Rabat y la libertad de expresi¨®n

Con puntual¨ªsimas excepciones, la libertad de prensa es un concepto ex¨®tico en buena parte del mundo ¨¢rabe, sin traslaci¨®n a la vida real. En la mayor¨ªa de los pa¨ªses, sometidos a un poder autocr¨¢tico o a un marco institucional dise?ado para complacer y servir al mandatario de turno, o los medios son propiedad del Estado o est¨¢n tan intervenidos que su continuidad pende del hilo de la voluntad administrativa. Las leyes que garantizan la libertad de expresi¨®n imponen a la vez toda suerte de cautelas, de manera que la profusi¨®n de medios tiene muy poco que ver con su capacidad real para informar. En la pr¨¢ctica, la cr¨ªtica al poder se convierte en un peligro directo, y en utop¨ªa el ejercicio de un periodismo digno de tal nombre.

En este marco se inscribe la protesta del periodista marroqu¨ª Ali Lmrabet, en huelga de hambre desde hace un mes para conseguir el permiso de publicaci¨®n de un semanario sat¨ªrico, en la l¨ªnea de otros anteriormente dirigidos por ¨¦l. Se trata de un veterano luchador por la libertad de prensa, vetado hasta muy recientemente para ejercer su profesi¨®n y varias veces inquilino de las c¨¢rceles de su pa¨ªs. Los delitos de los que ha sido acusado incluyen, entre otros, ¡°insultar al rey¡± o ¡°socavar la monarqu¨ªa¡±.

El caso solo ser¨ªa uno m¨¢s entre miles de situaciones similares (pi¨¦nsese en lo que significa informar en Egipto, Libia, Yemen, Siria, Arabia Saud¨ª, Argelia, Irak y una inacabable n¨®mina de pa¨ªses donde las libertades son una entelequia) si no fuera porque Marruecos est¨¢ haciendo en los ¨²ltimos a?os un esfuerzo muy considerable para convertirse en un Estado de derecho y deslindarse de la arbitrariedad caracter¨ªstica de otros reg¨ªmenes ¨¢rabes. La libertad de expresi¨®n que Rabat predica hacia fuera y que su Constituci¨®n ampara expl¨ªcitamente no es compatible con el acoso que se ejerce contra Lmrabet.