Nagasaki
Estamos ante la piedra de toque de la inhumanidad, el fruto de una decisi¨®n tomada conociendo de antemano sus consecuencias
La historia se construye de manera tan aleatoria que sobrecoge pensar que, por si fuera poco estar en manos de la troika, estamos adem¨¢s en manos de la casualidad. Dicen que los grandes hitos se repiten siempre: primero como tragedia y despu¨¦s como comedia. Pero no es cierto del todo: en ocasiones se repiten las dos veces tr¨¢gicamente. Pensemos en Nagasaki. La ciudad sobre la que Estados Unidos lanz¨® su segunda bomba at¨®mica es un ejemplo perfecto de los macabros azares que completan las decisiones pol¨ªticas. Por un lado, no estaba en la primera lista de objetivos. Sustituy¨® a Kioto cuando se decidi¨® respetar la antigua capital japonesa por dos motivos de peso: primero por su simbolismo; segundo, porque el secretario de la guerra, Henry L. Stimson, recordaba admirado su belleza: hab¨ªa pasado all¨ª la luna de miel. Por otro lado, ni siquiera era el primer destino de los bombarderos aquel 9 de agosto de hace 70 a?os. Tan dudoso privilegio correspond¨ªa a la ciudad de Kokura, el tercer v¨¦rtice de un tri¨¢ngulo cuya suerte final dejaron en manos de las nubes. Kokura, que habr¨ªa sido la alternativa del d¨ªa 6 si la visibilidad sobre Hiroshima no hubiera sido la id¨®nea, era adem¨¢s el primer destino de la segunda bomba tres d¨ªas despu¨¦s. Solo la falta de claridad en el cielo llev¨® a los pilotos a recurrir a la siguiente desgraciada de la lista: Nagasaki.
Aunque Fat Man doblaba casi la potencia de Little Boy, las v¨ªctimas del segundo objetivo fueron la mitad que las del primero gracias a que las monta?as que puntean Nagasaki mitigaron la onda expansiva. Por lo dem¨¢s, el resultado fue muy parecido: muertos, m¨¢s muertos y supervivientes que tuvieron que ocultar su condici¨®n de v¨ªctimas para no sumar a la sa?a fr¨ªa de los atacantes el miedo y el desprecio de los atacados. Si Hiroshima es el s¨ªmbolo, Nagasaki es la piedra de toque de la inhumanidad, el fruto de una decisi¨®n tomada conociendo de antemano sus consecuencias, un modo de amortizar la inversi¨®n sin recurrir ya a las predicciones de los cient¨ªficos de Los ?lamos (hechas a veces hasta en forma de porra; lo cont¨® uno de ellos, m¨¢s tarde premio Nobel). La destrucci¨®n que pod¨ªan producir aquellos artefactos bautizados como personajes de Dashiell Hammett era un dato ya, no una hip¨®tesis. El precedente de Hiroshima convirti¨® el bombardeo de Nagasaki en un acto doblemente cruel por m¨¢s que la diplomacia haya querido suavizar uno y otro con su esforzada ret¨®rica pacifista. Adem¨¢s de la Historia ¡ªEstados Unidos redact¨® el borrador de la nueva Constituci¨®n japonesa tras la guerra¡ª, los vencedores tambi¨¦n escriben los manuales de ?tica. El azar y la desmemoria se encargan de todo lo dem¨¢s.
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![Javier Rodr¨ªguez Marcos](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F012bc515-b71b-4e4b-bf1b-a3e60d86110b.jpg?auth=39aa45f989d4cf353356721f4346e926a4e3094776e3ad92191296498425c920&width=100&height=100&smart=true)