La hero¨ªna que devoraba al gal¨¢n
En el negocio de la telenovela cuentas a lo sumo con tres emisiones de una hora para cebar tu anzuelo y enganchar un auditorio
Al Flaco Alfano le tom¨® una ma?ana entera contarme de viva voz el argumento de su telenovela dieg¨¦tico-mim¨¦tica.
Nos citamos para ello en la cafeter¨ªa del hotel Tamanaco y desayunamos rodeados de gringos de la Exxon, de la Phillips Petroleum y del grupo Shell. En la inminencia de la (primera) nacionalizaci¨®n petrolera, la Caracas de 1976 herv¨ªa de altos ejecutivos de las compa?¨ªas concesionarias.
No alcanzo hoy, 40 a?os m¨¢s tarde, a recordar en detalle la historia que se propon¨ªa narrar Alfano y que, exasperado, trat¨¦ de escribir desma?adamente durante alg¨²n tiempo. Recuerdo, s¨ª, que el locuaz semi¨®tico argentino gesticulaba en dos niveles ¡ª¡°en el nivel par¨®dico pasa esto; en el nivel ret¨®rico pasa esto otro¡±¡ª para hacerme ver que habr¨ªa un ¡°culebr¨®n-dentro-del-culebr¨®n¡± porque la hero¨ªna y el gal¨¢n eran, en aquella ficci¨®n, actores de telenovela. Es decir: la historia transcurr¨ªa en un ficticio canal de televisi¨®n. El tercero en discordia era el cel¨®pata director de la telenovela-dentro-de-la-telenovela.
Yo miraba a los petroleros criollos negociar con los petroleros gringos y trataba, sin lograrlo, de llenarme de una m¨ªnima curiosidad por la peripecia que llevaba dentro una especie de ¡°metatelenovela¡±. ¡°Puede ser lindo¡±, predicaba Alfano, el entusiasta Derrida de San Telmo, ¡°mostrar al espectador el haz y el env¨¦s del g¨¦nero¡±.
¡°Puede ser lindo¡±, predicaba el entusiasta Derrida de San Telmo, ¡°mostrar al espectador el haz y el env¨¦s del g¨¦nero¡±
En el negocio de la telenovela cuentas a lo sumo con tres emisiones de una hora para cebar tu anzuelo y enganchar un auditorio. Delia Fiallo sol¨ªa lograrlo en una sola emisi¨®n, pero ?entend¨¢monos!, Delia Fiallo era la faraona del culebr¨®n. Desarrollar las premisas dram¨¢ticas de Alfano me tom¨® cerca de 25 emisiones, al cabo de las cuales la Fiallo me hab¨ªa hecho trizas. Nadie en todo el pa¨ªs soportaba ver TV Confidencial, que as¨ª se llamaba la serie con metaculebr¨®n incorporado.
El gerente general vino una ma?ana a mi oficina, muy preocupado, y yo no supe convencerlo de cu¨¢n dif¨ªcil me resultaba enunciar ¡°en el plano par¨®dico¡± del metaculebr¨®n la pasi¨®n por la hero¨ªna que devoraba al gal¨¢n y, al mismo tiempo, mantener vivo el rencor inextinguible que los separaba ¡°en el plano ret¨®rico¡± de la telenovela nodriza.
Para subrayar esas diferencias, Alfano instru¨ªa enf¨¢ticamente que la hero¨ªna besase al gal¨¢n de improviso y que lo abofetease a la menor provocaci¨®n. Los protagonistas dejaron de hablarme despu¨¦s de la segunda bofetada.
¡°En el plano par¨®dico vuelcas tu fobia a la televisi¨®n ¡ªrecrimin¨® el gerente general, contaminado ya de la jerga de Alfano¡ª, y en el ret¨®rico escribes desganadamente: no pones ni intuici¨®n po¨¦tica ni imaginaci¨®n narrativa. En el plano par¨®dico ves solamente un campo cat¨¢rtico donde desfogar tus prejuicios seudointelectuales contra el g¨¦nero telenovela. En el ret¨®rico te funciona solamente la grafoman¨ªa. Conc¨¦ntrate, ?quieres? Date motivos para que te guste esta vaina o date por despedido. Ternura, cabr¨®n, mucha ternura¡±.
Alfano no la pasaba mejor. Consum¨ªa noches enteras emborronando papel milimetrado con diagramas que yo encontraba por las ma?anas prendidos al carro de mi m¨¢quina de escribir pues todav¨ªa no inventaban la Apple Classic II. Hubo semanas enteras en que no nos vimos ni una sola vez. Las cifras de audiencia indicaban que, luego de siete semanas en el aire, menos del 7% del encendido total estaba con nosotros.
Una ma?ana, la pareja protag¨®nica fue a ver al gerente general. Ella no estaba dispuesta a continuar besando al gal¨¢n como una descosida seg¨²n la cadencia que exig¨ªa Alfano de ¡°un libreto s¨ª y otro no¡±. El gal¨¢n, por su parte, no tolerar¨ªa de ella ni un bofet¨®n m¨¢s por un qu¨ªtame de ah¨ª esa paja. Cuando quisieron mentirles que los n¨²meros de la telenovela estaban subiendo, paulatina pero seguramente, la protagonista se ech¨® a re¨ªr y repuso que sab¨ªa que eso era imposible porque nadie la importunaba en el automercado desde hac¨ªa semanas. Cont¨® que en la peluquer¨ªa hab¨ªan llegado a preguntarle cu¨¢ndo volver¨ªa a la pantalla chica.
La hero¨ªna y el gal¨¢n exigieron un inmediato cambio de guionista. No fueron complacidos, pero desde las alturas me lleg¨® la orden de poner fin a la telenovela dieg¨¦tico-mim¨¦tica en exactamente cinco emisiones.
¡°Y ponles ternura a esos cap¨ªtulos, cabr¨®n¡±, orden¨® el gerente.
¡°Mucha ternura¡±.
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