El palurdo inmortal

Titular de la CNN, el pasado d¨ªa 6: ¡°Las fotos que estabas esperando: la princesa Charlotte es bautizada¡±. Todav¨ªa convalezco de esas fotos del pr¨ªncipe William y Catherine, duques de Cambridge, que han sido objeto de un trill¨®n de comentarios en la Red. ¡°So cute!¡±, dicen. La Unicef estima que cada d¨ªa nacen en el mundo 350.000 ni?os. En M¨¦xico DF menudean los carteles donde el municipio insta a los vecinos: ¡°?Registra a tu hijo!¡±, pues parece que los pobres son tan ignorantes, o esperan tan poco del Estado, que ni se molestan siquiera en legalizar sus criaturas, que andan sueltas e indocumentadas hacia el incierto futuro. ?Qu¨¦ tiene esa Charlotte que no tengan los otros 349.999?

?Qu¨¦ tiene esa Charlotte que no tengan los otros 349.999?

?¡°Las fotos que estabas esperando¡±? Sepan, se?ores de la CNN, que yo no las estaba esperando, y aprovecho la ocasi¨®n para a?adir que me disgusta mucho la familia real brit¨¢nica, que detesto su ostentaci¨®n, pompa y circunstancia, que me parecen muy, muy ordinarias. Y particularmente execro a la difunta Diana y a sus hijos, nueras y dem¨¢s descendencia con esas caras que tienen de no haber le¨ªdo un libro en su vida. El pr¨ªncipe William, adem¨¢s, recuerda al pr¨ªncipe William Henry, duque de Gloucester y hermano de Jorge III, notorio porque cuando Gibbon le hizo entrega del segundo volumen de Decadencia y ca¨ªda del imperio romano, le dijo: ¡°?Otro maldito, grueso libro! Siempre garabateando y garabateando, ?verdad?, se?or Gibbon¡±.

Menudo palurdo. Eso fue en 1781. Como yo siempre digo, uno podr¨ªa soportar tantas presencias molestas consol¨¢ndose en que no son eternas, pero se reproducen, y cuando ellos falten sus hijos y nietos seguir¨¢n afligi¨¦ndonos exactamente igual. En el eterno retorno del kitsch.

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