Lo m¨¢s de lo m¨¢s en Marina Dor
Si tienen pensado ir a Marina d'Or a vivir una experiencia inolvidable les vamos a dar unos cuantos consejos pr¨¢cticos
Jueves. Primera hora de la ma?ana. Bueno, de acuerdo, tampoco tan primera que no tenemos que ir a fichar a ning¨²n sitio. El calor contin¨²a haciendo sus estragos, el sudor se acumula en la base de la cabeza -¡ª?para esto son esos mo?itos que os hac¨¦is tan rid¨ªculos?¡ª y el caf¨¦ tarda tanto en subir que estamos a punto de comernos los posos a cucharadas.
Hoy tenemos una importante misi¨®n. Despu¨¦s de haber estado en Boston asistiendo a la presentaci¨®n de unas zapatillas y siendo expulsados estrepitosamente de un bar por darle un sorbo de cerveza a una amiga que no ten¨ªa pasaporte ¡ªen Tentaciones estamos ya a punto de caer en la Ley Mordaza¡ª, hemos decidido continuar nuestro periplo por los puntos calientes del turismo mundial con todo un referente patrio. El lugar de vacaciones m¨¢s machacado en televisi¨®n, la promesa de diversi¨®n m¨¢s et¨¦rea de nuestro pa¨ªs, el mito, la leyenda, el 'para¨ªso de los ni?os', signifique esto lo que signifique. S¨ª, hemos cogido los b¨¢rtulos y nos hemos ido a Marina d'Or. ?Qu¨¦ guay?
Ni rastro de Anne Igartiburu
Si tienen pensado ir a Marina d'Or a vivir una experiencia inolvidable ¡ªya ver¨¢n por qu¨¦¡ª les vamos a dar unos cuantos consejos pr¨¢cticos. Primero, vayan en coche. S¨ª, siempre en coche, lo van a necesitar si quieren aprovechar el viaje. Segundo, les enga?ar¨¢n diciendo que Marina d'Or se encuentra situada en Oropesa del mar, c¨¦lebre localidad castellonense donde Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar pasaba sus vacaciones cuando todav¨ªa no ten¨ªa abdominales y s¨ª el t¨ªtulo de Presidente del Gobierno¡ªrealmente, los Aznar las pasaban en una urbanizaci¨®n m¨¢s cercana a Benicasim que otra cosa¡ª. De acuerdo, puede que geogr¨¢ficamente sea as¨ª, pero si se les ocurre adentrarse en Oropesa buscando su destino vacacional, no habr¨¢ forma humana de encontrarlo. Todav¨ªa hay gente perdida dando vueltas a rotondas decoradas con piezas de cer¨¢mica. No sean insensatos. La forma m¨¢s f¨¢cil de llegar a Marina d'Or es entrando por el culo. ?Perd¨®n? S¨ª, por el culo de Marina d'Or...
Tras dejar Oropesa a un lado continuamos con nuestro caluroso veh¨ªculo ¡ªescuchando la lista de spotify de Tamara Falc¨®¡ª direcci¨®n Torre la sal. Tras pasar por caminos polvorientos y rotondas des¨¦rticas llegaremos a una enorme escultura en forma de emoji de caca pero plateada. Es la se?al. Hemos llegado. A partir de este momento nos espera un d¨ªa repleto de diversi¨®n, playas, atracciones tur¨ªsticas, piscinas ol¨ªmpicas, balnearios, hoteles de cinco estrellas y s¨ª, ?Anne Igartiburu! O bueno, en su defecto, Julio Iglesias Jr. y su mujer, que no es lo mismo, pero nos vale como reclamo tur¨ªstico. ?Qu¨¦ ganas de verles por la calle departiendo con los lugare?os! Y es que, si algo hemos aprendido durante todos estos a?os de campa?a publicitaria, es que los rostros televisivos pasean como uno m¨¢s por las instalaciones y disfrutan de sus kilom¨¦tricas playas de arena blanca con grandes y blanqu¨ªsimas sonrisas. ?Qui¨¦n no puede querer unas vacaciones as¨ª?
