Los gigantes espa?oles que gu¨ªan la exploraci¨®n espacial cumplen 40 a?os
La red de seguimiento espacial de la ESA en Espa?a se inaugur¨® en 1975 Solo hay una forma de gobernar una nave que est¨¢ a 500 millones de kil¨®metros: con enormes antenas
Para que la nave Rosetta viaje durante 10 a?os en hibernaci¨®n, despierte al llegar a un cometa que viaja a 55.000 kil¨®metros por hora, consiga depositar un peque?o m¨®dulo de aterrizaje sobre la superficie, analice su composici¨®n por primera vez y env¨ªe todos sus datos de vuelta a la Tierra, hacen falta antenas, enormes antenas. Sus platos de hasta 35 metros de di¨¢metro son la ¨²nica manera de gobernar una nave que est¨¢ a unos 500 millones de kil¨®metros de nuestro planeta. Uno de estos mastodontes de la comunicaci¨®n espacial est¨¢ en Cebreros, ?vila, cerca de la frontera con Madrid. Desde aqu¨ª, Lionel Hern¨¢ndez, un franc¨¦s con abuelos espa?oles que luce cabeza rapada y barba canosa, conecta cada d¨ªa con muchas misiones de la Agencia Espacial Europea (ESA).
¡°Anoche seguimos a Rosetta y ma?ana nos tocar¨¢ Mars Express¡±, explica Hern¨¢ndez en el centro de control de la antena, que se levanta en una colina, en medio de una finca privada de 15.000 hect¨¢reas propiedad de la familia ?lvarez, que controla Vega Sicilia y Eulen.
La antena de Cebreros, edificada sobre una estaci¨®n abandonada por la NASA, fue la primera en captar momentos que han hecho historia. En 2006, por ejemplo, sigui¨® la entrada en la atm¨®sfera de Venus de la primera misi¨®n de la ESA a este planeta, comenta Hern¨¢ndez. Otras dos antenas de igual tama?o en Australia y Argentina completan la red de comunicaci¨®n de espacio profundo que permite cubrir todo el cielo. Estas antenas env¨ªan mensajes por radio a las naves y reciben las se?ales que llegan de vuelta. Las estaciones tambi¨¦n recopilan informaci¨®n radiom¨¦trica, que ayuda a los controladores a conocer la situaci¨®n, trayectoria y velocidad de sus naves y ofrecerla en abierto a trav¨¦s de internet.
La primera antena de la red de seguimiento de sat¨¦lites de la ESA se termin¨® de construir en Espa?a en 1975. Su principal objetivo era recibir los datos del sat¨¦lite cient¨ªfico IUE, un instrumento que observaba rayos ultravioletas y que fue lanzado en 1978. Hace 40 a?os, Villafranca del Castillo, cerca de Madrid, era una dehesa inh¨®spita donde todav¨ªa quedaban peligrosos recuerdos de la Guerra Civil. ¡°Esto estaba muy cerca del frente y en aquellos a?os en los que construimos la primera antena y los primeros edificios del centro tuvimos que llamar a los artificieros tres veces porque a¨²n hab¨ªa bombas perdidas sin explotar¡±, recuerda Valeriano Claros, ingeniero de telecomunicaciones. Tambi¨¦n hab¨ªa que asegurarse de que no hab¨ªa ninguna interferencia en la zona, lo que a veces supon¨ªa una f¨¢cil negociaci¨®n con Telef¨®nica para retirar repetidores. Otras veces hab¨ªa que hacer complicadas maniobras diplom¨¢ticas con EE UU para evitar que uno de sus sat¨¦lites esp¨ªa interfiriera con las antenas de tierra. ¡°Ellos nunca reconocieron la existencia de ese sat¨¦lite, pero conseguimos, tras mucho negociar con ellos, que su descarga de datos no cegase nuestras antenas¡±, rememora Claros, que fue nombrado director del centro madrile?o y representante de la ESA en Espa?a en 1989.
Un sonda desorientada
Este ingeniero de telecomunicaciones ha vivido muy de cerca todo el desarrollo de la actual red de seguimiento de la ESA, Estrack. Actualmente la red tiene 10 estaciones en siete pa¨ªses. La red de espacio profundo se comenz¨® a construir en 2000 para la misi¨®n Rosetta, recuerda Claros. ¡°Al principio ten¨ªamos como objetivo ir al cometa 46P/Wirtanen, pero hubo problemas con los cohetes, la misi¨®n se retras¨® y hubo que buscar otro destino, lo que supuso una enorme presi¨®n¡±, explica. Finalmente, la misi¨®n apunt¨® al 67P/Churyumov-Gerasimenko, donde lleg¨® en 2014, mostrando por primera vez alucinantes paisajes helados con precipicios de casi un kil¨®metro de alto y demostrando que en su superficie existen compuestos precursores de la vida.
En septiembre se celebrar¨¢ en Cebreros una ceremonia del 40 aniversario de Estrack, donde la presencia de Espa?a sigue siendo muy importante. ¡°De las 10 estaciones que hay en todo el mundo, tres de ellas est¨¢n en Espa?a¡±, explica Javier Ventura-Traveset, portavoz de la ESA. Este experto recuerda que la ESA presume de no haber perdido nunca una misi¨®n en toda su historia, y eso que casi ninguna ha estado exenta de peligro. Por ejemplo, en los ¨²ltimos meses, el cometa de Rosetta est¨¢ aumentando su actividad, pues su n¨²cleo helado est¨¢ expulsando muchos m¨¢s vapores y part¨ªculas a medida que se acerca al Sol. Rosetta, que viaja junto al 67P en una ¨®rbita circular, usa una c¨¢mara llamada star tracker para orientarse en el cielo mirando a las estrellas. El estallido de actividad del cometa ha producido un mont¨®n de brillos que la desorientaron. ¡°Por eso tuvimos que separar la sonda hacia una ¨®rbita m¨¢s alejada del cometa¡±, explica Ventura-Travesset, algo que se hizo enviando los comandos por radio desde Cebreros y el resto de antenas de la red, sin las que ninguna misi¨®n espacial podr¨ªa sobrevivir a un imprevisto.
Tras el gran logro de Rosetta, la agencia prepara nuevas misiones muy ambiciosas que requieren amplificar la potencia de sus grandes antenas y poder enviar comandos de radio en nuevas frecuencias. BepiColombo, que se lanzar¨¢ en 2017, pretende visitar Mercurio, el planeta m¨¢s peque?o y menos explorado del Sistema Solar. Conseguir llegar hasta ¨¦l y detenerse en una ¨®rbita estable es ¡°un gran reto, porque la atracci¨®n gravitatoria del Sol es enorme y el planeta muy peque?o¡±, resalta Ventura-Traveset. En 2022 despegar¨¢ la misi¨®n Juice, que tiene como objetivo investigar la aparici¨®n de mundos habitables en torno a gigantes gaseosos. Su destino ser¨¢ J¨²piter, al que llegar¨¢ en 2030.
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