Recuerdo de un c¨®mico

Los c¨®micos, popularmente llamados actores, tienen una labor mayor a la que nos imaginamos, no son s¨®lo el rostro del entretenimiento o la representaci¨®n de una industria, tienen cierto poder, el m¨¢s fuerte: el control de las masas. Luis Garc¨ªa Berlanga supo hacerlo con mordaces cr¨ªticas camufladas en la ¨¦poca franquista, sin embargo decidi¨® contar con Jos¨¦ Sazatornil, Saza, para mostrarnos la decadencia de nuestra organizaci¨®n estatal (si la hubiera) en La escopeta nacional. Casi 40 a?os despu¨¦s continuamos igual, el fallecimiento de Saza es un golpe enorme para todos. Cuerda le convirti¨® en un guardia civil amante de Faulkner que vio amanecer del rev¨¦s, y con ¨¦l descubrimos los secretos de Franco en Esp¨¦rame en el cielo. Necesitamos un Saza, pero nunca habr¨¢ otro como ¨¦l, ni un Berlanga (Cuerda a¨²n nos dura, y esperemos que por mucho tiempo), ni un L¨®pez V¨¢zquez, ni un Luis Escobar, que vuelvan con su particular sentido del humor a desvelarnos la podredumbre de nuestra pol¨ªtica desde un punto de vista distinto al del telediario, a revelarnos las posibles man¨ªas de Rajoy, o las futuras calles comunistas de Carmena. Siempre en el recuerdo: Saza.¡ª Patricio Alvargonz¨¢lez Royo-Villanova.