Tal como aparcamos el coche preguntamos por Anne Igartiburu en la terraza de una cafeter¨ªa que anuncia chocolate con churros hasta las 12 del mediod¨ªa ¡ªla temperatura ambiental debe rondar los 35? con un 90 % de humedad¡ª. Nos miran raro y tras insistir un poco nos dicen que de Anne ni rastro. Primer baj¨®n del viaje. A nuestro alrededor, decenas de torres de apartamentos se abren paso entre largu¨ªsimas calles id¨¦nticas, con una jardiner¨ªa perfectamente cuidada ¡ªentre el calor y la extensi¨®n, la inversi¨®n en mantenimiento de plantas y c¨¦sped debe ser considerable¡ª y extra?as piezas con formas incomprensibles decoradas, c¨®mo no, con trocitos de cer¨¢mica. Que se note que estamos en la provincia reina de la cer¨¢mica y la que m¨¢s ha sufrido la crisis por este mismo motivo. Nada de tr¨¢fico, poca gente por la calle y ning¨²n comercio a la vista. La intenci¨®n est¨¢ clara. Aqu¨ª se viene a la playa y ya vale de rechistar que acabamos de llegar.
Si esto es la Feria de Sevilla, p¨®ngame dos de rebujito
Con nuestro estilismo m¨¢s playero, dentro de las normas b¨¢sicas de decoro que no estamos dispuestos a renunciar, emprendemos nuestro primer paseo por Marina d'Or. Deducimos que el centro neur¨¢lgico de todo el asunto debe situarse entre los hoteles y el balneario, as¨ª que all¨ª que nos vamos. Encontramos a nuestra derecha un minicentro comercial sin demasiada actividad decorado con motivos de pa¨ªses europeos, desde la Torre Eiffel al Big Ben, todos de cart¨®n-piedra vencido por el sol. Chanclas, ba?adores, juguetes y un par de estanter¨ªas con libros. Todav¨ªa hay esperanza. Nos contentamos con un par de botellas de agua. Una para beber y otra para ech¨¢rnosla encima. Uno no llega hasta Marina d'Or para no marcar pezones. Para eso nos hubi¨¦semos quedado en casa.
Deben saber que la publicidad de Marina d'Or no miente cuando habla del para¨ªso de los ni?os. No sabemos si se le puede considerar un para¨ªso ¡ªtampoco vamos a exagerar¡ª, pero de ni?os no se van a cansar. Visto que, posiblemente, el modelo tur¨ªstico al que aspiraba no ha funcionado ¡ªen el imaginario marinaliber pod¨ªan verse aviones repletos de ingleses con ganas de gastar llegando al aeropuerto de Castell¨®n y traslad¨¢ndose al complejo tur¨ªstico en masa; un sue?o que jam¨¢s fue realidad¡ª, Marina d'Or ha focalizado toda su atenci¨®n en los ni?os. Todo est¨¢ pensado para ni?os y sufridos padres. Un trenecito que recorre las instalaciones ¡ª?para qu¨¦?¡ª, una minicabalgata nocturna ¡ª?para qu¨¦?¡ª, un parque acu¨¢tico, un par de jugueter¨ªas, helader¨ªas por doquier. ?Si hasta las tiendas de ropa son exclusivamente para ni?os! Eso ya les hace una idea del p¨²blico que van a encontrar. Familias de diversa edad, parejas con beb¨¦s y alg¨²n que otro grupito de j¨®venes despistados. Pueden dejar el Tinder en casa.
