberse ahorrado sus exquisitos solos de guitarra, pero no: acostumbr¨® a su audiencia al placer de escuchar un pasaje de lucimiento, algo que hab¨ªa ca¨ªdo un poco en el olvido fuera de la escena de los aguerridos instrumentistas metaleros.
El hecho de compaginar la guitarra solista con el micr¨®fono no era (ni es) su ¨²nica particularidad: zurdo, agarra el instrumento como un diestro, y su desd¨¦n por la p¨²a en favor de sus habilidosos dedos otorga a sus solos una incomparable sensibilidad. Para algunos, la mejor muestra de su virtuosismo puede encontrarse en el fabuloso crescendo de cuatro minutos de Sultans of swing, en la versi¨®n en directo de su disco Alchemy (1984).
Hermanos que llevan sin hablarse 30 a?os
Como Oasis, con Liam y Noel Gallagher, Dire Straits tuvo su propia historia de hermanos enfrentados. Mark y el benjam¨ªn David (tambi¨¦n guitarrista) montaron la banda a mediados de los setenta, pero en 1980, durante la grabaci¨®n de Making movies en Nueva York, David se fue a por tabaco y no volvi¨®. Causa oficial: diferencias creativas.
Siempre flot¨® en el ambiente la idea de que David Knopfler se hab¨ªa largado frustrado por el inevitable protagonismo de su hermano, algo que el propio David confirm¨® a una entrevista al Daily Express este mismo a?o: ¡°Yo estaba construyendo una democracia y Mark, una autocracia. Eso provoc¨® tensi¨®n entre nosotros. Pas¨¦ mucho tiempo acudiendo a terapia y lidiando con mis fantasmas y demonios¡±, dijo. Desde entonces no se hablan (y ha llovido). ?Qu¨¦ pas¨® con? David ha seguido grabando discos, seguidos por una reducid¨ªsima audiencia, y ofreciendo conciertos nost¨¢lgicos como los de su actual gira ac¨²stica de trig¨¦simo aniversario.
Iconos 'indies' los aman
El grupo de Mark Knopfler tuvo un papel fundamental en el lanzamiento, en 1985, del compact disc. Su compa?¨ªa discogr¨¢fica, una divisi¨®n del gigante tecnol¨®gico Philips, los eligi¨® para consolidar de una vez por todas este soporte, tras un t¨ªmido goteo de t¨ªtulos desde 1983. La industria necesitaba el empuj¨®n de una banda de primer¨ªsimo nivel que accediera a vincular el lanzamiento de su nuevo disco con el formato que, se supon¨ªa, iba a acabar con el obsoleto vinilo. El disco escogido fue Brothers in arms, uno de los primeros en lucir en su contraportada las c¨¦lebres siglas DDD (grabaci¨®n, mezcla y masterizaci¨®n realizadas digitalmente), y como era de esperar, el acuerdo benefici¨® a ambas partes: el CD se implant¨® definitivamente (tanto el soporte como su reproductor) y Brothers in arms se convirti¨® en el ¨¢lbum m¨¢s vendido del grupo (y el primer CD en superar el mill¨®n de copias vendidas).
En Espa?a se despacharon 300.000 unidades (y fue solo un 1% de sus ventas mundiales). Un disco m¨ªtico reivindicado hasta por uno de los iconos del indie: Stephen Malkmus, quien fuera l¨ªder de Pavement, que incluy¨® estos versos en su canci¨®n Jenny and the Ess-dog: ¡°Se besan cuando escuchan Brothers in arms, y si hay algo malo en ello, ellos no parecen ver el da?o¡±. Y a ver qui¨¦n es el hipster que se atreve a enmendarle la plana a este se?or.
En concierto.?Mark Knopfler actu¨® ayer en Lanuza (Huesca), hoy 25 de julio en Hoyos del Espino (?vila), el 26 en Sevilla, el 29 en Santiago de Compostela y el 31 en Barcelona.?
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