Con la gota de sudor ya cayendo llegamos a la calle principal. Esto s¨ª es Marina d'Or. Flanqueados por los hoteles de tres, cuatro y cinco estrellas, observamos una serie de p¨®rticos con luces que nos recuerdan a la Feria de Abril, a las calles iluminadas de las Fallas. Buscamos, r¨¢pidamente, un sitio donde pedir unos rebujitos pero nada. Terrazas de inspiraci¨®n ibicenca, c¨¦sped artificial, c¨®cteles y un chico muy guapo limpiando a diestro y siniestro. Pasamos de las pistas de tennis donde de celebr¨® la Copa Davis y del jard¨ªn con r¨ªos artificiales y llegamos, por fin, a la playa. Tanto nos hemos emocionado que ya no llevamos ni camiseta. Corremos hacia el mar como alma que lleva el diablo dispuestos a plantar la sombrilla y zam... ?Perd¨®n? Los veinte metros de arena, en pendiente, est¨¢n tan copados que la gente acampa en el c¨¦sped de alrededor. Nuestro gozo en un pozo. Aun as¨ª, abandonamos nuestros enseres y corremos a ba?arnos. Eso no nos lo quita nadie, aunque tengamos que pasar por siete filas de toallas sin pisar ning¨²n tupper con lomo con tomate.
No sean r¨¢canos y r¨¢squense el bolsillo
Si han sido capaces de llegar hasta aqu¨ª, d¨¦jense de remilgos y comiencen a hurgar en sus bolsos. No pueden marcharse de Marina d'Or sin asistir a lo mejor del complejo. Entren en el balneario y aprovechen las horas de menor afluencia para darse una vuelta por sus piscinas ¡ªsi viajan fuera de temporada se encontrar¨¢n con mil y una excursiones del Imserso, t¨¦nganlo en cuenta¡ª. Encontrar¨¢n lo t¨ªpico. Agua fr¨ªa, agua caliente, cascadas, piscinas con pomelos ¡ªs¨ª, flotando¡ª y las terrazas exteriores, con jacuzzis para conquistar y no moverse de all¨ª y unas vistas m¨¢s que aceptables ¡ªmejores son las que podr¨¢n encontrar en las terrazas de la cafeter¨ªa y el restaurante, pero all¨ª no estar¨¢n a remojo¡ª. Cuando conseguimos mitigar los calores infernales de la calle nos damos cuenta que tenemos un hambre atroz. ?Y ahora qu¨¦? ?Una de las decenas de cafeter¨ªas que ofrecen mariscada a 18 euros? ?Unas tapas de las que podr¨ªamos comer en cualquier lugar del mundo? Miren, no, si estamos de vacaciones, estamos de vacaciones. Ya saben que en Madrid pueden comer con menos de 30 euros, pero esto es levante. Nos recomponemos, en la medida de lo posible, y subimos al restaurante bufet cinco estrellas dispuestos a amortizar el precio y com¨¦rnoslo todo. Bueno, todo, todo, no, que ya hemos llegado tarde a la operaci¨®n bikini. Tampoco esperen nada del otro mundo. Esto no es el Celler de Can Roca.
Rematamos el d¨ªa entreg¨¢ndonos a la cerveza sin mesura ¡ªmenos el que conduce, claro¡ª, sudando como si no hubiese un ma?ana y esperando a que se haga de noche para ver el encendido de la calle ¡ªen el resto del complejo no esperen encontrar ning¨²n tipo de actividad¡ª. Tenemos tantas ganas que, por un momento, nos creemos en el Roc¨ªo y nos encaramamos al jard¨ªn para hacer el salto de la verja. Menos mal que recobramos la cordura antes de que sea demasiado tarde. Una explosi¨®n de neones nos indica que ya lo hemos visto todo. Si tienen m¨¢s aspiraciones que tostarse al sol y luchar por dos brazas de piscina, no les queda nada por hacer en Marina d'Or. Con las mismas, ponemos rumbo al coche y damos por clausurada nuestra aventura de hoy. Nos quedamos sin pisar el Music Street, donde se alojan las cuatro discotecas del lugar, y sin encontrar el ¨²nico supermercado en kil¨®metros a la redond ¡ªa y eso que antes no hab¨ªa¡ª. Y de Anne Igartiburu ni hablamos. Marina d'Or no es Boston pero podr¨ªa serlo. ?Pr¨®xima parada? ?Torremolinos? ?Benidorm? ?Zahara de los atunes? Ojal¨¢ una encuesta en twitter para elegirlo. ?Democracia real ya!
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